Entre los abogados que litigan en los tribunales Comodoro Py circula un apodo para el fiscal de la causa de los cuadernos, Carlos Stornelli. Lo llaman “el padre Carlos”, porque hay que acudir a él para confesarse. El chiste con referencia católica remite a la gran cantidad de imputados que confesaron sus delitos para entrar al programa de arrepentidos en el expediente que investiga el pago de coimas en bolsos llenos de dólares. El apodo le causa gracia a Stornelli, quien todas las semanas recibe a defensores oficiales o abogados para negociar los términos de potenciales arrepentidos.
En su despacho tiene una cafetera Nespresso, tres tazas de café y un portacápsulas para 40 unidades, dos sillones y dos sillas. Siempre hay una jarra con agua sobre su escritorio y diferentes libros, entre ellos uno que le regaló su hijo: “Néstor y Cristina Kirchner, planificación y federalismo en acción”, escrito por Julio De Vido. Lo encontró su hijo en una mesa de saldos en la calle Corrientes y lo compró por $ 49,90. Una oportunidad ineludible si se tiene en cuenta que cuando cuando salió, en diciembre del 2015, costaba $ 450.
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Diálogos. En su despacho, Stornelli recibe también a su abogado, el ex vicepresidente de San Lorenzo, Roberto Ribas, quien lo asesora en el caso D’Alessio. Con Ribas estuvieron analizando durante las últimas dos semanas la prueba que se encontró en el celular de Mauricio D’Alessio -operador judicial y autodenoiminado empleado de la AFI- y que dejó al fiscal en una posición incómoda. El juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla, hizo un racconto de esas comunicaciones y se refirió al rol Stornelli en duros términos. “Al menos desde la Fiscalía a su cargo se actuó en forma promiscua, generando relaciones estrechas y de mutua colaboración que no debieron permitirse y que, con anuencia del Sr. Fiscal, se llevaron adelante operaciones de inteligencia y de acción psicológica para el 'éxito' de sus investigaciones judiciales”.
El juez se encargó desde las primeras líneas de su resolución en destacar la trayectoria del fiscal y aclarar que, según su investigación, no pudo comprobar la participación de Stornelli en la extorsión, pero este jueves decidió citar al fiscal a declaración indagatoria para el próximo 7 de marzo. Este revés no le cayó bien al fiscal del caso de los Cuadernos. El fallo de Ramos Padilla está repleto de conversaciones entre D’Alessio y Stornelli que no ayudan a la imagen del fiscal. Un ejemplo es un pedido de información que le hace Stornelli a D’Alessio, en el cual le pregunta por un tal Jorge Christian Castanón. “Decía que era piloto de la Marina. Después lo echaron no sé por qué. Ahora dice que trabaja en United. Siempre fue bagayero. Peruano. Nacionalizado. Reniega de su origen”, escribió Stornelli en distintos mensajes el pasado 11 de enero. D’Alessio respondió de inmediato: “Ya me encargo”. Unos días más tarde, el operador tenía información detallada de Castanón. Luego de pasar la data, Stornelli le respondió con un “Ok”, a lo que D’Alessio le reclamó un poco de cariño: “Mandame algo más afectivo que un 'ok'. Juaaaaa. Viste que el peladito te cumple?”. En el mismo mensaje, D’Alessio no pudo con su instinto por sobreactuar influencia y le ofreció: “Vos decidís si lo corto en USA o acá”.
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Según explican cerca de Stornelli, estas conversaciones tendrían relación con un tema personal del fiscal y no con un caso que esté investigando. Afirman que Stornelli se arrepiente de haberse relacionado con D’Alessio, que “se equivocó” y está dispuesto a dar las explicaciones que tenga que dar donde se las pidan. Su principal justificación sobre por qué dejó que D’Alessio se acercara tanto fue porque “venía bendecido por Daniel Santoro”, el jefe de investigaciones del diario Clarín.
“Giradores”. En otro tramo de la suculenta resolución de Ramos Padilla, D’Alessio y Stornelli hablan sobre un presunto abogado que estaría ejerciendo de falso intermediario entre el fiscal y empresarios investigados, para cobrar dinero en nombre de Stornelli sin que este estuviera al tanto. En la jerga judicial se lo conoce como “girar”. Stornelli le dice a D'Alessio: “Dame una mano”, a lo que el otro responde: “Obvio. Yo lo empomo al abogado que te quiso girar. Ese es mi trabajo. Llego y lo hago!!”. Este diálogo se produjo el 28 de diciembre de 2018 a las 18.05. Más tarde, a las 21.48, Stornelli retoma el diálogo con el siguiente comentario: “La sota mostró los pies”, en referencia a descubrir un engaño. A lo que D’Alessio responde: “Tal cual, llego y nos vemos afuera. Dejame que haga lo que te imagines sin que nadie se dé cuenta. Las cosas lindas las hago sin que nadie se entere. Contá 100% conmigo. Mario un día me dijo que te aprecia y para mí eso es más que una instrucción”. Mario es Mario Montoto, de quien D’Alessio solía presentarse como íntimo amigo. Stornelli, en referencia a Montoto, le contesta: “Es mi hermano”.
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El momento más inquietante sucede cuando D’Alessio lleva a un supuesto ex directivo de la petrolera venezolana PDVSA para que denuncie maniobras ilegales. El hombre en cuestión se llama Gonzalo Brusa Dovat. D’Alessio había pactado con Stornelli para llevarlo. Incluso, el operador le pidió al fiscal si podía autorizarlo a entrar con el auto al playón de estacionamiento de Comodoro Py. Aquel día, mientras esperaba para ingresar a decalarar, D’Alessio se sintió observado. “Carlos acá tengo tres ex SIDE de CFK sacando fotos en el palier”, afirmó. Stornelli se rio de la situación y le dijo: “Jaja! Sacales foto”. D’Alessio intentó sacar ventaja de la situación: “¿Podrá entrar este tipo? nos juega en contra esto”. Stornelli respondió monosilábico: “No”. En esta historia, según el juez, también hay operaciones de inteligencia.
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¿Allanamiento? El miércoles 27, a la misma hora que el operador declaraba en el juzgado de Luis Rodríguez, en Comodoro Py, comenzó a circular la versión de que allanarían la fiscalía de Stornelli y su residencia personal. El rumor se había disparado por todo el quinto piso de los tribunales federales e incluso hubo periodistas que fueron a preguntar a la fiscalía si era cierto que estaban allanando. En el despacho de Stornelli lo negaron. Pero sostuvieron que estaban al tanto de la versión.
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