Cuando las amenazas se hicieron moneda corriente en Colombia, el Estado creó un nuevo sistema para juzgar al narcotráfico: “Fiscales sin rostro”, lo denominaron. De esa manera, las bandas criminales no podían saber a quiénes se enfrentaban. Fue la forma de disminuir el riesgo de vida de quienes tenían el deber de meterlos presos.
El problema del narcotráfico y la violencia tomó distintos lugares de Latinoamérica. Con distintas soluciones, Colombia, México y El Salvador luchan por retornar a la paz, algo similar a lo que sucede en la actualidad en Rosario. “El narco primero entra pidiendo permiso. Se acerca a la política, a la policía y a la Justicia y va encontrando corruptos”, dice el especialista en la lucha contra el narcotráfico Jorge Luis Vidal. Y agrega: “Una vez que se hacen fuerte, ya no piden permiso: dan órdenes”.
En Colombia, la política le dio vía libre a Pablo Escobar. Una vez que el delincuente se metió al Senado, supieron que tenían un problema mayor. “Por momentos se pensó que se perdía la República”, cuenta Vidal. La violencia escaló con la muerte de Escobar: el crimen en Medellín se disparó a 400 muertos cada 100 mil habitantes. Una guerra. “Debieron refundar la Policía Nacional y volver a ganar el terreno con las Fuerzas Armadas. Hubo muchos muertos de ambos lados”, agrega el especialista.
En México no prestaron atención a la experiencia colombiana. “Los narcos empezaron coimeando a la policía local. El Gobierno creó un grupo especial para enfrentarlos y estos terminaron pasándose a la delincuencia. El año pasado formaron la Guardia Nacional, pero México hoy arde”, indica Vidal.
Lo de El Salvador es distinto. Para luchar contra Las Maras, la Asamblea Legislativa votó un estado de excepción que le permite al presidente Nayib Bukele no tener contemplaciones con los delincuentes.
“Es necesario tener un plan de seguridad que trascienda a los gobiernos. E igual, con eso Rosario va a tardar muchos años en recuperarse”, dice Vidal. Y concluye: “Hoy Medellín tiene una tasa de 11 homicidios cada 100 mil, la mitad de Rosario con el doble de ciudadanos”.
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