En el programa récord y más escuchado de la FM, Santiago del Moro sólo emite alegrías y dice que “la vida es una fiesta”. Tanto júbilo evoca “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” (novela de Philip Dick) en la que, en un mundo difícil donde hasta los animales son robots, existe el “Show del amigo Buster”, que transmite felicidad 23 horas por día.
Pero, como además y justamente, el dueño de FM Pop es el empresario Cristóbal López (que comercia corderos: hijos de la oveja), el dato deja servido el título de la nota.
Para dicha de su audiencia, Del Moro sostiene que “Mañanas campestres” “Da fuerza a quienes nos escuchan”. Y, como si necesitase demostrarlo, varias veces por mañana el equipo entero canta a coro “La canción de Pinocho”, “La marcha de Malvinas”, “La copa rota” o el “Feliz cumpleaños” a los oyentes.
Los fervorosos jóvenes reciben la mañana bailando (desde las 6 am) y dicen que, en caso de que un desengaño ensombreciera sus vidas, siempre tendrían la chance de “volver a la casita de los viejos” (todos los integrantes del staff merodean los 40 años de edad).
Pero “Mañanas campestres” no corresponde del todo a esta era. Pertenece a una época, que está en sus comienzos, y en la que son los medios los que instalan las narraciones que originan los modos de vida. En esta época naciente los medios y las personas no necesitan pensar (en el sentido de que pensar requiere una pertinencia y una adecuación al tema a tratar). Pero en cambio si se dedican a opinar sobre todos los temas (opinar tiene más que ver con una descarga personal y con la emisión de señuelos rápidos que atraigan audiencia).
Dicho de otra manera: Santiago del Moro no parece tener interés en producir interioridad (cualidad que requiere de un tiempo para retener la información) y eso tampoco se lo pide su multitudinaria audiencia.
“Mañanas campestres” está más cerca de la asociación libre y por eso las frases son emitidas a una velocidad en la que no puede haber fijación de ideas. Todos pasan de un tema a otro en un flujo continuo: de la automedicación al hijo de Gisela Bernal, del hombre encontrado muerto y que había tenido sexo con un espantapájaros al paro de transportes.
Entre cualquier radio del Siglo XX y este programa la diferencia única que existe es la que hay entre un libro y un videogame.
Pero además, los integrantes del programa son candorosos e imaginan, por ejemplo, qué rostro tendría Dios en caso de tener rostro: uno dice que tendría la cara de Estela de Carlotto, otro que la de Xuxa y otro que “Dios tendría el rostro de Virginia Lago cuando presenta películas por TV”.
No obstante, cuando lo creen necesario, tienen un mínimo de represión: dicen que “Brancatelli hace muy buen sexo oral” y una de las mujeres de la mesa aclara que no tiene “problemas con la lubricación”.
Ah… un dato para el final: en la novela de Philip Dick se sospecha que también “el Amigo Buster” es un androide.
por Luis Frontera
Comentarios