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SOCIEDAD | 21-03-2018 11:19

A qué se debe el furor argentino por "La casa de papel"

La serie de Netflix es de las más vistas en el país. Guiños, empatía e identificación.

"¿Todavía no la viste? La tenés que ver ya. Es increíble”. La frase, con ligeras modificaciones pero el mismo ímpetu para recomendar “La casa de papel”, se repite una y otra vez. Los fanáticos se multiplican día a día y el encanto por la serie se propaga como un virus. En el trabajo, la escuela, la universidad y también la calle “La casa de papel” se volvió uno de los temas de conversación predilectos. Mucho más en las redes sociales, donde las discusiones en torno a los sucesos de la primera temporada y las teorías sobre qué sucederá en la segunda están a la orden del día. Mientras la masa de fanáticos no para de crecer, muchos otros, que aún no han sido seducidos por la serie, huyen de estas charlas, o bien porque piensan verla más adelante o también porque los “fieles” de la producción española se convirtieron en fanáticos.

Es que si bien se volvió un fenómeno en todo el planeta y ya figura en algunos listados como una de las 100 mejores series mundiales de la historia, en Argentina, “La casa de papel” se volvió casi una religión. No alcanza sólo con mirarla y entretenerse. En nuestro país la pasión va más allá.

Sin ir más lejos, el propio Marcelo Tinelli la celebró como una gran serie y se encuentra en tratativas para lograr que uno de los personajes, Denver, pueda formar parte del Bailando 2018. Además, su programa tendrá parte de su apertura inspirada en la serie.

Su hija Candelaria, en tanto, también se manifestó fanática e incluso no dudó en vestirse con el tradicional mameluco rojo que caracteriza a los protagonistas del atraco de ficción. No fue la única, Sofía “Jujuy” Jiménez y Laurita Fernández también posaron con el overall. De hecho, este disfraz es uno de los más requeridos en este momento y se comercializa en internet a precios exagerados. Lo mismo que la careta de Dalí que complementa el atuendo.

La serie traspasó así la pantalla. No fue un entretenimiento televisivo más sino que forjó una identificación total con el público argentino. Incluso, logró penetrar en uno de los más selectos ámbitos de manifestación popular: la cancha. Varias hinchadas reversionaron la antigua canción italiana “Bella ciao” que suena en la serie. En la previa del superclásico en Mendoza se pudo escuchar cómo la hinchada de River y la de Boca ya habían adaptado la letra. Hasta se dedicó una versión a Javier Mascherano pidiendo que no se lo incluya en el Mundial Rusia 2018.

El tema original se convirtió en imprescindible en cualquier fiesta o boliche de moda. Paradójicamente, la canción surgida como un canto de protesta antifascista en la zona de Boloña, se volvió un producto de marketing que hoy es tarareado por miles de argentinos que desconocen qué es lo que cantan.

Los actores de la serie también hicieron algunos guiños al fervoroso público argentino. Y así Pedro Alonso (Berlín en la ficción) puede declararse admirador de Lionel Messi, mientras que Enrique Arce, (Arturito), se reconoce admirador de Roberto Fontanarrosa y simpatizante de Rosario Central. Gestos que sólo retroalimentan la fidelidad del público nacional.

Pero, ¿por qué se produce este encanto?, ¿Qué lleva a los argentinos a empatizar con los atracadores de la ficción?. ¿Qué tiene “La casa de papel” que enloquece a todos los que la ven?

El ladrón interior. La serie narra la historia de nueve delincuentes que trazan un plan para tomar la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre donde se imprimen los billetes. A partir de ese puntapié comienza la historia que tiene a gran parte de los argentinos, del otro lado de la pantalla, entusiasmados en que estos ladrones logren su cometido.

“En el público argentino se produce una especie de veneración a estos ladrones porque, de algún modo, logran hacer justicia al mismo tiempo que delinquen. Al planear un golpe sin disparar y lastimar a nadie y no perjudicar a un particular, sino al sistema, son vistos como rebeldes que vencen al sistema y eso produce una especie de satisfacción en el espectador. Como una revancha ganada”, explica a NOTICIAS el sociólogo especialista en opinión pública, Carlos De Angelis.

Así, los espectadores comienzan a empatizar con los delincuentes, quienes a su vez no son presentados como los típicos maleantes peligrosos sino como personas comunes que deciden rebelarse.

“La serie es planteada como un sueño casi revolucionario de golpear al sistema desde un lugar idealista”, resume a NOTICIAS Marta Betoldi, una de las guionistas de “Las Estrellas”, la ficción más exitosa de la TV argentina en el 2017. Para ella, “los atracadores son presentados como victimas del mismo sistema”, y eso explica por qué el espectador busca que triunfen los que están cometiendo un ilícito.

En un país en el que el límite entre el bien y el mal es tan difuso, las ficciones del género policial prosperan en la medida en que justamente muestren los grises de sus protagonistas. Ni buenos tan buenos ni malos tan malos. Jorge Fernández Díaz, explicó a raíz de “La herida”, su última novela policial, que el éxito del Remil (el detective y personaje principal de la historia) se debe a que “es un agente de Inteligencia que se dedica al lado sucio de la política y le pareció verosímil a los lectores. Remil es un canalla simpático, quizás ese canalla que todos llevamos dentro”.

Desprovistos de la imagen de delincuente tradicional, los atracadores de la serie española se convierten en héroes que, para el gran público, no están haciendo un mal sino sólo atacando el orden establecido. “Es un éxito en Argentina porque se inscribe en la misma matriz que el caso de Mario Fendrich, el subtesorero del Banco Nación de Santa Fe que se robó más de 3 millones de dólares en 1994. Acá, el que logra vencer al sistema se gana la simpatía popular”, dice el político y abogado Mauricio D'Alessandro, quien sostiene que aunque en todo el mundo se celebra que el débil se imponga al fuerte, en nuestro país esto toma una preponderancia mayor. “Siempre que sea con inteligencia y sin matar ni violencia, se le toma cierto cariño al personaje”, apunta.

De hecho, tanto el caso de Fendrich como el de los ladrones del “Robo del siglo” al Banco Río de Acassuso, en el 2006, perduran en el imaginario nacional como personajes aplaudidos por su audacia. “Incluso el 'Gordo' Valor tiene un aura de simpatía”, agrega De Angelis. Precisamente Luis “Vitette” Sellanes, uno de los cerebros del “Robo del siglo”, explica a NOTICIAS que “lo que pasa con la serie es parecido a lo que nos pasó a nosotros después del robo. La gente se identifica y encuentra una pequeña satisfacción, que siente como un triunfo, cuando se le gana a un banco o, en el caso de la ficción, a la Casa de la Moneda”.

Alejandro Bazzano, cineasta uruguayo que llegó a dirigir cuatro capítulos de la serie, se manifestó en este sentido y explicó por qué también en su país, de idiosincrasia parecida a la Argentina, la serie no para de sumar adeptos: “Lo que buscan los atracadores no es solamente una fortuna importante sino que haya un golpe al sistema, un acto de rebeldía y resistencia. Y es algo que todos tenemos, porque tal vez vivimos en un sistema que no nos convence demasiado, pero no nos queda otra que seguir luchándola. Por eso, el público se identificó con estos ladrones no tan malos”.

Magia. “El profesor es un protagonista encantador. Brillante, amable, seductor y, aún puesto contra las cuerdas, elige no matar”, comenta Betoldi. Es que además de la identificación que el público pueda tener, también existe un indudable talento de guionistas, directores y actores para armar personajes que puedan ganarse la simpatía del espectador.

“Hay que tener en cuenta que se produce un fenómeno de pertenencia de clase que hace que cualquiera de esos atracadores de la ficción pueda ser uno de nosotros o alguien cercano. Los protagonistas son vistos como parte de esa clase media que, a fin de cuentas, es la misma que consume la serie”, explica De Angelis.

El mérito de quienes armaron la serie es justamente ese. Que cada cual sienta empatía con uno o varios personajes, sin importar lo que este haga. Así, por citar otros ejemplos, fueron muchos los que celebraron que en “Breaking Bad” el personaje principal pase de ser un profesor de secundaria a convertirse en el más importante narcotraficante de Texas.

“Vitette” reconoce este fenómeno: “Hace ya un tiempo, cuando era joven, daban por televisión la serie 'División Miami', y yo, que ya estaba en el mundo de la delincuencia, terminaba haciendo fuerza por los policías porque la historia te iba llevando a eso. Al final siempre quería que atrape a los delincuentes”, recuerda.

Por estas latitudes, justamente, “La casa de papel” supo interpretar una pulsión oculta pero inherente a todos: la rebelión contra el sistema impuesto. “Si yo te contara la cantidad de casos que tengo de personas que les apareció en la cuenta del banco dinero que no era suyo por error y lo gastaron igual, no lo creerías”, comenta D'Alessandro.

Para De Angelis, además, “La casa de papel” aporta un condimento más: “Por su temática, es un refugio nostálgico de un pasado con idealismo para los que la consumen”.

Ladrón que roba a ladrón. A pesar de volverse un suceso mundial, las voces en contra de la serie también han comenzado a hacerse oír. Porque a pesar de que encanta al público, la serie que justamente trata de un atraco ha sido acusada de robo. Aunque los creadores han reconocido inspiración en otras obras, muchos explicaron que más que inspiración, “La casa de papel” toma escenas e ideas de dos películas: “Reservoir dogs”, de Quentin Tarantino, e “Inside man”, de Spike Lee.

Para Sellanes, además, se basaron en su ya célebre fallido golpe al Banco Río. “Es evidente que algo se inspiraron en el robo de Acassuso. No sé si algún libretista, guionista o si el director uruguayo les pasó el dato, pero algunas ideas las sacaron de ahí”, afirma.

“La casa de papel”, que en España debutó en 2017 con un rating para nada espectacular, explotó este 2018 luego de ser adquiridos sus derechos por Netflix. A poco de estar disponible se convirtió en la serie más “maratoneada”. Curiosamente, ahora, tanto los protagonistas como los productores se encuentran llevando adelante una campaña para evitar que la segunda temporada sea pirateada, buscando que ese sistema desafiado en la ficción, se mantenga en el mundo real.

Desde Netflix anunciaron que el 6 de abril será la fecha en que todos podrán comenzar a saber el deselance de la historia con los últimos seis capítulos. Sin embargo, para una troupe de seguidores tan fanáticos, la espera fue demasiada y optaron por ver la segunda entrega de manera ilegal. Como no podía ser de otra manera, fue un argentino el que lo reconoció. El humorista Nik tuiteó que estaba descargando la segunda temporada de la serie y fue Álvaro Morte, el celebrado Profesor de la ficción, quien lo reprendió públicamente. Después de todo, la rebeldía contra el sistema queda dentro de la pantalla.

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