Toda innovación tiene sus promotores y detractores. Es el caso de la tapa a rosca, que gana cada vez más terreno como tapón en la industria del vino. El mercado internacional, los costos y el medioambiente lo demandan. Los consumidores la aceptan aunque algunos se apegan al ritual del descorche. ¿Cuáles son los beneficios? A continuación, las claves de la tapa rosca.
Para los vinos jóvenes. “En Argentina cada vez más bodegas -pequeñas, medianas y grandes- la utilizan para los vinos jóvenes destinados a ser consumidos en el año de la cosecha o uno o dos años más”, dice Carol Abousleiman, sommelier de la Escuela Argentina de Vinos y periodista especializada y agrega: “Sin embargo, hay excepciones como el MTB Torrontés 2013 (CostaFlores Vineyard) que tiene tapón a rosca y está hace cuatro años en botella y en perfectas condiciones”. Este tipo de cierre se utiliza principalmente en la llamada línea de entrada (entry level) y, como explica el sommelier Fernando Armesto, “se ve en el segmento de vinos blancos con perfil fresco y frutado”. Actualmente, según estadísticas de Viventions South America, elaboradora de tapas a rosca y presente en la Argentina, el market share es de 13% en Argentina, similar a Estados Unidos y España. En el caso de Chile es de aproximadamente el 50% y en Nueva Zelanda aún más.
Quiénes fueron los pioneros. Las tapas a rosca como el corcho sintético aparecen como una alternativa al tapón de alcornoque, más conocido como corcho, que tarda al menos siete años en dar su fruto. La responsabilidad medioambiental y los costos que esto implica dieron lugar a este nuevo cierre. Mariano Braga, sommelier, describe: “El boom fue en los años 90 en Australia y Nueva Zelanda. Costó que se masifique pero ahora algunas bodegas en España, Italia, Francia y otros países muy tradicionales en los que era impensable el uso de la tapa a rosca, se animan porque los mercados lo exigen”. Así es que la tapa a rosca se convierte en la garantía de que los vinos que viajan largas distancias no se oxiden.
Beneficios y desventajas a la vista. “Algunas bodegas las usan por un tema de costos -son más económicos que los corchos reconstituidos o de alcornoque- y otras por un tema de conciencia ambiental. Además, la tapa a rosca asegura que enfermedades que pueden ser transmitidas por un corcho no aparezcan”, explica Armesto. “Siempre hablamos de vinos jóvenes porque en los vinos que mejoran con los años, el alcornoque da un gran plus: la microoxigenación gracias al material poroso del corcho. Por otro lado, al ser algo tan novedoso, no existe la trazabilidad que nos permita evaluar su estado y resultados en vinos con 20 años de añejamiento”, explica Braga.
“Quizás la cuestión más negativa que tenga el uso de la tapa a rosca sea la imagen, ya que al consumidor tradicional le gusta la ceremonia del descorche que está opción no permite”, agrega. Por eso, así como las bodegas eligen a sus vinos jóvenes para aplicar la tapa a rosca, el consumidor de menor edad es el que mejor recibe esta propuesta. En los últimos años, además, se hizo un gran esfuerzo por educar a los tomadores ya que como cuenta Armesto, “hace unos años, los consumidores asociaban la tapa a rosca con vinos de menor calidad”. Hoy el consumidor conocedor y especialmente interesado ya conoce sus cualidades y por eso sigue en ascenso.
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