Corría mayo de 1940 cuando Winston Churchill prometió a su pueblo el más formidable plan de ajuste del que se tenga memoria: no rendirse ante Hitler y presentar batalla. Vendría hambre, miseria, habría que combatir y perder a muchos seres queridos. Las cosas iban a empeorar mucho antes de empezar a mejorar. Churchill fue de frente y prometió “sangre, sudor y lágrimas”.
Pero había detrás un plan inspirador, seguir siendo un país libre. Dos meses después, Alemania empezó a bombardear Londres. El pueblo estaba preparado. 75 años después, Mauricio Macri asumió como Presidente de la Argentina con una economía que según el propio Gobierno estaba al borde del colapso. Y para muchos requerían medidas que demandarían “sangre, sudor y lágrimas”.
Sin embargo, se está por cumplir la mitad del mandato y buena parte del empresariado argentino parece resignado a que no habrá cambios de fondo ni medidas audaces que modifiquen el rumbo del país y le permitan a la economía argentina recuperar la competitividad perdida. Decisiones como bajar impuestos, reducir los costos laborales, modificar los planes sociales para que sirvan para insertarse en el mercado laboral, etc.
Hace unos meses, el empresario textil Teddy Karagozian lo cruzó al ministro de la Producción, Francisco Cabrera y le dijo: “Si ustedes no hacen el ajuste, el ajuste lo vamos a tener que hacer nosotros”.
Los despidos y el cierre de empresas crecen, a pesar de que los números macro muestran cierta recuperación de la economía muy tibia. “Te estás comparando contra un momento muy malo, por más que te dé un número positivo la situación sigue siendo mala”, dijo José Urtubey, vice de la UIA, el miércoles en un programa de televisión.
El cuadro es preocupante. No se genera empleo privado. El leve repunte en los números macro no enamora ni provoca un “boom” de inversiones. Y el déficit persistente combinado con el creciente endeudamiento externo empiezan a encender luces de alerta. Todos los dólares que entraron como préstamos a Nación, provincias y empresas o a la “bicicleta” financiera (traer dólares y colocarlo en Lebacs) tarde o temprano abandonarán el país.
NOTICIAS habló con una docena de empresarios de todos los tamaños y economistas, revisó comentarios de los directorios de las empresas en una veintena de balances y relevó las opiniones de las principales cámaras empresarias.
La conclusión parece ser una paradoja bien argentina. Nadie quiere volver al pasado. Pero el sentimiento dominante que impera parece ser la desilusión. Pase lo que pase en las elecciones de octubre, el Gobierno de Mauricio Macri no tomará el difícil camino de tomar medidas de fondo.
Límites
Así, muchos piensan que la economía marcha lentamente hacia una nueva crisis, que además, podría no suceder dentro del actual mandato (ninguno de los consultados ve dificultades para este año o el año que viene). Hay margen para seguir prorrogando la toma de decisiones de fondo.
Los analistas son más audaces para ponerle voz a esta mirada o incluso dicen que sin una crisis, los políticos no van a tomar las decisiones que hay que tomar. “Deseo que venga una crisis peor que 2001 para que Argentina achique el Estado, los impuestos y los sindicatos; por las buenas nunca se dará”, tuiteó, polémico, el economista Miguel Boggiano, que fue repudiado. “Es la única forma de alertar sobre estas cosas pero en Argentina hay cosas muy difíciles de cambiar”, dijo Boggiano en diálogo con NOTICIAS.
Boggiano no es el único, en el fondo, muchos piensan que si no se toman medidas fuertes para sanear la economía, la realidad se impondrá con una nueva crisis.
“El mundo empresario se encuentra bastante defraudado con el gobierno de Mauricio Macri cuando compara lo realizado en relación con las expectativas que se tenían”, dijo a Noticias, el economista Diego Giacomini. El director de la consultora Economía & Regiones es uno de los voceros de esta percepción y cada vez es más requerido por los medios para explicar lo que está pasando con un gobierno de CEOs que, paradójicamente, no convence al empresariado.
“Cambiemos no honró el nombre de la coalición que lo llevó al poder. Porque el Gobierno no ataca los problemas de fondo de la economía, la clase empresaria esperaba que Mauricio Macri bajara los impuestos, bajara aún más el gasto público, de manera de desahogar al sector privado y alentar inversiones”, señala.
Giacomini tiene una explicación de por qué el empleo privado no crece, a pesar de la tibia recuperación. Básicamente, los despidos en el 2015 estaban contenidos, las empresas demoraron desprenderse de personal esperando el cambio –fuera Scioli o Macri–, de guardia en la Rosada. “Hay entre 80 mil y 90 mil puestos de trabajo menos. La empresas aguantaron a los empleados que no necesitaban, pero ahora no ven cambios y aun cuando se crezca al 3% no alcanza”, afirma. Si se crece a ese ritmo, el PBI per cápita en 2020 estaría en el mismo lugar que en 2011, calcula Giacomini.
Miguel Arrigoni, presidente de First Capital, afirma que Macri arrancó muy bien. “Los primeros 90 días fueron espectaculares, con la salida del cepo, pero después se quedó”.
Las grandes empresas también miran con cautela todo lo que sucede y apuestan a mantenerse, pero casi ninguna prevé expansiones agresivas. Las grandes inversiones brillan por su ausencia, salvo en sectores muy puntuales.
“Yo no veo grandes inversiones, salvo en el sector energía”, dijo Carlos Olivieri, ex director financiero de YPF y profesor de posgrado de la Universidad Austral y la Universidad de Michigan.
NOTICIAS relevó los balances anuales de unas 20 empresas entre las que se encontraban Newsan, Ferrum, Arcor, Aluar, Ledesma, Agrometal, Colorín, Havana, Village Cinemas y Bodegas Esmeralda. En sus notas a los accionistas, los directorios destacan el impacto de las políticas del primer año de Gobierno de Cambiemos con distintas menciones al retraso cambiario, la entrada de importaciones (Ferrum realizó una presentación anti-dumping por sanitarios de China), la suba de costos producto de una inflación que sigue siendo alta o la política monetaria del BCRA que genera un impacto negativo en la firmas, sobre todo pymes.
Los balances de las compañías que cotizan en Bolsa han arrojado que en el primer año de Mauricio Macri los resultados fueron peores que en el último año de Cristina. Es cierto que algunos rubros muy puntuales sí tuvieron una resurrección. Por ejemplo, Agrometal no da abasto con los pedidos de cosechadoras.
Las ganancias conjuntas de las compañías que cotizan en el Merval 25 pasaron de 41.134 millones de pesos en 2015 a unos 8.600 millones en el 2016, según la recopilación que realizó el departamento de Research del Banco Supervielle.
Impuestos en crisis
“Los impuestos ya hace tiempo son altos, eran altos con el anterior gobierno, per0o una cosa es pagarlos cuando hay ventas, y otra distinta afrontarlos cuando está todo parado”, dijo a Noticias, Víctor Gorostiaga, un desarrollador inmobiliario que está construyendo dos torres en la ciudad de Posadas. La obra se desaceleró al ritmo de ventas “casi nulas” durante el último año y medio, aunque ahora señala que hay “un leve repunte”.
Los comentarios de otros empresarios son más o menos similares y casi todos destacan que más allá de la voluntad de normalizar la economía, falta un verdadero plan.
Salvando las distancias. Un plan como el que tenía Winston Churchill hace 75 años. El hombre no se anduvo con vueltas, y prometió que su pueblo la iba a pasar mal. Cumplió. Y se transformó en uno de los más formidables líderes que dio la historia.
por Martín Boerr
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