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SOCIEDAD | 14-01-2020 11:31

Batalla de cotillón: la fachada la Casa de la Cultura y sus intervenciones

Una pared que no tiene paz; arte, “intervenciones” políticas y la restauración muralista del ministro Tristán Bauer.

La medianera de la discordia tiene una ubicación privilegiada en la esquina de Carlos Pellegrini y Juncal. Si bien está dentro de un palacete de 600 metros cuadrados, su presencia se impuso a la del edificio cuando perdió la inocencia de los paredones grises. Metáfora pictórica del consenso como misión imposible nacional, la medianera devino entonces en lienzo de ladrillos para un duelo de relatos sin fin: se le estampó muralismo ideológico, arte geométrico y restauración. En apenas una década el paredón personalísimo se volvió un desafío para funcionarios y ya ninguno podrá en el futuro eludir la pregunta: ¿Qué hacemos con esto?

Todo empezó en el 2011, cuando Cristina Fernández creó  por un decreto presidencial la “Casa Patria Grande Néstor Kirchner” en ese edificio público que había pertenecido a Defensa.  

Ajena al pudor por el autobombo y el ingreso precoz a la historia, la presidenta en funciones celebró la idea de incluir un mural que retratara a los presidentes latinoamericanos (amigos) del momento. El militante que se ofreció a poner manos a la obra incurrió en una rara traza de proporciones más propia de un fotomontaje fallido. Cristina quedó pequeña detrás de un Kirchner de brazos abiertos (había fallecido poco tiempo atrás), a quien dirigían sus miradas Evo Morales, Rafael Correa, Hugo Chávez, Lula y Fidel Castro. Como fondo de estos protagonistas del mural, un rejunte de extras cruzaba al Che con Manuel Belgrano.

Pero entonces llegó Macri y ordenó el traspaso de la “Casa Patria Grande” de la Secretaría General de la Presidencia al Ministerio de Cultura.  Y la rebautizó como “Casa Creativa del Sur”. Y se borró el nombre de Kirchner de la entrada. Y su foto de la recepción. Y todo el merchandising kirchnerista que decoraba los ambientes, como el salón Presidente Chávez donde dictaron cursos expositores ultraoficialistas de la talla del piquetero Luis D´Elía.

Mural


 
Con la idea de despolitizar la dependencia, el macrismo la destinó a ser sede de la Subsecretaría de Economía Creativa (toda una denominación de origen), bajo la promesa de impulsar proyectos culturales con criterio federal. Y convocaron a artistas del interior del país para que, en forma consecutiva, pintaran sobre una placa de durlock estratégicamente ubicada sobre el mural de los exmandatarios latinoamericanos. Arrancó la marplatense Inés Raitieri, con una obra de arte colorida y geométrica que necesita explicación: paleta de colores de la naturaleza, el rojo del ceibo patrio, el amarillo del sol. Pero resultó debut y despedida. Nunca se reemplazó.

Y así encontró la pared, tapiada con arte, el flamante ministro de Cultura Tristán Bauer, tan afecto a las guerras épicas de cotillón. Ya había llorado frente a los muñecos de próceres caídos en la batalla de Tecnópolis (“Belgrano decapitado, San Martín, mutilado” sollozó el ministro), así que fue natural que le inyectara dramatismo al rescate del mural enmascarado. Agradeció por tuiter a los trabajadores que pudieron recuperar la pintura kirchnerista, aunque apenas tuvieron que remover la placa de durlock. A nadie agradeció que no hayan tapado a los líderes con brochazos de pintura a la cal.

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Alejandra Daiha

Alejandra Daiha

Jefa de Redacción y columnista de Radio Perfil.

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