Friday 10 de January, 2025

POLíTICA | Ayer 19:33

Alberto vs. Fabiola: el show del morbo

Los obscenos carpetazos cruzados entre el ex presidente y Yañez. Cómo ya coleccionaban pruebas desde antes de la denuncia. El libro que revela los secretos de la guerra.

Fabiola Yañez y Alberto Fernández no se dan tregua ni durante las fiestas, ese tiempo sagrado de reflexión y balance. Poco antes de Navidad, la que abrió el fuego fue la ex primera dama desde un programa de la TV de España, en el que, además de hablar de la violencia de género por la que acusa a Fernández, reveló un audio en el que él le grita por teléfono al hijo de 2 años de ambos. Poco después de Año Nuevo, el ex presidente contraatacó con sus propias pruebas, otro intercambio telefónico en el que ella, aparentemente alcoholizada, lo amenaza con difundir esas charlas con el pequeño Francisco y le pide confusas explicaciones por otros episodios. Y en el medio de todo, un video de Yañez festejando la llegada del 2025 en un exclusivo restaurante de Madrid derivó en que el gobierno libertario pidiera que le saquen la custodia, algo a lo que ella accedió de inmediato para frenar el escándalo.

Lo curioso es que ninguno de esos carpetazos cruzados entre el ex presidente y su antigua pareja aportan nada sustancial a la investigación judicial sobre los golpes que Alberto le habría propinado a ella. Pero sí sirven para desprestigiarse mutuamente y para extender la increíble saga de intimidades develadas en la que derivó el caso. Es el show del morbo, y recién empieza.
Último round. El audio que Fabiola difundió en la TV española no deja bien parado a Fernández. Allí se escucha cómo el ex presidente le levanta la voz de mal modo al pequeño Francisco.

–¿No querés hablar con papá? –le pregunta a su hijo por teléfono.
–¡Abu! –le responde el nene, lloriqueando.
Y Alberto explota:
–¡Bueno, si querés hablar con la abu, entonces no me llames a mí!
El chico se queda mudo.  

Fabiola

En la entrevista que dio, Fabiola dijo que Francisco a menudo no quería hablar con el padre por el tono violento de él. Y explicó que Alberto pretendía que las videollamadas se extendieran por una hora o más, algo que a un nene de esa edad le resulta imposible. “Por favor, la próxima vez no le pongan comida, ni juguetes, ni nada que lo distraiga”, exigía Fernández.

Además, Yañez contó que él jamás le pidió perdón por la supuesta violencia ejercida contra ella y que se justificaba en que había sido “sin querer”, el mismo argumento que Alberto repite en privado sobre el episodio del ojo morado. Habla de un golpe accidental, en la cama, algo así como un acto reflejo en medio del sueño, pero con una puntería notable.

Y a esa explicación en off the record además agrega otras dos. En la primera sostiene que el hematoma podría deberse a una caída de Fabiola por su problema de alcoholismo. En la segunda, en paralelo, habla de una supuesta reacción cutánea ante un tratamiento estético, cuando hasta su médico de toda la vida, Federico Saavedra, constató ante la Justicia que había habido un golpe, involuntario o no. Elige tu propia coartada.

En “El martirio”, el libro dedicado al caso que escribió el autor de esta nota, ya se mencionaban los fuertes llamados entre Alberto y su hijo.
–¡Para qué me atendés si no vas a hablar! –le gritaba el ex presidente al niño.
Y cuando Fabiola intervenía para pedirle que no lo maltratara, Fernández seguía:
–¡No le grito a él, vos me hacés gritar así!

Franco Linder

En su contraataque de los últimos días, Fernández ahora suma un nuevo audio que, al igual que los de Fabiola, no ayudan absolutamente en nada a dilucidar si la violencia física que investiga la Justicia existió o no. El único propósito de esas “pruebas” es ensuciar a la otra parte, no muy distinto a lo que ocurre en los programas de chimentos con los chats berretas que se tiran por la cabeza Wanda Nara y Mauro Icardi, por trazar un paralelismo a la altura.

En la grabación de Alberto, Fabiola lo llama a altas horas de la madrugada.
–Voy a sacar todos los audios en los que fuiste agresivo con Francisco –le avisa ella.
–Dale, hacelo, hacelo. Y seguí amenazándome –le contesta él.
Y como tuvo la precaución de grabarla, le pone contexto a la charla:
–Yo lo que sé es que no tengo que estar hablando con vos. Y lo que no entiendo es que a las que a las cuatro y media de la mañana de Madrid vos me estés llamando para decirme estas cosas.

A él se lo escucha enojado, pero en control de la situación. A ella le patina la voz, acaso por culpa del alcohol. Le recrimina supuestas operaciones publicadas en sitios de internet detrás de las cuales entrevé la mano de Fernández. Y promete represalias.
–¿Vos querés que aparezca tu teléfono en serio? –le dice a Alberto–. Yo lo hago aparecer mañana, ¿eh?
–Hacelo aparecer –redobla la apuesta él.
–No han querido abrir tu teléfono, y vos borraste todo –sigue ella.
–Yo no borré nada –contesta él.
Y así siguen un rato más, entre extorsiones y chicanas mutuas.

Fabiola

Fernández presentó la grabación ante la Justicia como prueba del supuesto hostigamiento de Fabiola. Y un juez, Christian Brandoni, determinó que ella no podía llamarlo más por un período de tres meses. La fiscal de ese  nuevo caso incluso pidió allanar el departamento en Madrid de la supuesta víctima de violencia de género y realizarle una pericia psiquiátrica. Pero Brandoni no se animó a tanto.

Antes de eso, fue el juez Julián Ercolini quien había prohibido que Alberto se acercase a Fabiola o la llamase. Pero, por lo visto, ambos no pueden renunciar a seguir hablando, aunque sea para maltratarse y amenazarse.

Más carpetazos

Así como en los últimos cruces queda en evidencia cómo Yañez y Fernández conservan registro de todo, se graban uno al otro y no dejan pasar oportunidad para escracharse, ese modus operandi fue el que usaron desde un principio, incluso desde antes de la denuncia por violencia.

En las horas en que ella lo incriminó ante la Justicia, en agosto, el ex presidente en privado contaba que ya tenía testigos que declararían en su favor y que ya lo habían hecho ante escribano público. Esos testigos, efectivamente, luego aparecieron. ¿Cómo es que tuvo tanto tiempo para prepararse de antemano? Es evidente que ambas partes sabían que, tarde o tempano, el asunto terminaría en los tribunales.

Testigos silenciosos: los apuntados por Fabiola

Se veía venir en algunos de los chats entre ambos que tiene en sus manos la Justicia. En uno de ellos, Fabiola le advería al ex presidente que, si no la ayudaba en lo económico, podía incriminarlo. El intercambio, que insólitamente aportó ella misma a la Justicia, data de mediados del 2024 –luego de que ella desistiera de acusarlo tras el primer contacto de Ercolini– y es revelador.

Fabiola le escribe desde Madrid: “Me hiciste mentir y hablás de extorsión. Cuando lo único que he venido pidiendo, rogando, es que me ayudes a trabajar porque la plata no me alcanza. Porque vos me enterraste en vida. Durante 14 años me enfermaste con tu proceder enfermizo de tener veinte mujeres a la vez”. Él se defiende: “Te he dicho mil veces que lo intento. Te he dicho mil veces que nada les va a faltar”.

Fabiola le da un ultimátum: “Decime hoy si me vas a ayudar o no, o a partir de mañana empiezo yo a ganarme la vida aceptando lo que me ofrezcan. Ya no te espero ni te aguanto más. Así que pensá y decime cómo lo vas a solucionar”.
Y le deja esta advertencia final: “Vos creés que esas fotos ya no existen. Lo tuviste todo y lo arruinaste”.
Las fotos, claro, son las que luego llegaron a la tapa de todos los medios, y las que en su momento ella también le había enviado a la secretaria de Fernández, María Cantero.

María Cantero en Tribunales

En la causa, dos ex amigas de Yañez hablaron de cómo coleccionaba pruebas contra su pareja. Una es la llamada “testigo B” presentada por Alberto, una dirigente social oriunda de Misiones que declaró que la entonces primera dama también le había mostrado las imágenes de los hematomas a ella.
Cuando le preguntó por qué las conservaba, dice que Fabiola le contestó:
–Las guardo porque no soy tonta y por las dudas.

Otra ex amiga, la modelo y ex funcionaria Sofía Pacchi, también aportó una información parecida cuando le tocó declarar como testigo en octubre del 2024. “Guardaba chats o grababa discusiones para después verlos”, dijo sobre Yañez.

Del lado de Fernández, los métodos no eran distintos. Cuando supo que Fabiola conservaba las imágenes de los golpes, también tomó medidas defensivas. En el juicio no solo presentó a los testigos “en gateras” que ya habían declarado oportunamente ante escribano, sino que además  sumó otros elementos que no probaban su inocencia, es cierto, pero sí manchaban la imagen de la denunciante. Por ejemplo, las fotos en las que se veía a Fabiola rodeada de botellas de champán en la Quinta de Olivos, que nunca se supo quién las sacó ni tampoco en qué contexto. ¿Espionaje ilegal?

También estaban los audios de Fernández con la madre de Yañez, en los que él le pedía ayuda para controlar el alcoholismo de la primera dama. La señora se había mudado con su hija a Olivos luego de que ella quedara embarazada.
“Deja una imagen deplorable en los empleados, que después hablan”, le advertía él.
“Ya lo sé, Alberto”, admitía la madre. “Está costando, pero la controlo”.

Pero la cuarta o quinta vez que Alberto volvió a escribirle por lo mismo, la señora dejó de contestar. ¿Por qué él no le hablaba en persona? Obviamente, Fernández quería dejar constancia por escrito de esos diálogos para usarlos en una futura pelea judicial. La intuición de madre hizo que ella se diera cuenta. Escraches cruzados, amenazas explícitas y pruebas que fueron juntando uno y otro desde mucho antes de la denuncia. Fernández y Yañez no tienen paz. ¿Hay inocentes en esta historia?

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Franco Lindner

Franco Lindner

Editor de Política, columnista de Radio Perfil y autor de "Fernández & Fernández" (Planeta).

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