Una hija extramatrimonial de Franco Macri mantiene expectantes a los herederos. Es Alejandra, de 55 años, quien hasta los 41 llevó el apellido de su madre, María Esther De Menech, una mujer que tuvo un romance con el empresario cuando trabajaba como empleada administrativa y recepcionista en su constructora Vimac SA, a comienzos de los años 60.
Alejandra no tiene relación con sus cuatro medio hermanos, ni siquiera fue invitada a participar del velorio de su padre. Pero por estos días, no descarta la posibilidad de iniciar acciones legales para reclamar la parte de la fortuna familiar que dejó Franco y que le pertenecería como legítima heredera. ¿Podría pedir incluso que se revisen las ventas de las empresas que Franco concretó apenas unos años después de reconocerla legalmente como hija? ¿O exigir que se vuelvan a repartir las acciones que el patriarca delegó entre sus sucesores y nietos?
(Leer también: La muerte de Franco Macri: un golpe de madurez)
Desde el anonimato, Alejandra Macri analiza las posibilidades que le ofrece la Justicia ante este nuevo escenario. No es algo nuevo para ella: su vida estuvo determinada por las resoluciones judiciales desde que hace casi 20 años recurrió a un juzgado para saber quién era su papá.
El camino fue complejo. La hija que María Esther De Menech tuvo el 8 de enero de 1964, cuando era una recepcionista de 23 años, intentó acercarse a su padre de una manera más amable, pero no lo logró. En 1999, después de años de terapia, lo llamó por teléfono. Hablaron durante diez minutos, quedaron en reunirse y luego, a través de una secretaria, Franco se comprometió a contactarla cuando estuviera desocupado. Pero el encuentro nunca sucedió.
El mayor logro de la pelea de Alejandra llegó en marzo de 2003, cuando el empresario accedió a someterse a un examen de ADN, que resultó positivo. Por un fallo judicial, dejó de ser De Menech y pasó a ser una auténtica Macri. Pero la celebración duró poco: Franco puso en duda el resultado de los análisis y mandó a sus abogados a apelar la medida. A su favor, habló de la “falibilidad de las pruebas” y de los 40 años transcurridos.
(Leer también: La muerte de Franco Macri: sobre padres e hijos)
Entonces, Alejandra volvió a la Justicia con una demanda de daños y perjuicios contra su padre, al que le enrostró una “evidente intención de dañar” al negar el vínculo biológico que los unía y le reclamó una compensación de 3 millones de pesos. En 2008, otra vez un juez le dio la razón a la hija, pero condenó al empresario a pagarle sólo 50.000 pesos. Un premio consuelo.
por Rodis Recalt, Daniela Gian
Comentarios