Delgado, con una figura atlética, Pierre Lurton saluda tímido. A pesar de que a lo largo de la entrevista se disculpa por sonar presuntuoso. Es que el enólogo francés no esconde el orgullo que le provocan los logros y cargos que acumula en su currículum. Como ser presidente de la bodegas “Cheval Des Andes” en la Argentina, y de las históricas “Cheval Blanc” y “Château d’Yquem”, en Burdeos, Francia, con vinos multipremiados y clientes ilustres como Thomas Jefferson y George Washington. Pero fue la presentación de la Cosecha 2014 de Cheval des Andes, un vino argentino con sello francés, lo que lo trajo a Buenos Aires. Lurton recordó cómo fue su llegada al país en 1999, cuando su equipo le aconsejó que conociera los viñedos de Terrazas de los Andes en Mendoza. Allí entró en contacto con el malbec y le intrigó la idea de volver a experimentar con una uva que en su Francia natal terminó diezmada por la plaga de filoxera en 1860.
Noticias: A cargo de dos bodegas centenarias en Francia, un país con una enorme industria del vino, ¿por qué incursionar en la Argentina?
Pierre Lurton: Desde mi empresa me dijeron: “hacés unos maravillosos vinos en Burdeos, ¿por qué no probar en la Argentina y hacer uno espléndido?”. Acá hay una buena vitivinicultura y en Burdeos hay una pasión. Se trataba de establecer esa sinergia.
Noticias: ¿Cómo ve la situación del vino en el país?
Lurton: Como en todos lados, y en particular en Burdeos, hubo momentos más fáciles y otros difíciles. Pero la Argentina se ha vuelto específica en lo cualitativo. Su mercado empieza a hacerse notar en el mundo. Hay muy buenas bodegas, Catena (Zapata), por nombrar alguna, que compiten con nosotros. El vino argentino ha tomado vuelo.
Noticias: ¿Desde su mirada de enólogo, qué tiene que tener el vino ideal para el paladar nacional?
Lurton: En la Argentina el vino es chic, como su gente. El mejor es el que tiene la firma nacional, es decir, uno basado en el malbec. Como soy bordelés, consumir una cepa que no tenemos desde el siglo XIX, se siente como hacer un viaje iniciático.
Noticias: ¿Pero hay vida después del malbec?
Lurton: (Se ríe). La tiene que haber. Creo que hubo varias vidas del malbec. La primera fue las cosechas de uvas iniciales, de excelente calidad. Después hubo otra de producción, donde el malbec no se expresaba. Ahora volvimos a la calidad que uno aprecia. Con mi equipo también ponemos cabernet sauvignon, merlot, cabernet franc, pero básicamente el malbec, la firma argentina.
Noticias: ¿Qué ritual tiene el argentino con el vino que lo diferencie del francés?
Lurton: Al argentino le gusta beber buen vino. Prefiere uno de calidad aunque pague más. El vino invita a estar con los otros. Es amistosa. Voy a casas de familias que me hacen el honor de abrirme botellas. En Buenos Aires veo una fuerte presencia de wine bars o restaurantes con platos que se maridan con distintos vinos. Hay un consumo social.
Noticias: ¿Cómo se seduce a las generaciones jóvenes?
Lurton: Estoy en desacuerdo con los jóvenes que beben para sentirse mejor. Para seducirlos hace falta un lenguaje claro y sencillo. Básicamente tiene que pasar por varias etapas: primero, ir por una cepa, un varietal. Luego pasar a distintos terruños para ver cómo se expresa esa misma cepa. Después, buscar combinaciones y blends de otras cepas. Lo que lleva al nuevo consumidor al vino es que sea fresco, frutado, que se beba con facilidad. No hay que intelectualizar las cosas.
A pesar de que Lurton hace productos para un público muy exclusivo, se define como un hombre simple y apasionado. Cuando asumió la dirección de “Château d’Yquem”, con sólo 33 años, una de sus primeras medidas fue bajar el precio de ese vino porque consideraba que no podía ser inaccesible para los franceses. “Para hacer un gran vino, debes amar la vida. Yo la disfruto mucho. Por eso no me considero snob ni complicado”, dice el enólogo, quien tiene a su cargo uno de los imperios más grandes del mundo. Pero no lo ha hecho solo. Su familia ha estado vinculada a la vitivinicultura desde fines del siglo XIX y su apellido es sinónimo de vino. En la actualidad, entre hermanos y primos, suman catorce miembros de la familia que son dueños o directores de más de 1.300 hectáreas de viñedos en Burdeos, Languedoc, España, Australia, Portugal, Chile y Argentina. Y son una de las pocas familias que tienen a tanta de su gente trabajando en la industria. Aunque para Pierre, el negocio familiar no siempre fue su primera opción.
Noticias: Estudió cuatro años de Medicina. ¿Cómo fue eso?
Lurton: Siempre me interesó cuidar a los demás, por eso estudié Medicina. Después me metí con el vino porque está en mi genealogía. Vendemos productos caros, pero quise hacerlo con la paradoja francesa, esa historia de una cena con comida llena de grasa, pero el vino con la tasa más baja de colesterol de Europa. Entonces quise cuidar a las personas con el vino. Con eso hago a la gente feliz y siento que es la mejor manera de cuidarla.
Noticias: Es padre de seis chicos y gran parte de su tiempo transcurre viajando. Su mujer no debe estar muy feliz.
Lurton: Mi primera esposa sí (se ríe). Mi segunda mujer es periodista y brasilera. Me hizo conocer la cocina de alto nivel. Con ella viajé a conocer la cocina peruana, luego la de San Pablo. El próximo viaje es a España. Esto me permitió conciliar dos mundos extraordinarios: el de la alta cocina y el de los grandes vinos.
Noticias: ¿Qué otras cosas disfruta hacer en su vida?
Lurton: Me gustan los caballos, suelo andar en la Cordillera de los Andes. Pero mi primera pasión es la navegación de barcos de vela de madera. Tengo uno con casco de caoba. Me gusta porque no va derecho, hay que saber manejarlo. Es como la vida. Las cosas que son fáciles no son tan simpáticas y divertidas, ni tan emocionantes. Prefiero cosas que demanden dificultad o un desafío.
Noticias: ¿Cuál fue su mayor desafío?
Lurton: Hubo varias encrucijadas. La primera fue abandonar Medicina para meterme con el mundo del vino con mi familia. Luego, dejar a mi familia y dirigir “Cheval Blanc” a los 33. Además de entrar como presidente de “Château d’Yquem”, que puede sonar presuntuoso, pero me permite estar a la cabeza de dos grandes “Premiers Grands cru Classés A” (la mejor categoría de vino en Burdeos). Siempre digo que vivo en el cielo con las estrellas y al mismo tiempo tengo los pies en la tierra. También es importante no haberme quedado sólo en Francia. La experiencia argentina me abrió el corazón y los ojos y me amplió el panorama.
Daniela Bianco
@daniellebbianco
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