*****Hasta el fin de los tiempos, las artes escénicas acudirán a la ilimitada veta de las complicadas relaciones entre los sexos. En ella cabe desde la tragedia hasta el absurdo más delirante, desde el análisis psicológico hasta la comedia superficial, desde la piedad hasta la burla.
Porque siempre nos seducen las variaciones sobre un tema infinitamente reiterado, casi desde los orígenes del teatro: Agamenón y Clitemnestra figuran entre los primeros ejemplos de matrimonio mal avenido; Mark Twain en “El diario de Adán y Eva”, remonta la disputa a la pareja originaria del Génesis; Shakespeare hace que Catalina y Petruchio, entre otras duplas, se peleen aun antes de casarse.
En “Cartas de amor”, el dramaturgo estadunidense A. R. Gurney Jr. (1930-2017) opta por la expresión de los sentimientos con una gran delicadeza de matices. Tal vez tradicional en la forma, pero con una particularidad: la sugerencia silenciosa de una música que emana del texto. De fondo y melancólica, aunque nunca opresiva.
Ahora se rescata esta pieza que concuerda con las reglas del distanciamiento social. Una obra de 1988 donde un hombre y una mujer, ubicados uno al lado del otro, leen lo que se escribieron, a lo largo de seis décadas, desde la infancia hasta la madurez, y en diferentes lugares geográficos y, fundamentalmente, emocionales.
Quién esto escribe recuerda con emoción el inolvidable estreno porteño, en el teatro Regina: Bárbara Mújica y Arturo Puig, con puesta de Oscar Barney Finn, en 1990. Así vivió la bienvenida reposición, protagonizada y dirigida por el matrimonio, en la vida real, de los siempre extraordinarios Selva Alemán y Puig. Ellos encarnan a Melissa Gardner y Andrew Makepeace Ladd III, quienes acumulan cartas, notas y postales, a través del internado, la universidad, la marina (para él) y la escuela de arte (para ella) hasta una edad adulta en la que ambos buscan el reconocimiento público y la satisfacción amorosa.
No alcanzan los adjetivos para elogiar a estos intérpretes capaces de transformar el arte de actuar en embriagadora poesía. Sumado al perfecto protocolo sanitario del Multiteatro Comafi, que brinda total tranquilidad al público, recomendamos esta propuesta sensible, ingeniosa y conmovedora.
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