Los últimos tres días fueron de arduo trabajo para la diplomacia latinoamericana. Además de estar luchando contra la pandemia y apurando la repatriación de los varados en el exterior, tanto la Cancillería argentina como la chilena tuvieron que ocupar su tiempo en un cruce de declaraciones que culminó con la llamada de hoy a la tarde entre Alberto Fernández y Sebastián Piñera. Más allá de este nuevo intercambio –no es el primer cortocircuito entre los presidentes-, en el albertismo corrió como pólvora una bronca subterránea que ahora volvió a aflorar: el apuntado es Marco Enríquez Ominami, el referente del socialismo chileno que es amigo de Fernández. Polémica en puerta.
Hay que entender al albertismo que mira de reojo a Ominami y que hoy volvió a poner el grito en el cielo. Aunque nadie niega que el último cruce fue producto de un traspié del propio Fernández –el viernes, en una charla en el grupo de Puebla, apoyó a la oposición chilena, una declaración que cayó pésimo en el gobierno vecino-, desde entonces los encargados de las relaciones internacionales habían estado trabajando para bajarle el tono a la disputa. Vino como anillo al dedo el hecho de que Fernández y Piñera tuvieran agendada desde hace una semana una llamada para hoy a la tarde. “Más allá de cualquier diferencia, tenemos que unirnos en estos difíciles momentos que atravesamos por la pandemia”, fue la declaración conjunta de ambos mandatarios luego de la charla. Aunque cuentan que la conversación fue “larga” y “en buen tono”, no se pueden ocultar las “diferencias”. “Alberto siempre pensó lo mismo y apoyó al socialismo chileno, aunque es verdad que ahora tiene otro rol y hay algunas formas que hay que respetar”, conceden desde el Gobierno.
Sin embargo, en donde no se pudo aflojar la bronca fue con Ominami. El hombre, amigo desde hace años de Fernández y referente en la oposición de su país, viene cosechando enojos en el núcleo duro albertista y también en la Cancillería. A fines del año pasado, incluso, el chileno tuvo una dura discusión con Solá. Los cercanos a Alberto le imputan jugar al doble comando con la diplomacia con el gobierno vecino, para cosechar capital político propio, y varios le recuerdan la foto que se sacó con Mauricio Macri en el cierre de la campaña del 2015 y el acto que compartió con Martín Lousteau, en ese entonces candidato a la ciudad, en esas elecciones. También lo acusan de ser contraproducente: “Es insólito que lo tengamos de interlocutor cuando el gobierno chileno tampoco lo quiere”, explican.
En ese laberinto estaban las relaciones cuando Ominami dio una polémica entrevista hoy a la mañana, para Radio Duna, una emisora chilena, que le volvió a agregar leña al fuego. “La polémica que se armó es injusta, porque si hay alguien que ha querido venir a Chile es Alberto Fernández. Le ofrezco al presidente Piñera, ya que es público y notorio que soy amigo del presidente de Argentina, mi contacto para que se vean. Porque yo quiero transparentar algo. Yo intenté que se vieran y no han querido", dijo el chileno, en una declaración que volvió a despertar las broncas del albertismo.
¿Quién es Ominami? El ex candidato a presidente de Chile tiene hoy una fundación llamada Progresa y junto con el argentino Mariano Mussa, del Centro de Estudios Estratégicos de Relaciones Internacionales (CEERI), son los organizadores del Grupo Puebla, un encuentro con sectores del progresismo latinoamericano que tuvo su primer encuentro en julio del 2019. Hoy Fernández es el hombre con más poder político en ese grupo, a la par que Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, se alejó del mismo. Entre los integrantes del Puebla se destacan el ecuatoriano Rafael Correa, el paraguayo Fernando Lugo, los brasileños Dilma Rousseff y Lula Da Silva y también el español José Luis Rodríguez Zapatero. A muchos de ellos, sumado Pepe Mujica de Uruguay y Nicolás Maduro de Venezuela, Ominami los entrevistó para su documental "Al fondo a la izquierda", sobre los líderes latinoamericanos de los últimos años.
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