La mayor erupción sucedió en la mañana del martes 5. El volcán que es hoy la Corte Suprema de Justicia vio cómo la lava se llevaba a uno sus ministros históricos: a través del Zoom, Elena Highton de Nolasco avisó que renunciaba, generando el asombro de sus colegas. Fue el final de un capítulo caótico del máximo tribunal, lleno de intrigas y suspenso. Y que tiene un final abierto.
Es que desde que Horacio Rosatti fue electo presidente, el 23 de septiembre, suceden una serie de hechos sin antecedentes. Las tensiones, que siempre se resolvieron adentro de la Sala de Acuerdos, se mudaron a los estudios de televisión y la lucha de poder se volvió encarnizada. La grieta en la Corte sorprende en el mundo judicial y preocupa a la política: en medio de un zamba institucional, cualquiera que tenga una causa abierta puede caer.
Despedida. Durante la reunión de acuerdos del martes 5, Elena Highton de Nolasco, de 78 años, avisó que presentaría su renuncia al cargo que ostentaba desde 2004. No fue de la forma más prolija: tras indagar sobre qué formalidades debía cumplir, se comunicó por teléfono con Alberto Fernández aún conectada al Zoom y ante la mirada de los demás cortesanos, por lo que generó la molestia de Rosatti. Luego, su carta de despedida comenzó a circular.
Desde el inicio de la pandemia, Highton de Nolasco había dejado de concurrir al Palacio de Justicia. De hecho, era la única que no había vuelto a su despacho del cuarto piso del Palacio de Tribunales y por la cual las reuniones se seguían haciendo de forma virtual: es decir, a pesar de que cuatro de los cinco ministros estaban presentes, cada uno se quedaba en su despacho frente a la computadora a la hora de los acuerdos.
La última intervención de la ahora ex jueza de la Corte fue el 23 de septiembre, el día en que Rosatti fue electo presidente. A través de un mail, pidió que se postergara la votación hasta tanto Ricardo Lorenzetti estuviese presente: no le hicieron caso y ella faltó a la cita. Lo sintió como el desplante del final.
Ahora, el Poder Ejecutivo será el encargado de postular candidatos y el Legislativo de ungir a un nuevo ministro, con dos tercios de las cámaras. Todo podría suceder en medio de una campaña nacional, por las elecciones del 14 de noviembre, aunque los cortesanos creen que no lo harán aún: el oficialismo no tiene el número de congresales para imponer su voluntad. “No hay preocupación, por acá. No nos preocupamos por cosas que no podemos manejar”, dice una fuente cercana a un ministro. Por ahora, esperan para saber qué propondrá Alberto Fernández.
La ida de Highton trajo todo tipo de especulaciones, incluso que Juan Carlos Maqueda podría renunciar a fin de año. Pero alrededor del ministro decano desmienten la información: “Se va a quedar hasta los 75. Así que le quedan tres años más”, afirman. Las operaciones también están a la orden del día.
Debate. A la elección atípica del presidente, en la que Rosatti debió votarse a sí mismo para conseguir ser electo por las ausencias de Lorenzetti y Highton, le siguió un sinceramiento de peleas internas como nunca habían quedado expuestas.
Es que Lorenzetti les envió una carta a los demás ministros que su entorno hizo filtrar a través de Infobae y dio una serie de entrevistas a distintos medios: “Nunca me hubiera votado a mí mismo”, lo sentenció a su par santafesino.
Luego de las entrevistas, hubo fuertes repercusiones en el Palacio: es que nadie está acostumbrado a que un ministro aparezca en tantos programas de televisión de manera consecutiva. La respuesta de Rosatti llegó en una charla con alumnos de la UCA: “Si uno cree que el universo de la Justicia y de la política son iguales, va a caer en una enorme equivocación”. El clima enrarecido fue ganando voltaje con el correr de las horas. “Esto parece un ministerio, está lleno de internas”, se quejaron cerca de un juez.
La designación de Rosatti, que augura una era de absoluta independencia del poder político, preocupa por el destino de causas muy sensibles y en las que el gobierno de Alberto Fernández tiene alto interés. Sobre todo, las que involucran a la vicepresidenta Cristina Fernández y sus hijos. Al otro lado de la grieta, también Mauricio Macri tiene su suerte atada al comportamiento imprevisible del máximo tribunal, sobre todo por la evolución de la causa del Correo.
Rosatti es una rara avis en el alto ecosistema judicial. Como ministro de Justicia le dió un portazo a Néstor Kirchner por desacuerdos en el manejo del dinero de la obra pública, Macri confesó arrepentirse de haberlo promovido como juez supremo por su “sesgo anticapitalista” y Cristina lo acusa de integrar el lawfare cortesano en su contra.
Desde la presidencia de la Corte aseguran que hay una mayoría que da cierta estabilidad al máximo poder judicial, formada por Rosatti, Rosenkrantz y Maqueda. Un “triunvirato” consolidado. Cerca de Lorenzetti aducen que esos votos sirven para el gobierno de la Superintendencia, es decir para cuestiones administrativas, como aumentos, contratos y licitaciones; pero que en las sentencias de las causas los intereses personales de cada ministro terminarán por dividirlos. Mientras tanto, decidieron realizar una auditoría a la Obra Social del Poder Judicial, un hecho que puede traerles nuevos dolores de cabeza. La renuncia de Highton fue apenas una réplica de un terremoto que no termina de acomodar las piezas.
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