El mundo cambió y, aunque la adolescencia siempre fue una etapa conflictiva en la vida de las personas, los problemas a los que se enfrentan los jóvenes de hoy son muy distintos de los que tuvieron que enfrentar sus padres. El bullying –que empieza en la escuela pero que se expande en las redes sociales–, el incremento de consumo de alcohol y drogas, la violencia de género, el grooming, el aumento en la tasa de suicidios y las autolesiones son sólo algunos de los factores que los amenazan.
Los expertos ya bautizaron a este grupo etario, nacido entre 1995 y 2015, bajo el nombre “Generación Z”: chicos de entre 12 y 23 años. Son los nativos digitales, los que controlan cinco pantallas al mismo tiempo. Son los hijos del mundo posterior al 9/11 y fueron afectados directamente por la crisis financiera mundial del 2008.
Autodidactas, emprendedores y desconfiados de las estructuras tradicionales. Los códigos y lenguajes de esta nueva generación son prácticamente inentendibles para los adultos.
Se trata de una generación con chicos nativos digitales, que ven en el uso de la tecnología una virtud. Sin embargo, esto tiene una contracara ya que optan por la comunicación virtual en detrimento del contacto personal, lo cual les genera problemas de sociabilización y los vuelve más solitarios e individualistas. Debido al intenso uso de redes sociales, muestran poca preocupación en cuidar su privacidad y la instantaneidad de internet los vuelve seres impacientes.
"Desde lo social, estamos atravesando una crisis de sentido a nivel global. En el pasado, los adolescentes tenían una vida más programada por los adultos. Pero hoy, en el mundo posmoderno, los adultos no nos podemos dar ni respuestas a nosotros mismos y menos se las damos a ellos. Los grandes no podemos dar seguridad de lo que va a pasar mañana y eso genera una incertidumbre enorme en los chicos", afirmó Julieta Alonso, socióloga y miembro del equipo distrital de Infancia y Adolescencia de la dirección de Psicología de la DFCyE de la provincia de Buenos Aires.
El mundo posmoderno, que se caracteriza por privilegiar el individualismo por sobre las construcciones colectivas y que promueve las relaciones efímeras y el disfrute inmediato, pone a los adolescentes en un lugar más vulnerable que en el pasado. "Ellos viven su propio aquí y ahora. Lo quiero, lo tengo. Hay una búsqueda del placer permanentemente y se instaló la idea de que hay que probar todo y no quedar afuera. Todo esto, que se relaciona con la necesidad del reconocimiento, se potencia con las redes sociales", agrega la psicopedagoga Laura Turner, del mismo equipo de trabajo.
por Marcos Teijeiro y Giselle Leclercq
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