Al señor de saco, barba y lentes que ilustra esta nota le dicen, de manera cariñosa, “el gordo Olmos”. Su nombre completo es Juan Manuel Olmos y es el jefe de asesores del presidente Alberto Fernández. Es una figura poco conocida para el público en general, pero de mucha gravitación en el Gobierno. Una de sus misiones más relevantes durante el mes de julio fue viajar hasta Avellaneda, Santa Fe, para revisar la situación de Vicentin, la empresa que el Gobierno había intentado expropiar y que luego se arrepintió. ¿Qué pasó? El Presidente le pidió a Olmos que le encuentre una solución técnica al conflicto con la empresa, pero que también haga un análisis político de la situación. Luego de pasar unos días internado entre papeles y conversaciones, Olmos volvió a Buenos Aires con una propuesta para Alberto Fernández: “Salgamos de acá”, le dijo. Olmos argumentó que la empresa tenía deudas por el triple de su patrimonio, por lo que iba a ser imposible cubrir semejante déficit, sumado a que el entramado societario dificultaba el control de la compañía. Alberto aceptó la idea, pero había que convencer también a Cristina Kirchner de dar marcha atrás con el plan de expropiación. Fue por esto que el jefe de asesores del Presidente tuvo que llamarla por teléfono para darle sus argumentos. El punto más fuerte de Olmos fue que estatizar la empresa implicaba estatizar una deuda muy grande. Este punto dejaba en evidencia que la decisión de intervenir la firma había sido tomada a las apuradas y sin un conocimiento profundo de su situación judicial y del sector, pero Cristina lo aceptó y se avanzó en la publicación del decreto que oficializaba la marcha atrás en la intervención de Vicentin.
Olmos y Cristina Kirhcner no tenían diálogo. Durante la presidencia de CFK, el jefe de Asesores de Alberto, que militaba en el kirchnerismo, había sido presidente del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires y su interlocutor era el entonces secretario de Legal y Técnica Carlos Zannini. Por aquellos años uno de sus grandes amigos era Daniel “El Tano” Angelici, señalado por CFK como uno de sus perseguidores por ser parte de la mesa judicial del macrismo. Esa mesa que la vicepresidenta acusa de ser la gestora de su mal paso por los tribunales de Comodoro Py.
Olmos, a lo largo de su carrera política, construyó vínculos con los personajes más diversos de la sociedad porteña. Es amigo de una gran cantidad de jueces, sobre todo en el ámbito porteño, donde tiene su base de apoyo. Allí, como integrante del Consejo de la Magistratura, apadrinó a más de 50 jueces.
Tuvo un breve paso por la Corporación Puerto Madero, donde compartió directorio con Agustina Olivero Majdalani, quien también estuvo en el Consejo de la Magistratura de la Ciudad. Agustina es la hija de la ex subjefa de la Agencia Federal de Inteligencia Silvia Majdalani. En la misma época también fue parte de la Corporación el empresario Ignacio Sáenz Valiente, con quien Olmos tienen un gran amigo en común: el sindicalista de los porteros Víctor Santa María, a quien conoce desde fines de los ‘90, cuando Olmos trabajaba en la Legislatura porteña y había trabado una buena relación con “Pepe” Santa María, el padre de Víctor.
Un dato patrimonial. Según su última declaración jurada presentada en diciembre ante la Oficina Anticorrupción, Olmos tiene 34 millones de pesos, la segunda mayor fortuna del Gobierno detrás de la de Matías Lammens el ministro de Turismo.
Olmos nació en el barrio porteño de Mataderos, pero hace muchos años que se mudó a San Telmo, donde cada tanto se vuelve a mudar, pero, ahora, siempre dentro del casco histórico porteño. Ya cambió de casa tres veces. Tiene declaradas tres empresas, una llamada Lafont Construcciones, otra Arpeza SA y Fideicomiso Humberto Primo, con el que construyó su actual vivienda. Su socia se llama Mónica Alejandra García y es la ex esposa de otro de sus grandes amigos, Ramiro Monner Sans, hijo del abogado Ricardo Monner Sans, uno de los primeros denunciantes del kirchnerismo.
Olmos es tal vez uno de los hombres con mejor relación con el Papa Francisco, quien casó a sus padres en 1970, cuando llevaba apenas un año de cura. Luego lo bautizó a él y sus dos hermanos. El día que Francisco fue entronizado como Papa, Olmos viajó a Roma para estar presente en la ceremonia. Supo conservar ese vínculo a pesar de que por aquellos años el kirchnerismo estaba peleado con el entonces cardenal Bergoglio. Esta es, tal vez, una de las razones por las que el presidente Fernández lo eligió para armar la campaña electoral y ser su jefe de asesores. Olmos tiene vínculos en todos lados, incluso con los adversarios.
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