Lejos, muy lejos, quedó la época dorada del cine europeo en las salas porteñas. Durante 2016 se estrenaron en Argentina unas 70 películas de producción europea, y solo cuatro de ellas ingresaron entre las 100 más vistas del año, siendo “Florence la peor de todas”, la mejor rankeada (123.000 espectadores).
Y la tendencia se repite de 2013 a esta parte: sólo cuatro figuraron entre las 100 más vistas ese año, mismos datos para 2014, y apenas una más (5 en 100) para 2015.
Con este promedio, en el último lustro, sólo el 2,1% de los tickets cortados fueron para las películas de producción europea, que recaudaron aproximadamente 56 millones anuales de pesos, sobre una torta de 2.700 millones por año para los cines argentinos.
Tendencia. Hace dos décadas, el cine europeo duplicaba sus números actuales: en 1997 el 5,6% de la audiencia prefirió las producciones del viejo continente; en 1998 fue un 6,4% ("Full Monty", que cortó medio millón de entradas); y en 1999 casi tres millones de tickets lograron la marca de 9,3% cuatro veces la marca actual.
Claro, ese ese año la tríada compuesta por "La vida es bella" (oscarizada como Mejor Película extranjera, y con Roberto Benigni alzándose como Mejor Actor), "Nothing Hill" (la gran comedia romántica del año) y "Shakespeare Enamorado" (que le robó el Oscar a Mejor Película a “Salvando al Soldado Ryan”), fue un suceso en la taquilla.
Hace falta la lupa para encontrar sucesos similares en años posteriores. En 2012 la película francesa "Búsqueda Implacable 2" (con Liam Neeson como estrella, Luc Besson como productor y lógica hollywoodense) llenó las salas con casi un millón de tickets vendidos, para rematar tres años después con una secuela que movilizó a 700.000 personas.
En los tiempos intermedios entre aquél gran 1999 y ese oasis de acción francesa, Europa se resguardó fundamentalmente en las co-producciones con Norteamérica, fundamentalmente en franquicias juveniles como Harry Potter y Las Crónicas de Narnia, esas que nunca fallaron y siempre sacudieron el mercado.
“El cine americano tiene una gran capacidad industrial que copa las salas, y el cine europeo queda circunscripto a menos cantidad de pantallas”, comenta David Obarrio, programador del BAFICI .
Valeria Lavalle, directora de programación para Latinoamerica de la distribuidora Diamond Films, confirma la hipótesis: “hoy es muy difícil estrenar películas europeas. Es más, durante los años de digitalización de las salas (Ndr: de 2009 a 2016) las majors aumentaron en un 120% su venta de entradas, mientras que las distribuidoras independientes perdieron un 50% de sus espectadores”.
Polarización. Durante 2016 los datos arrojan que la polarización ya no se da entre Estados Unidos y Europa, sino entre los estrenos de Hollywood contra los del resto del mundo. Por eso los tanques, con los superhéroes y animadas a la cabeza, se comieron el 90% de la taquilla.
La importación de películas europeas se va volviendo entonces una cuestión complicada: sin público no hay ganancia, sin ganancia no hay reinversión. Según desnuda Zeta Films, puede pagar entre 5000 y 20.000 dólares para hacerse con los derechos de películas como “La Grande Bellezza” (Paolo Sorrentino, 2013), o “Historias Napolitanas” (Antonio Capuano, 2015).
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