La actual misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) en la Argentina excluyó a muchos medios de la rueda de prensa que ofreció al llegar el pasado 10 de noviembre, pero al menos ha sido más amplia a la hora de encontrarse con referentes políticos y sindicales. En la semana que pasó, el jefe de la misión, el italiano Roberto Cardarelli, y el enviado a reabrir la oficina local del Fondo, el jamaiquino Trevor Alleyne, se reunieron, por ejemplo, con el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, y con la cúpula bifronte de la CGT, integrada por Carlos Acuña y Héctor Daer, que se ha acercado últimamente al PJ kirchnerista pese a suspender el paro con el que había amenazado para fin de año.
Asesores de estos interlocutores críticos de las políticas del FMI coincidieron en describir a Cardarelli y Alleyne: "Me impresionaron. Hablan como si fueran funcionarios argentinos". ¿En qué sentido? "Sabemos que el programa es del FMI. En tiempos de (Roberto) Lavagna (como ministro, entre 2002 y 2005), esto no ocurría. Es muy evidente y Cardarelli y Alleyne actúan sin recato", responde uno de ellos y recuerda con sorna el día de mayo pasado en que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, dijo: "El préstamo del FMI nos permitirá seguir con el plan gradualista". Los acuerdos de junio y octubre lo echaron por tierra.
El otro consejero ecuerda que tras la crisis de 2001 el Fondo removió a su entonces jefe del Departamento Occidental, el argentino Claudio Loser, y puso al frente al indio Anoop Singh: "Había en ellos una conciencia culposa respecto de la Argentina. Y los gobiernos de (Eduardo) Duhalde y (Néstor) Kirchner se lo recordaban todos los días. El Fondo había sido corresponsable de la crisis. En cambio, hoy el FMI ve que el problema es de Mauricio Macri, que recibió un país desendeudado y se puso la economía de sombrero. No se siente responsable de esta crisis. Por eso, hoy su posición negociadora es durísima y se cubre por si todo se va a la mierda. Esto lo ves en el staff y en los directores europeos del FMI. Pero por Estados Unidos le financiaron la presidencia a Macri y desfinanciaron al próximo presidente. El staff lo ha aceptado, pero aclaró que hay altas probabilidades de que el esquema pierda sustentabilidad. Dejaron por escrito el riesgo electoral, la posibilidad del retorno del populismo, el riesgo de caída de la recaudación tributaria".
"Esta revisión que está haciendo la misión no presenta dificultades", aclara el asesor. "Después de que las dos partes metieron la pata en el primer acuerdo (el de junio), ahora no hay problema. El tema va a ser la próxima revisión, del primer trimestre de 2019, porque se van a cagar en las patas con la caída de la actividad. Pero al FMI le interesa cómo se paga la deuda, no la política de crecimiento", agrega.
Ambos asesores consultados coinciden en que resulta normal que el FMI haya reabierto su oficina porteña tras 15 años de ausencia, dado que siempre las tiene en aquellos países con los que mantiene programas de financiamiento. No hay que olvidar además que el crédito del Fondo a la Argentina es récord histórico mundial: 57.000 millones de dólares, muchos más que los 9.000 millones con los que Kirchner canceló la deuda con el organismo en 2006. Y también parece lógico que Alleyne esté instalado en el Banco Central, dado que formalmente el Fondo le entrega el dinero a este organismo.
"El rol de Alleyne es de llevar y traer información", cuenta uno de los consejeros. "Hace data collection. Recibe instrucciones de Washington, es un burócrata que representa al Fondo. No hace análisis. Eso lo hacen en Washington el vice del FMI, John Lipton (norteamericano), y el jefe del Departamento Occidental, Alejandro Werner (mexicano). Dujovne y (el presidente del Central, Guido) Sandleris han logrado buena relación con ambos. Lipton es muy ortodoxo y Werner viene golpeado internamente por el fracaso del acuerdo de junio", susurran.
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