“Si Dios me lo permite, me jubilo a fin de año”, disparó Lilita tres meses atrás, encendiendo la alarma de propios y extraños. Sin dudas, si Carrió se alejara de la actividad dejaría felices a políticos de la oposición, pero también a muchos colegas que comparten el espacio de Cambiemos. Sobre todo a aquellos que siguen la doctrina de Durán Barba y consideran que la diputada representa “la política del siglo XX”.
Aunque su anuncio no sería más que un engaño. Efectivamente, a fin de año Carrió se jubila, pero como abogada, ya que a partir del 26 de diciembre (cuando cumpla 60), tendrá la edad necesaria y los aportes hechos como para cobrar la pensión. “Pero va a ser candidata en las legislativas del año que viene. Lilita no puede vivir sin la política”, confirma un allegado.
Lo que aún Carrió no define es si se sumará a la lista de la provincia de Buenos Aires o de la Capital. Según pudo averiguar NOTICIAS, la diputada se va a tomar hasta diciembre o principios del 2017 para comunicar su decisión, manteniendo en vilo a sus aliados y aquellos que prefieren que Macri se desembarace de ella.
“Si va a la ciudad, nos resuelve un problema”, asegura un armador de la estrategia de Cambiemos en la Provincia. Porque allí, para aprovechar la muy buena imagen positiva que tiene la gobernadora María Eugenia Vidal, quieren que “el candidato sea el equipo”. Con Jorge Macri o Esteban Bullrich a la cabeza, creen que pueden armar una lista digna y sin Lilita. Y le dejarían la puerta abierta a Margarita Stolbizer, la competidora natural de Carrió, para que se sume a su espacio. En el PRO confían en que se la pueden arrebatar a Sergio Massa. “A más tardar en marzo debería estar con nosotros”, se confían. Lilita, claro, recela de esta idea.
Pero la estrategia que tejen depende de la elección de Carrió. “A Lilita no se le puede decir adónde le conviene ir. Lo va a decidir ella. Y si se quiere quedar en Provincia, va a haber un conflicto”, reniega un funcionario.
En Cambiemos, los funcionarios la quieren. Pero la quieren lejos. Algunos se sienten amenazados porque no saben si les va a tocar ser blanco de sus denuncias y otros recelan de la relación que creó con Macri. “Tiene línea directa con Mauricio”, cuenta su vocero. Claro que eso depende de dos factores: que tenga buena señal en su celular (la ubicación de su chacra no es un detalle menor) y que el teléfono no le juegue una mala pasada, ya que aún usa uno viejo con tapa en el que ni siquiera sabe mandar mensajes de texto.
La buena relación de la diputada y el Presidente cuenta con la bendición de la esposa de Macri, Juliana Awada, con quien comparte comidas algunos fines de semana en la quinta Los Abrojos. Tras la internación, Macri fue uno de los primeros en comunicarse con Carrió, quien le agradeció el gesto de haber suspendido la Mesa Nacional de Cambiemos, que se iba a realizar ese mismo martes por la tarde y en la cual Lilita iba a tener un papel estelar.
Ignorada. “Estoy enferma de impotencia”, les repetía Lilita a sus allegados, antes de la operación coronaria. No se refería a ningún dolor en particular, sino al profundo malestar que le produce que las causas que denunció no avancen en la Justicia todo lo que ella quisiera.
Carrió anda con la pólvora mojada. Sus denuncias tienen gran poder de fuego mediático, pero no hieren ni a los K, ni a los funcionarios de Cambiemos a los que apuntó. Sospecha que en el fondo no la escuchan.
Denunció al jefe de la policía bonaerense, Pablo Bressi, por supuestos vínculos con el narcotráfico, pero la gobernadora Vidal lo sostuvo en su cargo. A Daniel Angelici lo acusa de operar en la Justicia, pero la relación del presidente de Boca con Macri no se resiente. También le apuntó a Silvia Majdalani –la vicejefa de los espías– y pidió que eliminaran la nueva Agencia Federal de Inteligencia (AFI), pero no le hicieron caso.
Mientras tanto, Margarita Stolbizer le arrebató el protagonismo como principal denunciante de la corrupción K, y sus causas avanzan a paso firme. Y en el PRO coquetean con ella. Suficientes datos para que en la cabeza de Carrió aparezca la palabra conspiración.
El papel que le toca a Carrió no le sienta cómodo. Ser parte del Gobierno implica haber tenido que avalar el ajuste y disimular los tropiezos que se provocan en la economía y en el aumento de la pobreza. Implica también haber quedado pegada a la defensa de Macri en los Panamá Papers, aunque sea un caso en ebullición, que no se sabe dónde podrá terminar.
Es probable que todos esos factores se sumaran para el proceso de implosión que vive la diputada. “Lo que le pasó es una lástima. Pero no se cuida y se hace mucha mala sangre”, dice con ironía y una sonrisa en la boca un importante funcionario del Gobierno.
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