El formato no es novedad. Detalle más, detalle menos entre las decenas de programas de preguntas y respuestas que poblaron nuestra tv, este viene con el sello del formato Sony, inventado en el Reino Unido 20 años atrás y probado en más de cien países. Tampoco son novedad las temáticas ni el sistema de ayudas. Todo lo conocemos. Lo que puede marcar la diferencia, para nosotros, es el conductor: Santiago del Moro, quien después de mucho tiempo de comandar un programa político beligerante, simplista y gritón haya desembarcado en otro canal –Telefe– para llevar adelante este desafío donde la característica principal es todo lo contrario: aquí no debe apurar, chicanear nada sino más bien generar un clima calmo, deteniendo el tiempo, construyendo suspenso frente a cada paso del juego. Dos banquetas, una tribuna en las sombras, para un mano a mano donde no hay que enloquecer.
‘“Quién quiere ser millonario’ te puede cambiar la vida, hoy me la está cambiando a mí”, debutó al borde de la emoción. Y con smoking de tafeta brillante y moñito, peinado con una perfección de photoshop, Del Moro arrancó con una gran prolijidad, a tono con una escenografía para nada amarreta, que hasta podría decirse discreta si no fuera por el estridente logo del programa que lo abraza todo.
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Tampoco es discreta la palabra “Millonario”: el premio mayor son dos millones de pesos (hay que responder las 15 veces bien), que por supuesto son una maravilla para cualquier mortal pero de ahí a prometer una vida de lujos y placeres queda pendiente un largo trayecto. Los participantes que acá se presentan tienen sueños más modestos: un viaje a Europa, cambiar el lavarropas y algunas cosas más.
Y tal vez por todo eso, la mayoría se planta cuando la cosa se pone compleja y antes de arriesgar, prefieren retirase con algo asegurado: en la primera semana alguien se fue con $ 500.000 pero otros tantos con mucho menos. También, y a diferencia de otros juegos de preguntas y respuestas más berretas, aquí en jugadores se nota orgullo en el saber y no en la picardía de zafar o en lo risueño de haber respondido una barbaridad.
Del Moro hace bien su parte, mantiene ese estilo tan propio del tuteo respetuoso y ese modo de decir las cosas como si fueran pensamientos en voz alta: “Es que sos tan simpática, ay qué divina, cómo me gustaría decirte que…”. Así, genera un clima íntimo y distendido, tan lejano a lo que la televisión actual nos viene acostumbrando.
Quién quiere ser millonario. Lunes a viernes a las 21.15 por Telefe. Conducción: Santiago del Moro. Escenografía: Martín Seijas, Pablo Ponce. Producción ejecutiva: Martín Borrillo. Dirección: Fernando Emiliozzi.
por Saula Benavente
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