Estamos aún en la precampaña. Aún falta que algunos políticos se decidan a ser candidatos, como Cristina Kirchner o Roberto Lavagna. Por eso los kirchneristas y los lavagnistas evaden las preguntas sobre quiénes son sus jefes de campaña o de recaudación. ¿El otra vez kirchnerista Alberto Fernández, que se ha reunido con empresarios conscientes de la polarización de las encuestas, o Máximo Kirchner, que ha manejado los fondos familiares? ¿Y el armador lavagnista Eduardo Duhalde?
En cambio, Mauricio Macri y Sergio Massa ya tienen sus encargados de campaña: Marcos Peña y Diego Bossio, respectivamente. Claro que tampoco reconocen que ya hayan designado recaudadores. Sin embargo, políticos y empresarios han comenzado a hablar este verano sobre el financiamiento de la campaña, que en general siempre ha sido en negro, pero que esta vez presenta dificultades por la crisis económica y la sombra de la causa de los cuadernos, que encarceló –al menos por unos días– y procesó a numerosos hombres de negocios.
(Leer también: ¿Qué opinan los empresarios de una eventual vuelta de Cristina Kirchner al poder?)
Algunos opositores están midiéndose en los sondeos, gastando el poco presupuesto del que disponen para una campaña presidencial que cuesta US$ 100 millones. En marzo tomarán la decisión de si se presentan. Otros esperarán hasta último momento. En junio se deben inscribir los candidatos.
Todos hacen proselitismo desde ahora. Macri, con sus actos diarios de gobierno y su dominio de las redes sociales y las bases de datos. Massa, con una campaña low cost, con recortes de presupuesto en camarógrafos o redes sociales. Lo bancan contribuciones personales de los legisladores e intendentes del Frente Renovador, según sus promotores. Niegan que por ahora reciban plata de empresarios con los que mantiene buena relación como Alejandro Bulgheroni, Eduardo Eurnekian o Jorge Brito, el único al que Macri excluyó de su lista de potenciales donantes de 2015 por su manifiesta enemistad.
(Leer también: Sergio Massa: “Me dicen ‘ventajita’ porque me tienen miedo”)
“Cuando empiece la campaña, vamos a necesitar apoyo”, sueltan los massistas a intermediarios amigos. “Dejame que consulte”, les responden. “Unos dirán que no hay un mango, otros se harán los boludos por los cuadernos… veremos qué pasa en marzo, cuando empieza la campaña en serio”, cuenta un sondeado.
“Es difícil hacer campaña en el octavo país más extenso del mundo”, suele decir Massa. Por eso, uno de los principales gastos radica en los aviones. Juan Manuel Urtubey aprovechó en enero un viaje para promover el turismo salteño en Mar del Plata y también hacer campaña en la costa. Voló en avión de línea, no en el de la gobernación.
Ley en espera. Macristas y peronistas están ansiosos por que comiencen las sesiones ordinarias del Congreso para aprobar una ley de financiamiento de la política que permita que las empresas aporten a la campaña. Hasta ahora, sólo pueden hacerlo las personas. El PRO impulsa su proyecto. Bossio presentó el suyo, con topes a las donaciones de compañías. El kirchnerismo y la Coalición Cívica han coincidido en criticar esta reforma.
“El temor a otra causa cuadernos se soluciona con la ley de financiamiento político”, esgrime un político que ha sondeado donantes. “Si la ley no sale, no creo que pongan. También pesará la observancia del Gobierno, que mira con lupa si los empresarios le ponen a la oposición. A algunos les da miedo, sobre todo la unidad antilavado que creó la AFIP o porque tienen contratos con el Estado. A otros les chupa un huevo. Tampoco están haciendo fila para poner. No es como en 2015, que querían sacar a los K. Vamos a tener una campaña más austera. Gran parte será financiada por el Estado, que estará bajo la lupa de la sociedad. El Gobierno nacional tiene acceso a bases de datos y con eso manejará las redes sociales, junto con la provincia y la ciudad de Buenos Aires. El PRO y los K tienen militantes muy metidos en las redes. Y ahí podés meter muchas ‘fake news’, como hicieron en Brasil”, continúa el mismo dirigente.
(Leer también: Increíble: organizan el primer taller de formación de “trolls” de Cambiemos)
Cambiemos corre con la ventaja de que cuenta con los presupuestos de comunicación de la Nación, la provincia y la ciudad de Buenos Aires, que no se cansan de detallar sus logros. “Los gobiernos tiene nademás la posibilidad de sacar plata de las partidas de obras o servicios públicos, dibujando los presupuestos, o con contrataciones directas de gastos truchos de las secretarías generales por montos menores que no requieren licitación. Son cajas que vienen recolectando desde hace dos años, desde la última elección”, explica alguien que ha recaudado en negro. “¿Y cómo sé que mi donación llegará a destino?”, le preguntó alguna vez un empresario. “Le voy a pedir a mi jefe que venga a la próxima reunión”, le contestó. Así fue: en el siguiente encuentro apareció el mandamás y dijo: “Todo lo que diga este señor es en mi nombre”, y se fue. Los funcionarios de las áreas económicas, con vínculos en el empresariado, suelen encargarse de la recaudación.
Medios. “De donde sale más rápido la plata es de prensa”, añade la misma fuente. ¿Cómo? Pautando con periodistas o medios amigos, que pagan retorno, o haciendo figurar a otros a los que jamás les llega el anuncio. Incluso, algunos gobiernos le adelantan pagos a medios ahogados por la crisis. Los intendentes suelen negociar permisos de construcción.
Cristina Kirchner se encomendaría al dinero de los barones del Gran Buenos Aires, como los de La Matanza y Avellaneda, aunque lejos están de rebosar de fondos como los aparatos del PRO. “Cristina tiene la propia”, advierten en el oficialismo. En el kirchnerismo recuerdan que en 2017, el recaudador bonaerense fue el diputado Carlos Castagneto: “Comparando con la de Cambiemos, parecía la campaña del primer ministro sueco. Lo dieron vuelta como una media y no le encontraron nada”.
En caso de que la nueva ley de financiamiento se frustre y que los empresarios se nieguen a aportar en negro, siempre les quedará la opción de donar en especias. Por ejemplo, pagan encuestas, micros para trasladar militantes, catering para los mítines o el fee de un consultor político. Algún hotelero presta su establecimiento. Otra alternativa es poner un aviso en un programa de TV con tal de que inviten al postulante amigo. Los medios, la impresión, la distribución y la fiscalización de las boletas y los viajes al interior son de los mayores gastos de campaña.
Un político que sueña con gobernar la Capital advierte: “Con las donaciones en especias no te alcanza. No sé qué vamos a hacer si no sale la ley. Al PRO no le importa tanto porque tiene el aparato estatal. Además, seguro que al final los empresarios van a aportar en negro, aunque ahora digan que no lo harán”. El dirigente baraja la posibilidad de que muchos candidatos “pongan de la suya”.
Ante una eventual sequía de recursos empresariales, los sindicatos aparecen como opción. El gastronómico Luis Barrionuevo se presenta como promotor de Lavagna. “Los gremios tienen plata, pero a veces sólo te prestan un salón o un camping”, aclara un político. “Las obras sociales tienen caja y no están bien auditadas”, apunta un empresario.
“Va a ser una campaña austera”, coincide el presidente de una cámara empresaria. “Tendrán el espacio publicitario cedido en televisión y lo que gasten en redes”, agrega. En el pasado quedaron los tiempos en que en el verano previo a las elecciones los accesos de Buenos Aires y Mar del Plata y la ruta 2 que las une se llenaban de gigantografías de los aspirantes. “Seguramente armarán cenas de recaudación. En 2015 lo hicieron y los de Scioli te llamaban para presionarte: ‘Tenés que estar’, te decían”, recuerda el líder empresarial, que reconoce el malestar de industriales con Macri. El campo y los servicios son más proclives al Gobierno. El comercio está dividido.
“Los empresarios le van a poner a todos, incluso a Cristina”, admite un consultor, conocedor del recelo que la ex presidenta sigue provocando en el establishment y que supera a la desilusión por Macri. “Cada vez se escuchan más empresarios que quieren otro presidente”, admite.
Otro asesor de empresas coincide: “Si ven a Cristina con posibilidades de ganar, le van a poner plata”. Siempre están los dueños de pymes bonaerenses que la añoran. “Pero los contactos de los empresarios con opositores son subterráneos. Nadie quiere mostrarse opositor”, agrega.
“Hoy los empresarios no la están poniendo”, arranca el asesor de uno de los empresarios más ricos de la Argentina. “Mirá que si la pongo después puedo terminar como arrepentido”, le advirtió su jefe a un político. Se trata de un hombre de negocios que siempre aportó a todos los candidatos y que volverá a hacerlo en 2019, aunque en blanco. Pero primero esperará a ver si se aprueba la nueva ley. “A Macri le pondrá más porque tiene contratos con el Estado, aunque preocupa mucho la macroeconomía”, aclara el ejecutivo.
Llamados. “Me llaman empresarios contándome que todos los políticos les piden plata y me preguntan a mí cuáles andan mejor en las encuestas”, cuenta un consultor de empresas. “Es que hay algunos que aportan el mismo monto a los que van primero y segundo. Del tercero para abajo también se pone porque después te meten diputados, concejales. Aportan a través de las fundaciones de los políticos o en negro”, agrega. “Los políticos hacen un listado de empresarios y se reparten a quién contacta cada uno. De lo que sale de las empresas a lo que llega a la campaña puede pasar cualquier cosa”, alerta sobre avivadas. “En general, es difícil que el candidato hable con el empresario, pero si tiene relación directa, lo llama: ‘Necesito que me des una mano, te mando a fulano'. Después el empresario lo llama y le dice: ‘Ya estuvo fulano y le di tanto’. Así evitás la mejicaneada. Si son íntimos, entonces el candidato le pide varios aportes de tanta plata, incluido uno para el ‘sprint’ final”, explica el consultor.
Claro que esta campaña aparece diferente. “Hay empresas que responden: ‘Olvídense’. Están hechas mierda o con sus dueños escrachados en los cuadernos”, comenta el mismo asesor corporativo. “Ni hablar de compañías extranjeras, incluso chinas, que han elevado el nivel de ‘compliance’ (reglas de cumplimiento legal) y ni se van a acercar. Me parece que los políticos esta vez usarán plata del Estado o la negra que hayan recaudado en el pasado”, concluye.
“Todos llaman, ninguno es nuevo en esto, son del mercado del usado”, cuenta la mano derecha de otro de los principales millonarios del país. “Pero creo que ningún empresario va a aportar nada a ninguna campaña. Hay muchas cosas para definir en el aspecto judicial”, advierte.
Pero el problema no es sólo la recaudación de donaciones sino también su rendición ante la Justicia. “Tenés que justificar la publicidad que se ve”, explica un recaudador del PRO, pese a que las sanciones por violación de la ley electoral escasean y pocos como Miguel Del Sel fueron inhibidos de futuras candidaturas. “Por eso aparecen los listados truchos de aportantes”, recuerda el interlocutor el caso de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires en 2017.
Comentarios