Gabriel Bornoroni, el nuevo jefe de bloque de La Libertad Avanza en la Cámara de Diputados, se fue ganando un lugar de privilegio dentro de la estructura del mileísmo que lo llevó hasta este presente que lo tiene sentado en la mesa chica de Karina Milei, en la que también están Martín y “Lule” Menem.
Lo que explica su sorpresiva llegada al corazón al poder es esta breve y poco conocida historia que arranca en enero del 2023, cuando Bornoroni conoció al empresario Rodolfo Eiben, quien además es el presidente del Partido Demócrata cordobés. Eiben ya venía trabajando con Karina Milei y Carlos Kikuchi en el armado provincial de La Libertad Avanza y llegó a un acuerdo para llevar a Bornoroni como candidato a vicegobernador. Perdieron la elección en la que se consagró Martín Llaryoya y no pudieron usar la marca de La Libertad Avanza porque la tenía otro candidato, también vinculado al espacio de Milei. Ni siquiera hubo una PASO para organizar al espacio. Pero, para las legislativas, el sello LLA se organizó mejor y Milei llevó candidatos propios en su lista: él eligió a María Celeste Ponce y Carlos Kikuchi intentó poner a Pablo Martínez. Eiben hizo valer su derecho a veto y pidió por su compañero de fórmula Bornoroni para que vaya segundo en la lista.
La cuestíon es que Bornoroni, cansado de ir siempre segundo, empezó a pensar en cómo adueñarse del sello de LLA en Córdoba y solicitó la reserva de nombre en el juzgado electoral provincial que subroga el juez Alejandro Sánchez Freytes. Aquella iniciativa personal sería la que hoy le terminaría dando un lugar de relevancia en el armado mileista. Tanto es así que el propio Gobierno comenzó a apoyar su idea. A principios de marzo, el propio “Lule” Menem llamó a muchos de sus amigos para preguntar si alguno tenía llegada al juez Freytes y así poder influir en su decisión. Hasta su tío, el ex senador Eduardo Menem, recibió la consulta.
Un mes después, el pasado 4 de abril, recibieron la buena noticia de que el partido había sido aceptado, aunque la decisión fue apelada por los socios políticos de Milei en la provincia, entre ellos el ex candidato a gobernador Eiben. Una semana después de esa gran novedad, Bornoroni se quedó con la presidencia del bloque que hasta ese entonces estaba en manos de Oscar Zago. No era para menos: Bornoroni consiguió en Córdoba, uno de los distritos donde mejor le fue a Milei en las elecciones, lo mismo que busca Karina Milei para la Ciudad de Buenos Aires: un partido político propio.
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El interés de Bornoroni por la política tiene origen en su estudio jurídico de la capital cordobesa. Allí su socio es Andrés Bauzá, el hijo de Eduardo Bauzá, el ex primer jefe de Gabinete de Carlos Menem. Bornoroni conoció a don Eduardo, de quien escuchó cientos de anécdotas. Andrés, su hijo, es hoy el delegado provincial de la Anses, pero no es el único cargo que Bornoroni obtuvo para su gente. A Cargo del PAMI local puso a Marcos Patiño Brizuela, también socio de su estudio de abogados.
El diputado es, además, dueño de estaciones de servicio YPF en la capital cordobesa y formaba parte de la cámara de estacioneros, pero un día se cansó de ser segundo (o tercero) y se puso su propia cámara, a la que llamó Federación de Expendedores de Combustibles y afines del Centro de la República, y pasó a integrar la confederación de estaciones de servicio, que presidió hasta el año pasado.
El presente de Bornoroni es auspicioso, pero a fuerza de internas y traiciones. Lo hizo en su rol como empresario y también en su incipiente carrera política. Cada traición le valió un ascenso para su beneficio personal. Aún no perdió. Sobre este tema le puede hablar largo y tendido su compañero de la Cámara de Diputados Miguel Ángel Pichetto, que tiene una posición tomada sobre el asunto: “Un héroe es un traidor que tuvo éxito”.
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