★★★ La rotunda belleza de un rostro sin tiempo y el total desenfado para no disimular yerros ocasionales, propios y ajenos, caracterizan a la actriz y conductora Juana Viale. Después de reemplazar con probada eficacia a su abuela, la icónica Mirtha Legrand, verdadero tesoro nacional del espectáculo argentino, Viale estampó su nombre en el título de los legendarios almuerzos. Al ensayar un improvisado baile apenas traspone las puertas deslizables que preanuncian su aparición, una desbordante y contagiosa vitalidad definen el inicio de cada programa, ahora propio.
De todos modos, aún conserva a rajatabla el molde heredado y cabe preguntarse si no debería asumir un rol más descontracturado. Por ejemplo, además del inicio descripto, puntualiza la indumentaria y accesorios que luce, en una tarea que parece limitarla. Porque en cuanto a prendas, bijouterie y calzado, está aferrada sólo a los sofisticados diseños de Gino Bogani, y se pierde la oportunidad de lucir atavíos de diferentes y hasta emergentes diseñadores de moda.
Además, presenta a los diferentes invitados (aunque con copetes que lee y un breve clip audiovisual que sirve como introducción de éstos), que se sientan alrededor de una lujosa y formal mesa, en lugar de adoptar un tono distendido. Quizás la ayudaría estar en el living, rodeada de sus convidados despatarrados por doquier, degustando comida más propia de una reunión informal, para comer con las manos y ayuda de servilletas. Encima, comenta con la simpática chef Jimena Monteverde el detalle de la sucesión de platos, enuncia un sinfín de publicidades y atiende las indicaciones del equipo detrás de cámaras. Es en este corset estructural donde se evidencia cierta incomodidad de Juana, cuyo espíritu espontaneo y frontal, se encuentra sitiado por cumplir lo previsible antes que por intentar probar suerte con aquello que pareciera ser lo que más la identifica.
Lo positivo es cuando aborda la sufrida realidad de nuestro país de modo directo. Por ejemplo, se pudo volver a apreciar su capacidad de preguntar y escuchar con mucha atención cuando entrevistó a la ministra de educación porteña, Soledad Acuña, a propósito de la insólita y desmedida toma de colegios secundarios por parte de alumnos de la ciudad de Buenos Aires, en reclamo de mejores viandas. También su evidente desenvoltura para preparar un postre junto al joven cantante Rusherking.
En suma, Juana Viale tiene la extraordinaria oportunidad de darle su impronta a una cita semanal que demanda una aproximación más novedosa y auténtica con el televidente. Ojalá no la desaproveche.
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