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POLíTICA | 03-01-2020 13:57

El desafío del verdadero Axel Kicillof: ser líder o...

El gobernador está ante el reto máximo de su carrera política. Liderar Buenos Aires requiere algo más, además de conocimiento técnico e institucional.

El personaje tierno y en cierto modo erotizante de la campaña quedó atrás. Axel Kicillof de repente se vio en la obligación de mostrarse duro e intransigente, ante la oposición. Está claro, una cosa es salir a buscar votos y otra muy distinta es sentarse a gobernar. 

No la tiene nada fácil Kicillof. Es ahora cuando está viviendo el gran desafío político de su vida. Haber sido ministro de Economía de la Nación le permitió conocer la lógica y los laberintos de la función pública. Fue sin dudas eso un gran aprendizaje. Pero ser gobernador, y nada menos que en la provincia de Buenos Aires, exige más allá de los conocimientos técnicos, académicos e institucionales, capacidad de liderazgo. 

Y una cosa es ser líder de una elección y otra muy distinta es consagrarse como líder político. Buenos Aires es una provincia con algunos ricos, muy ricos, y algunos pobres, muy pobres. Es una síntesis brutal de la Argentina.

A diferencia de Alberto Fernández en la Nación, Axel tiene una mayoría muy estrecha en Diputados, pero pierde en Senadores. El macrismo no sólo construyó fuerza propia en la Provincia. Además tiene de jefe a un Macri, Jorge Macri, que comanda una mesa de 60 intendentes, los mismos que ayer se reunieron con Kicillof y le regalaron el gesto de una foto todos sonrientes. Para destrabar el bloqueo al impuestazo, que al parecer se trataría la semana que viene con algunas modificaciones, Kicillof no estuvo solo. Contó primero con la presencia de Sergio Massa, que durante la gestión Vidal construyó buenas relaciones con el macrismo provincial y hoy es una pieza clave de Alberto Fernández en la Cámara de Diputados de la Nación. No parece casual que los intendentes macristas hayan aflojado justo cuando el gobierno nacional decidió reestablecer el IVA en los productos de la canasta básica. La medida la había tomado Mauricio Macri en octubre pasado, acorralado por la crisis y significó un fuerte encontronazo con Vidal. 

La Provincia perdió con esa movida impositiva 7 mil millones de coparticipación. Y entonces, como un espejo de hoy, Vidal fue presionada muy fuerte por los intendentes peronistas. 

El desafío de Axel tiene un costado particular. La suya es la única gestión puramente cristinista del país. Lo miran con lupa, aún dentro del propio peronismo donde hay muchos heridos por Cristina. 

Ayer mientras Kicillof bajaba un cambio y recibía a los caciques territoriales del macrismo, los movimientos sociales sacaron un comunicado pidiéndole que no sea tibio y no traicione a los pobres. En principio, más allá de lo que señalaron algunos, fue más una amenaza a los intendentes M que al propio Kicillof. Pero él anotó el gesto como un abrazo de oso. 

Les había advertido a los opositores que si no le aprueban el impuestazo va a haber problemas, y los movimientos sociales, con Juan Grabois a la cabeza, explicitaron de qué tipo de problemas estaba hablando Kicillof. Pero el principal problema siempre lo tiene quien gobierna. 

Axel dio muchos exámenes en su vida, pero la Provincia de Buenos Aires no se parece en nada, pero en nada, a la Universidad.

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Edi Zunino

Edi Zunino

Director de Contenidos Digitales y Audiovisuales del Grupo Perfil.

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