La reunión fue en la casa de Federico Salvai. Eran los meses calientes del 2019 y afuera del hogar del entonces jefe de gabinete bonaerense el país, y en especial el gobierno nacional, se venía aceleradamente a pique. Por eso ese encuentro con María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta, Jaime Durán Barba y Marcos Peña era tan trascendental: Salvai -y quizá también la única mujer presente- quería convencer a todo el espacio de ir por el desdoblamiento de las elecciones. Mauricio Macri brillaba por su ausencia, en lo que fue una baja de último momento. El desenlace de esta historia es conocido. Las razones, broncas y tristezas de Vidal sobre la derrota electoral, no tanto. O no lo eran, al menos, en público. Hasta ahora. “Las diferencias con Mauricio no se saldaron muy bien después de eso”, dice. Es la primera vez que habla del tema. Y lo hace en primera persona: es parte del libro que acaba de publicar Editorial Sudamericana, “Mi camino”. Casi dos años después finalmente se activa el Plan V, de vendetta.
Aunque el libro promete, como el del fundador del PRO, convertirse rápidamente en un best seller -la editorial lanza una primera tirada de 20 mil ejemplares-, no serán las ventas lo que más le interesará al círculo rojo. Tampoco las reflexiones y las autocríticas sobre su paso por la gobernación, y eso que estas últimas abundan en el texto. Lo más importante, como cada vez que alguien que pertenece a la familia del poder real edita un ejemplar, es el mensaje que quiere mandar. Y en el caso de Vidal este anuncio es trascendental, al menos para Juntos por el Cambio y en especial para Horacio Rodríguez Larreta, a quien el rumbo que decida tomar su histórica amiga es algo que directamente le quita el sueño: ¿qué piensa hacer este año?
Sí se puede. Vidal empezó a escribir el libro a fines del 2019, pocos días después de dejar el cargo. Como en su etapa en Fundación Sophia, el think tank en el que conoció a Rodríguez Larreta a principios del siglo, volvió a sentarse frente a una computadora para escribir un libro. Era un oficio que tenía abandonado, y su pareja, el periodista Enrique Sacco, le dio una mano con correcciones y comentarios. Eran días vertiginosos, entre la derrota y el regreso forzado al llano, pero ella “todavía tenía frescos”, cuenta cuando le preguntan sus amigos, algunos sucesos de sus años en la gobernación y quería aprovechar el momento.
No solo se hizo un tiempo para la redacción, tarea que luego, con el dramatismo de la pandemia, dejó algunos meses abandonada. Aunque hasta el momento del cierre de esta edición sigue manteniendo en vilo a la oposición, Vidal ya estaba haciendo política fina desde el momento en que abandonó La Plata. Un ejemplo claro es que antes de que terminase el 2019 tuvo un encuentro de alto voltaje en el hogar de Sergio Massa, el equilibrista del poder. Con Larreta, íntimo amigo del tigrense, y el diputado Cristian Ritondo como mediadores, la flamante ex gobernadora conoció a Máximo Kirchner. La letra fina de aquella reunión es un secreto guardado bajo siete llaves, pero está claro que fue, al menos, fructífera.
Desde entonces, con el jefe del bloque del Frente de Todos mantiene un diálogo cordial y no tan infrecuente como se puede pensar, e incluso algunos en el círculo de ella arriesgan que hubo más de un mano a mano entre ellos. “Desde que dejó la Provincia pasó a ser una dirigente nacional, y él maneja La Cámpora, tiene también una visión de todo el país, no debería sorprender que se junten”, explican cerca de la ex gobernadora. Es curioso: Vidal conoció primero a Máximo antes que a su madre, con la que jamás cruzó una palabra. De hecho, ya hubo, si se quiere, una devolución de gentilezas. El líder camporista la sumó, a diferencia de Macri o Bullrich, a los posibles presidenciables de la oposición con los que busca cerrar un acuerdo a largo plazo con el FMI.
Los encuentros con el hijo de CFK, o los chats que ella cruza cada tanto, por temas muy puntuales, con Axel Kicillof, no solo hablan de cómo Vidal teje la red de su posible regreso, sino que evidencian el abismo que la separa de Mauricio Macri, que volvió más agrietado que nunca. “Esta es mi mayor autocrítica, mi mayor arrepentimiento”, cuenta ella en su libro, sobre cómo se “equivocó al no levantar la voz”, por no “defender” su convicción de que “era necesario hacer un cambio, para decir que las cosas estaban mal y que había que tomar otras decisiones”. “Me tendría que haber involucrado más en las decisiones del gobierno nacional. Tengo diferencias con Kicillof, pero él es muy protagonista del gobierno, y reconozco que el involucramiento es necesario. En el 2018 yo no era parte de las decisiones de política macroeconómica, las que finalmente deciden la suerte de la provincia de Buenos Aires”, escribió en otro de los capítulos.
Aunque estas frases, y el libro entero, llevan el acento clásico de Vidal -“eso es porque, a diferencia de Mauricio, ella sí lo escribio”, dicen cerca suyo-, su tono amable no deja lugar a confusiones: la profundidad de los reproches hacia el ex presidente alcanzan para suponer que, sin las delicadezas de su pluma, ella lo hace directamente responsable de la derrota electoral. No fue ni Peña ni Durán Barba, su otrora gran mentor: fue Macri el que tapaba su “involucramiento” en la gestión nacional, el que no la sumaba a las “decisiones de política macroeconómica”, el que no quería aceptar que las “cosas estaban mal”. Aunque aclara que la relación “de respeto y afecto” con él sigue intacta, su versión del 2019 va a ocasionar un tsunami dentro de la oposición. “Hoy no dejaría de hacer explícitas mis diferencias, sé que el crecimiento de las personas no es una amenaza y que el liderazgo que asume riesgos nunca puede dejar de escuchar”, dice en “Mi camino”.
¿Qué te pasa, Buenos Aires? Aunque el martes 6 se vieron, junto al resto de los popes de la coalición, en un bar en Palermo, la última vez que ellos dos estuvieron hombro con hombro fue a principios de marzo. Ocurrió en la imprenta de la editorial Sudamericana, momento para el cual el libro de Vidal ya estaba impreso y listo para salir a las calles mientras que se empezaron a editar los ejemplares de “Primer tiempo” y a acumular a su lado. Parecía, diría el historiador Osvaldo Bayer, una “fantasía de la realidad”: ahora Macri y su libro llegaban para taponear la salida del de su ex vicejefa porteña. Vidal, que ya había pospuesto su lanzamiento por ser elegida por la OEA para ser veedora en las elecciones de El Salvador en febrero y luego por la cuarentena obligada por salir del país, tuvo volver a demorarlo para que no se pisen.
Es por esta concatenación inesperada de retrasos, explican los que hablan a diario con Vidal, que “Mi camino” llega tan pero tan pegado a la fecha límite para presentar candidaturas para las legislativas. El libro está en la calle a partir del lunes 12, casi dos meses exactos antes de que cierren las listas. Ya se sabe lo que diría Bayer de esta llamativa coincidencia en el cronograma, aunque en el círculo íntimo de Vidal juran que todavía ella no lo tiene claro: “Recién en los primeros días de mayo lo va a resolver”.
Hay tres opciones sobre la mesa. La más lejana parece ser presentarse como candidata en la Provincia, a pesar del lobby que están haciendo algunos intendentes opositores nucleados en el “Grupo Dorrego”: su paso por la gobernación le dejó más penas que glorias y competir en estas legislativas en Buenos Aires la acercaría inevitablemente a esa zona de riesgo, dentro de dos años. Sería difícil de explicar ser electa diputada por esa localidad para en el 2023 competir por otro lugar que no fuera la gobernación, parecería una huída. Sin embargo, las otras dos opciones son mucho más potables. Ambas, además, son las que pueden cambiar el mapa electoral de la oposición.
Si se lo preguntan a ella va a decir que no, que jamás ocurrió. Del lado de su íntimo amigo dicen lo contrario. “Pero se lo dijo con el tono de Horacio, no fue una directa”, explican. Vidal cada diez días se ve con Larreta, en la sede del gobierno en Uspallata o en Pizza Cero. Según la versión que dan cerca del jefe de Gobierno, en alguno de esos habituales encuentros él le dijo, palabras más, palabras menos, que la necesita de candidata por la Ciudad. El verbo no es para nada exagerado, ya que sin Vidal en las elecciones porteñas Larreta se queda sin otra figura de peso y se encuentra en una encrucijada: o saca a Diego Santilli de la Provincia, donde lo viene haciendo caminar, para volver a la Ciudad, o se enfrenta a la posibilidad de que Patricia Bullrich le termine copando el lugar. Que su principal rival dentro del espacio le gane el primer puesto de la lista en su distrito sería visto como una tremenda señal de debilidad.
En cambio, cerca de Vidal explican que ese no es su problema, y niegan que Larreta le haya pedido que se presente. “Horacio es mi amigo, no mi jefe”, dice la ex gobernadora, en una frase que quizás adelante la disputa política que podría llegar en el 2023. Como contó en el libro, su época de responder ante un superior parecería estar terminada.
Escritora. Hay que entender el apuro de Larreta. El Gobierno está a diez diputados de conseguir quórum propio en la Cámara baja, algo que, entienden en Uspallata, podrían obtener si el ala dura copa las listas. Si el jefe de Gobierno porteño tiene que, para asegurar la elección en su distrito, sacar a Santilli de la Provincia, y se queda sin un buen candidato en ese territorio, la diferencia de votos podría repercutir mucho a la hora del reparto de legisladores. “Por eso ella está recibiendo muchas presiones, y no solo de la política. Varios empresarios, algunos que de hecho aparecieron en la lista de Forbes de los más ricos, le dijeron que este no es momento para especular, que si no se presenta el cristinismo va a agarrar envión e ir por todo”, cuentan cerca suyo. Larreta no es el único que la sigue con atención: si se presenta, momento en el cual va a tener que hacer una revisión ante la prensa de su gobierno, Macri va a quedar como el único de la otrora cúpula del gobierno en el llano. Lugar incómodo.
Vidal, por ahora y hasta la presentación del libro, mantiene el silencio. Varios de su riñón político se esperanzan con que en verdad esté aplicando las teorías de Michel Foucalt, con eso de que el poder más efectivo es el que ni siquiera necesita hacerse ver. Es una apuesta arriesgada: más allá de los libros de filosofía, la representación política tiende a caer con el paso del tiempo si no se la defiende.
Los que la conocen a fondo, más allá de la rosca, dicen que en su fuero íntimo ella quedó desencantada de la política, y que si solo fuera una decisión suya se quedaría con sus libros, su docencia en la Universidad Di Tella y en la del Salvador, y pasando tiempo con su pareja y sus dos hijos. Cuentan que es feliz más allá de los cargos, más allá de los flashes. “Pero ella se debate entre lo que quiere y entre el supuesto deber ser, esa voz interna que le dice que su espacio la necesita”, dice alguien de su círculo. Si así fuera, la historia podría volver para repetirse, pero no como tragedia sino como candidatura: en el 2015 su “deber ser” la empujó a una elección que nadie creía que podía ganar, en Buenos Aires. El resto de esa historia es conocida. El camino que le queda, quizá, no lo suponga ni ella.
PASO, internas y dudas. Además de la vacunación -y de la posible candidatura de Vidal- hay un tema que ocupa a la oposición en estos días: el debate sobre suspender o no las PASO. Las aguas están divididas en Juntos por el Cambio sobre esta cuestión, a tono con las divisiones que suelen atravesar a ese espacio. Este caso es llamativo: varios de los que hoy se rasgan las vestiduras por la iniciativa del Gobierno de posponerlas son los mismos que hace unos años presentaban una ley para, directamente, eliminarlas.
De cualquiera manera, Elisa Carrió, que ya avisó que no va de candidata, es de las que coinciden con la iniciativa oficial de patear las primarias. Vidal, en la misma sintonía de Larreta, es de las que se muestran más expectantes. “Hay que esperar a que el oficialismo haga una propuesta concreta con este tema, hasta ahora son más declaraciones en los medios que otra cosa”, dijo en una de las últimas reuniones con el resto de la cúpula de la oposición. Lo que sí tiene en claro, ella y la mayoría del ala dialoguista, es que se opondrá a una idea que lanzó Sergio Massa, de votar en el mismo día las PASO y las generales.
Para la oposición, más allá del debate institucional, es un tema candente: necesitan con urgencia las primarias para poder definir las candidaturas. Patricia Bullrich, que este mes, y luego de repetidas críticas hacia ella en público, tuvo una reunión mano a mano con Vidal en un café porteño, avisó que está dispuesta a dar una competencia interna en la Ciudad. En ls provincia de Buenos Aires la situación es todavía más compleja. Los intendentes -y en especial Jorge Macri-, Diego Santilli, los radicales -ahora con Maximiliano Abad a la cabeza-, el espacio peronista de Miguel Ángel Pichetto -suponiendo que no juege por afuera-, y la Coalición Cívica pretenden hacerse fuertes en estas legislativas. Con o sin PASO, será un año movido.
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