Horas después de definir las estrategias, de posar para las fotos de campaña y de pulir la lista definitiva de Juntos en la Provincia de Buenos Aires, Facundo Manes tomó un avión a España, para presentar su último libro. A su regreso, en una semana, su agenda ya estaba saturada con actos de campaña. Pero esta vez habrá una diferencia sustancial: gran parte de las recorridas las hará con su nuevo coequiper, el que encabeza el espacio, Diego Santilli.
Después de unas primarias donde se sacaron chispas, bajó la tensión que había entre Santilli y Manes: “Están mejor ahora”, dice una fuente del armado que los vio interactuar en las últimas reuniones. Las asperezas comenzaron a limarse cinco días después de las PASO, el viernes 17, en un café matutino en Capital que los protagonistas de la campaña compartieron con Horacio Rodríguez Larreta y con Gastón, el hermano del neurocientífico.
Desde esa mañana, pusieron por delante el objetivo en común: saben que el oficialismo apuntó sus cañones a dar vuelta la elección en la Provincia y ellos tratarán de impedirlo. “Hicimos una elección histórica, la mejor de nuestro espacio en Buenos Aires, no podemos perder esta oportunidad”, sostienen. Pero lo cierto es que los recelos entre uno y otro continúan.
Campaña. El búnker de Juntos está conformado por dos mesas: una política, donde se reúnen las autoridades del partido y los jefes de campaña; y la otra, operativa, donde se deciden todas las cuestiones prácticas como la comunicación, las fotos y los spots.
La estrategia pactada indica que, desde el inicio, la oposición va a jugar fuerte. “Este fin de semana salimos con 4 millones de volantes que vamos a repartir en la Provincia y 75 carteles en las principales rutas, desde Panamericana a otras más chicas. Ya está todo aprobado y coordinado”, comentan desde la organización para el inicio de la campaña.
Pero más que las cuestiones abstractas, lo que preocupa en el fondo es que la coordinación entre los dos principales candidatos fluya y no genere ruidos. “Esto no es Cambiemos, es Juntos. Por lo tanto nosotros ya avisamos que vamos a mantener nuestra identidad, a pesar de que ellos vienen con una inercia de conducción”, avisan desde el radicalismo. Esta vez, quieren compartir la mesa de decisiones con el PRO y no ser actores de reparto.
Desde el rincón amarillo aseguran que ellos tienen más aceitado el trabajo de campaña: “Tenemos un orden como pocos. Somos una máquina electoral”, argumentan. Y sospechan que el lento sistema de decisión de la UCR puede someterlos a algún contratiempo: “Se pueden ralentizar las cosas, pero la aceleración que produjo el Gobierno no te da tiempo para ser muy deliberativo”, agregan.
Hasta ahora, todo se discute: hasta el color de fondo en las fotos. El amarillo tradicional del espacio que gestó Mauricio Macri no será excluyente. Ahora le agregarán tonos de rosa (el que usó Manes en campaña) o rojo, tradicional del radicalismo. No hay detalles librados al azar. Tampoco hay certezas de que en los 45 días previos al 14 de noviembre no haya inconvenientes.
Por suerte para la salud de su campaña, no habrá tanto tiempo compartido, al menos en el diseño original. Santilli y Manes mantendrán su autonomía recorriendo la Provincia, cada uno por su lado. Luego, una vez por semana, las agendas se cruzarán en un acto compartido.
“Si hay que ponerlo en números, van a hacer el 70 u 80 por ciento de las recorridas solos y compartirán el resto”, avisan desde el búnker. La idea es que, juntos o separados, los dos recorran toda la Provincia, de punta a punta.
Sorpresas. La noche del domingo 12 de septiembre quedará en la memoria de los dirigentes de Juntos para toda la vida. Así como en el oficialismo el resultado de las PASO cayó como un balde de agua fría, en la oposición confiesan que tampoco esperaban la victoria.
Un colaborador de Santilli admite ante NOTICIAS que días antes de la elección recibieron una encuesta en la que estaban un par de puntos arriba del Frente de Todos, pero que al ex vicejefe de Gobierno porteño le pareció demasiado optimista. “No lo vimos venir. Cuando nos mostraron esos números pensamos que estaban en pedo”, se ríe ahora.
A dos semanas del resultado, en la interna de Juntos todavía debaten quién es el artífice del resultado histórico. Santilli fue el claro ganador por 674 mil votos de diferencia, pero el radicalismo le remarca, en cada oportunidad, que sin los electores del neurocientífico no había victoria. “Hubiera sido muy difícil que ganáramos si no había un radicalismo de pie y un Facundo Manes, que se caminó toda la Provincia”, contestó Gerardo Morales en una entrevista realizada por Jorge Fontevecchia en el diario Perfil. Y agregó: “Le dije a varios dirigentes del PRO que si teníamos dos semanas más, con Facundo ganábamos en la Provincia. Hicimos una gran elección. Buenos Aires está casi pintada de rojo. Facundo hizo hacer un mapa de todo el país y ya no es solo amarillo y azul; ahora es amarillo, azul y rojo, el color radical”.
La idea de Morales sale del corazón del partido centenario. En la mesa chica se repite una frase con insistencia: “No sentimos que perdimos, sentimos que nos faltó tiempo”.
En el PRO relativizan la conclusión de la UCR: “Los dos candidatos mordieron votos de afuera de Cambiemos”, dicen. Y ponen en jaque la mayor crítica de Manes a Santilli y compañía: es que el neurocientífico aseguraba que tenía que luchar contra el “aparato” del gobierno de CABA. “Facundo dice que fue invisibilizado en las primarias, pero nosotros hicimos una auditoría y él tuvo más presencia en medios nacionales que el ‘Colo’. No era un ‘David contra Goliat’, como él vendió”, critican.
La novela de desencuentros en la previa de las PASO tuvo capítulos dedicados a la negativa de Santilli a debatir públicamente, a acusaciones sobre los fondos de campaña y hasta uno acerca del búnker donde esperarían los resultados. Ese domingo a la noche, el del PRO cedió al deseo de Manes y unificaron el espacio en La Plata. Eso le impidió a Larreta tener la foto de un festejo unificado que tanto anhelaba.
Estrategia. En las sucesivas reuniones en conjunto, desde las PASO hasta el reinicio de la campaña, la oposición intentó encontrar el motivo de la victoria en Buenos Aires. Descubrirlo, pensaron, sería la mejor manera de plantear una estrategia acorde a lo que se necesita para no perder las legislativas en el distrito más poblado del país. “Creemos que hay algo que se rompió por la pandemia y la cuarentena extendida entre el kirchnerismo, los jóvenes y la clase baja”, dice una fuente que estuvo presente en esos mitines. Y completa: “Eso que se rompió no lo van a poder suplantar con una heladera”.
Para sumar votos, desarrollaron un mapa con los lugares de recorrida a los que Manes y Santilli tendrán que ir solos, a los que tendrán que ir juntos y las localidades donde es conveniente que la dupla vaya acompañada por Larreta.
La primera movida del ajedrez será ir de nuevo a los 50 municipios estratégicos: esos donde se concentra el 85% de la población de la Provincia y donde gobierna el peronismo.
Luego, la estrategia será buscar a los que no fueron a sufragar y a los 300 mil votos que quedaron en el camino, con candidatos que no entraron a las generales, pero que creen que podrían seducir: los electores de Cinthia Fernández, Cynthia Hotton y Juan José Gómez Centurión. Esos dos puntos pueden ser clave el 14 de noviembre.
Las tensiones que puedan surgir en campaña entre Manes y Santilli no son el único problema al que están atentos los armadores. El otro inconveniente que resaltan es parte del gen argentino: el exitismo. “En las reuniones de campaña se insiste en que lo de las PASO no fue un cheque en blanco, que no hay que creérsela. Pero hay muchos que hacen una mala lectura. Hay mucha gente con ansias de reivindicación personal”, dice una fuente que tuvo despacho en la Casa Rosada durante la gestión de Macri.
Más allá de los cafés previos, la relación de confianza entre Santilli y Manes se irá desarrollando -o no- a lo largo de la campaña. El cansancio, las presiones, los egos, los nervios y la posibilidad histórica de derrotar al peronismo en su enclave pueden jugar una mala pasada. Hay 350 mil votos de diferencia con el Frente de Todos y una campaña que recién empieza: la flamante pareja no tiene margen para cometer errores.
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