Para molestias ocasionales como un dolor de cabeza, una indigestión o malestar estomacal, el acceso a medicamentos de venta libre representan un alivio eficaz si se tiene presente que funcionan para calmar los síntomas pero no las enfermedades. Por ejemplo, suelen ser de venta libre los antitérmicos y analgésicos como el paracetamol o el ibuprofeno, preparados con vitaminas y/o minerales, medicamentos para el estreñimiento o para diarreas, antihistamínicos, pediculicidas, antimicóticos, repelentes, filtros solares cosméticos, cremas con vitaminas, expectorantes y antigripales como mucolíticos, descongestivos nasales y medicamentos para la tos.
Sin embargo, el uso incorrecto ocasiona complicaciones que son vistas cada vez con más frecuencia en las guardias y consultorios de los hospitales públicos y privados.
La escala del problema
Acceder a medicaciones “sin receta” y con falta de criterio tiene consecuencias, porque “que sea de venta libre no significa que sea inocuo”, advierte Mariano Díaz, médico pediatra y toxicólogo del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
Y resume la situación: “Cuando nos consultan por un paciente que llega con un abuso de ingesta en medicación de venta libre puede ser porque se excedió en el deseo de calmar su molestia o incluso, porque quiso autolesionarse. En la guardia de pediatría veía casos donde el uso de antiespasmódicos enmascaraban una apendicitis”. Al demorar la consulta, el cuadro se puede complicar, por ejemplo, con una peritonitis.
Según Díaz, los antiespasmódicos representan la segunda causa de intoxicación. Desde su experiencia también asegura que “nuestro karma es el paracetamol”, afirma, mientras recibe una consulta desde Córdoba por un paciente que ingirió 10 gramos de este analgésico, el equivalente a 10 comprimidos.
“La dosis hepatotóxica, es decir que puede causar enfermedad hepática tóxica, es de 7,5 gramos por lo que ante esta situación se requiere el uso de un antídoto para neutralizar o contrarrestar los efectos nocivos del exceso de paracetamol”, explica el toxicólogo y advierte que el uso crónico de analgésicos secundarios como el paracetamol puede tener un efecto perjudicial directamente en los riñones, dando lugar a la necesidad de diálisis o trasplante.
De aquí se desprende otro tema: el gasto hospitalario que suponen los efectos adversos.
Digestiones
Son numerosas las especialidades médicas que enfrentan las consecuencias del mal uso de medicamentos de venta libre. Claudia Milano, jefa del Servicio de Gastroenterología del Hospital Nacional Prof. Dr. Alejandro Posadas, cuenta que los remedios empleados para combatir la acidez, los laxantes y el empleo de productos para las hemorroides también enmascaran males mayores.
“Cuando los síntomas son frecuentes, nosotros desearíamos que la gente consultara antes con un médico clínico, para que evalúe como puede resolverlo o bien para que indique una derivación”, explica la especialista y agrega que en la actualidad nota que los pacientes suelen llegar a la consulta médica con enfermedades en estados avanzados.
“Esto ocurre porque el paciente no puede o no quiere venir ya sea porque no puede dejar de trabajar o porque tiene miedo de estar enfermo. Mientras tanto, opta por tratar los síntomas apelando a los medicamentos de venta libre”, describe Milano y remarca la importancia de consultar al médico ante síntomas como fiebre, dolor y sangrado.
“Recordemos que el hospital es público, que pueden concurrir a centros de atención primaria y que si viene a tiempo de ser asistido y orientado el paciente puede reducir el consumo de medicación”, y cuenta que desde mitad del año pasado hasta ahora en el Posadas han recibido 23 casos de tuberculosis intestinal donde algunos de los enfermos relataron que al comenzar con tos ingirieron jarabe, al tener fiebre optaron por aspirina o ibuprofeno y ante el sangrado rectal pensaron que tenían hemorroides y usaron pomadas.
Los laxantes tienen un capítulo aparte. La recomendación de ingerirlos es acertada cuando el origen “es ocasional y siempre indicado por un profesional debido a un trabajo lento del intestino por causa de una alimentación inadecuada”, describe la médica, quien también es miembro de la Sociedad Argentina de Gastroenterología (S.A.G.E.) “Sin embargo, cuando lo que cambia es el hábito evacuatorio, hay que consultar” concluye.
Músculos y huesos
La experiencia en asuntos de automedicación con remedios de venta libre, entre los traumatólogos, supera a la del resto de las especialidades.
En épocas donde correr y tener una vida activa se estimula desde todos los medios e incluso ante el apuro por llegar en forma al verano, algunas personas caen en una sobre exigencia que puede llevar a un abuso de anti-inflamatorios no esteroideos (AINES, desinflamatorios). Es lo que destaca Christian Sierra, Director Médico de CIOT (Centro Integral de Ortopedia y Traumatología de Berazategui) quien destaca que no se trata de demonizar los antiinflamatorios que aliviaron y mejoraron la calidad de vida de muchos pacientes en momentos puntuales pero sí de recomendar su uso para ciclos cortos y a la dosis más bajas posible, siempre dentro de su rango de eficacia, y con prescripción médica.
“Una gran cantidad de pacientes ya vienen auto medicados. Siempre hay un amigo o familiar que les aconseja qué tomar. Sucede, por ejemplo, con el diclofenac”, dice Sierra y agrega que al tener una composición que aumenta los niveles de tensión arterial, cuando un paciente hipertenso tiene un pico en sus niveles la verdadera causa está en lo que tomó para calmar algún dolor.
Miguel Sangiovanni, Coordinador del Área Integrada de Cardiología y Prevención Cardiovascular e Hipertensión Arterial de DIM Clínica Privada, afirma que existe la creencia de que ante las dos presentaciones disponibles del diclofenac (sódico o potásico) el indicado para el paciente hipertenso es el potásico porque no contiene sodio, sin embargo lo que hace el sodio o el potasio es cambiar la rapidez con la que actúa.
“Ambos deben indicarse con precaución si el paciente sufre de hipertensión o tiene antecedentes cardíacos”, indica Sangiovanni. Sierra, por su parte, enfatiza que “se desaconseja el consumo de diclofenac de forma preventiva ya sea antes de competiciones o entrenamientos intensos o buscando mejorar el rendimiento físico”.
La venta libre de esta medicación se limita a la dosis de 25 miligramos y es muy usada por personas que padecen algún dolor crónico.
“El 90% de los pacientes que me consultan han recurrido a los remedios antiinflamatorios por su cuenta sin haber tenido considerado o sin saber siquiera que tienen efectos adversos”, asegura Nieves Capozzi, miembro titular de la Sociedad Argentina de Reumatología.
Cabeza y mente
Otro escenario que describe un conflicto similar es el de la cefalea. “El paciente se automedica con analgésicos o antiinflamatorios no esteroideos, ambos de venta libre, que no son las opciones adecuadas para abordar ese trastorno”, explica María Isabel Rúa, neuróloga y miembro del grupo de trabajo de Cefaleas de la Sociedad Neurológica Argentina. Esto lleva al desarrollo de un nuevo tipo de dolor de cabeza o al empeoramiento del dolor preexistente, descripto como cefalea por abuso de medicación.
“Un componente con mucho poder de acostumbramiento es la ergotamina”, explica. Si bien se prohibió la venta en kioscos y en todo ámbito fuera de la farmacia aún es sencillo conseguirla sin receta.
“El mecanismo para aliviar el dolor de cabeza es la vasoconstricción, es decir que contrae las arterias, y si el paciente abusa pueden producir problemas cerebrales, cardiológicos y renales porque deja de circular sangre con flujo y normalidad”, describe la especialista y cuenta que le ha tocado ver pacientes que perdieron alguna de sus extremidades por la mala irrigación sanguínea.
“Cuando la persona llega a consumirlo dos veces al día durante bastante tiempo debemos hacer una limpieza de analgésicos. Tuve pacientes que ingerían hasta 7 pastillas de manera diaria. Es algo cíclico, el dolor de cabeza se presenta cada vez con más frecuencia porque los neuroreceptores demandan más analgésicos”, detalla Rúa. “Hablamos de abuso de consumo y parece algo elegido por el paciente, pero el dolor hace perder la noción de la frecuencia en el consumo de analgésicos”, advierte. El tratamiento para normalizar esta dependencia incluye corticoides y en algunos lugares indican internación.
por Malena Lobo
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