*** Aunque el DNI diga que su nombre es Juan Martín Rago, conocemos al joven músico, comediante y actor argentino por el seudónimo de Jey Mammon. Fogueado en unipersonales donde ofrecía una galería de desopilantes personajes como el citado Jey, Topu, Alberto, Marisa, el locutor Carlos Langalda o el cura, entre otros, alcanzó popularidad por su caracterización de “Estelita”. La estrafalaria e indiscreta conductora vio la luz primero en espacios escénicos alternativos, con funciones a la gorra. Luego saltó a la radio, más tarde al teatro comercial y, finalmente, recaló en la televisión abierta y con programa propio. Nada menos.
“Estelita en casa” llegó a la pantalla de América en el inicio del pasado agosto, con producción de Jotax, empresa perteneciente al riñón del canal, y se puede ver al término de “Animales Sueltos”; de lunes a viernes, de 00.30 a 1.
La pandemia del coronavirus alteró la forma de hacer todo, tanto que Mammon tomo la opción de utilizar su propia casa como escenografía, incluidas las mascotas gatunas. Así, vía Zoom, conversa de manera desacartonada con figuras del mundo del espectáculo en ecléctica convocatoria. Desde Graciela Borges (juntos en la foto) y Natalia Oreiro, hasta Coco Sily y Mica Viciconte.
Sin duda, su caricaturesca composición continúa la senda que impusieron, en los inicios de la década del noventa, feroces e hilarantes criaturas como “Sonia Braguetti”, aquella mucama ardiente, con ostentoso bigote, que personificaba Horacio Fontova en “Peor es nada”, junto a Jorge Guinzburg. Igualmente, una voluminosa y pintarrajeada “La Gorda”, que el gran Antonio Gasalla, ponía al frente del segmento de famosos convocados para el “Rincón de los ídolos” de su inolvidable “El Palacio de la Risa”. Así como “La Tota”, de Miguel del Sel, que comenzó, primariamente, con reportajes a populares invitados y luego resultó participante recurrente en lo de Susana Giménez.
Estos humoristas, enfundados en los atuendos de esas irreverentes hipérboles femeninas, lograban que destacados entrevistados aceptaran pícaras consultas que, quizás, nunca responderían en el marco de un reportaje formal. En particular, las que indagaban aspectos íntimos.
Jey no les va en zaga, pero debe lidiar con otra plaga del siglo XXI: el exceso de exposición de personas públicas en las redes sociales o los múltiples envíos vespertinos que se alimentan del escándalo o lo privado. No obstante, algunas veces, logra escarbar hasta el tuétano de sus convidados y los dispares diálogos que entabla, suelen entretener antes del descanso nocturno.
Comentarios