(***) La tradición escénica argentina, de la risa como válvula de escape, que permite sobrellevar la realidad cotidiana, tuvo y tiene gloriosas y reconocidas antecesoras en Nini Marshall, Nelly Láinez, Edda Diaz, Cecilia Rosetto, Gabriela Acher y tantas otras. Ahora se sumó Dalia Gutmann quien, durante varias temporadas, trajinó su “Cosas de minas”, un unipersonal que recorrió diferentes teatros y con el que realizó giras por el interior e incluso por algunos países de Latinoamérica.
En él describía el mundo de las mujeres con las exigencias laborales, familiares y personales, que generaba una inmediata catarsis. Lo que comenzó en una sala pequeña, no tardó en propagarse y terminó generando un éxito tan grande que la llevó, en apenas unos años, a llenar teatros como el Ópera Orbis. Además, publicó libros y trasladó su estilo descontracturado a la radio y la TV Pública.
Con motivo de la reapertura del remozado Maipo, estrenó “Tengo cosas para hacer”, una propuesta con la que le habla a un público más amplio y donde se atreve a meterse con una temática universal.
La protagonista de este stand up dice no terminar de entender la dinámica de la vida, ya desde pequeña. Como consecuencia, se inventa un mundo paralelo, llamado Gutmanlandia, en el que siempre trata de sostener el optimismo, a pesar de las adversidades, la baja autoestima o las culpas que acarrea.
Solita sobre el escenario, con la mínima participación del stage manager que ayuda con algunos cambios de vestuario y a mover un enorme e incómodo trasto (que complica bastante el ritmo del show), pone toda la carne al asador y logra arrancar carcajadas a una platea que se ve reflejada en la ironía verbal.
Las canciones, quizás la parte más floja del espectáculo porque no canta bien, van desde una alabanza de amor a uno mismo, a una loa al papel higiénico. Gutmann saca buen partido de sus dotes histriónicas, reflexiona, se ríe de sí misma y demuestra, una vez más, el poderoso efecto del humor sobre nuestro estado de ánimo.
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