El sacudón que vivió el Primer Ministro Pedro Sánchez, cuyo gobierno representa al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en alianza con Podemos, puede llegar a ser mucho más que un llamado de atención. Es posible que le abra las puertas a una más amplia coalición de los conservadores del Partido Popular (PP) con Vox, de la extrema derecha, con el objetivo de ganar las próximas elecciones en todo el territorio de la península ibérica. El PP ya gobierna Castilla y León con Vox y la hipótesis es que esa alianza se ampliará.
Esa es una de las razones por las cuales Sánchez anunció al día siguiente de las elecciones municipales y autonómicas, la disolución del parlamento en España y la convocatoria a votaciones anticipadas para el 23 de julio, que es lo que establece la ley española: deben transcurrir 54 días entre ambos hechos.
Jugada política arriesgada, es consecuencia de los resultados obtenidos el domingo 28 de mayo, cuando los conservadores ganaron en más de la mitad de las doce ciudades más pobladas del país. El PP obtuvo el 31,5% de los votos, mientras que el PSOE consiguió el 28,2%. Los conservadores se quedaron con el triunfo incluso en algunos distritos en los que antes había vencido el PSOE, como Sevilla, Valencia y Aragón.
Pero, y aún cuando los candidatos del Partido Popular ganaron en la mayoría de las ciudades españolas, el común denominador es que en general no lograron obtener mayorías absolutas. Hacerse del control de los ayuntamientos de todo el país requerirá que el partido de centro derecha llegue a establecer coaliciones o pactos de gobierno con el partido de extrema derecha Vox. Que duplicó su porcentaje de concejales locales hasta el 7,2 %, lo que significa que tendrán una influencia significativa en las políticas de las ciudades donde el PP necesitará sus votos.
El día después
Si el PP ganó más de siete millones de votos (dos millones más que en las elecciones del 20199, el partido de Sánchez pasó de los 6.6 millones de votos a los 6,2 el domingo 28 de mayo. En declaraciones televisadas desde el Palacio de la Moncloa, la residencia oficial del jefe de gobierno de España, Sánchez se responsabilizó personalmente de los malos resultados de su partido en las elecciones municipales. La decisión de convocar elecciones generales anticipadas es audaz para el Primer Ministro, que ya va por los cuatro años de mandato al frente del primer gobierno de coalición en la historia del país. Tendrá muy poco tiempo para mejorar los índices que más preocupan a los españoles: tasa de inflación y caída en los índices de empleo.
Mientras tanto, las alianzas en la derecha siguen un camino que ya venía trazándose. En Andalucía, por ejemplo, Juanma Moreno (PP) estaba al frente de un gobierno en minoría, respaldado por la extrema derecha. Ya en el año 2022 el funcionario mencionó la posibilidad de tener que alinearse más aún con Vox para mantener el control y la consecuencia es que a sido reelegido presidente de la Junta de Andalucía con mayoría absoluta. También el domingo, Isabel Díaz Ayuso, la presidenta del PP de Madrid, fue reelecta en la comunidad de Madrid y mantiene el control mayoritario del parlamento regional aliándose con los extremistas de derecha.
Apurón y riesgos
La estrategia de adelantamiento de Sánchez es riesgosa también para sus aliados de la izquierda. Todo este proceso podría marcar el inicio de una vuelta al bipartidismo dominado por el PSOE y el PP. Durante la última década, partidos más pequeños como Podemos y el centrista Ciudadanos tuvieron roles influyentes, pero es posible que en el escenario actual les cueste alcanzar el 5% de los votos para calificar para la representación en muchas regiones. De hecho, Ciudadanos anunció que no se presentará en las elecciones de julio y desde el PP se frotan las manos contando con que esos votos (aunque minoritarios) vayan a parar a la derecha.
Durante la mayor parte de este año, Podemos mantuvo desacuerdos con el nuevo movimiento Sumar, liderado por Yolanda Díaz, actual ministra de Trabajo de España. Tanto, que en las elecciones de fines de mayo fueron con boletas divididas: el resultado fue malo para ambos, Podemos fue eliminado de varios parlamentos regionales y los aliados de Díaz tuvieron un desempeño inferior.
Sin embargo, el avance de los conservadores en alianza con la extrema derecha parece estar ayudando a dejar de lado las diferencias menores. Poco después de que Sánchez hiciera su anuncio, Díaz afirmó estar lista para el desafío de resolver las diferencias entre los partidos de izquierda para derrotar a “la España negra” de la derecha. “El mensaje recibido en las elecciones fue muy claro: hay que hacer las cosas de otra manera. Sin distracciones”, tuiteó. La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, respondió anunciando la apertura inmediata de negociaciones con Sumar para llegar a un acuerdo.
Mientras tanto el tiempo los corre. La ley electoral de España establece que los partidos de coalición deben registrarse dentro de los 10 días posteriores a la disolución del parlamento.
Como si todo esto no fuera suficiente, hay que tener en cuenta que celebrar las elecciones nacionales a fines de julio también agrega desafíos más vinculados a la mismísima voluntad de votar de los ciudadanos. Una gran cantidad de españoles estarán de vacaciones y no está claro cuántos de ellos estarán dispuestos a ir a casa a votar. Si los últimos veranos son una indicación, los españoles también votarán en medio de otra ola de calor mortal y prolongada, y en un momento en que los incendios forestales a menudo devastan el interior del país. La participación podría verse muy afectada por cualquiera de estos factores y resultar decisiva para el resultado.
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