(TRES ESTRELLAS Y MEDIA)
“Quiero que desconecten de la mugre y de la locura”, pidió el carismático Alejandro Fantino, más como una expresión de deseo que de realidad, en el inicio de su nuevo programa. Después de un tiempo alejado de la televisión de aire, debutó en la pantalla de El Nueve, luego de veinte años en los que se convirtió en una de las figuras más representativas de América. “Mi palabra no es la que vale, va a ser una más de tantas y lo que va a correr acá es la conversación”, anticipó y, enhorabuena, cumplió.
En una mesa que remeda a las icónicas de Mirtha Legrand, reunió también para comer, esta vez cenar, al escritor y psicoanalista José Abadi, al cantante y compositor Paz Martínez, a la modelo Sofía Jujuy Jiménez, a la actriz Ana Acosta, al exfutbolista Walter Erviti, y al ministro de seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni. Cada uno de ellos pudo compartir vivencias y opiniones sin ser interrumpido ni cuestionado. Toda una rareza en tiempos de crispación, griterío y confusión mediática.
En lugar de un estudio profesional, se ambientaron un par de salones del Palacio San Miguel, espacio porteño que data de fines del Siglo XIX. Porque, luego, hubo una segunda parte con el economista Javier Milei, en un íntimo y distendido mano a mano, que no escapó a temas controvertidos. En las próximas emisiones prometió repetir este tipo de charlas con las visitas de Sergio Massa y Patricia Bullrich, y así completar la triada de los principales candidatos a la presidencia, en la inminente elección nacional.
Aunque se dice que manifestó su preferencia por uno de ellos, el hecho es que Fantino logra muy buenos reportajes de los políticos, al menos los más justos. A todos deja hablar y, de esa manera, lejos del libreto de campaña, obtiene de ellos jugosas confesiones. Lo logra sin estratagemas, arrogancia, ni interrupciones. En sí mismo, esto genero el mayor interés para verlo.
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