Galería Arcimboldo despliega una apretada síntesis de la producción artística de Juan Carlos Romero (1931-2017) que incluso utilizó el arte conceptual como herramienta. Reconocido artista argentino, creía en el poder de la palabra y de las artes gráficas como instrumentos y vehículos de transformación. Lejos de cualquier exhuberancia y cultivando un perfil bajo, Romero trabajó con datos tangibles que informaron su lucha contra el olvido. Repleta de apuntes de la cultura urbana, su obra exige reflexión, interpretación, ya que es la mirada de cada espectador la que determina su sentido siempre ambiguo, pero memorioso. Trabajó también con grabado experimental, arte geométrico, fotografía, instalaciones, arte correo y poesía visual, libros de artista. Efectuó acciones y fotoperformances, como “Para la vida” (foto), tanto en instituciones establecidas como en espacios alternativos y en la calle.
Por caso, la mayoría de las palabras utilizadas en sus afiches tipográficos de bajo costo, impresos para estar en la calle, nacieron de la lectura de la prensa escrita, como su recordada serie “Violencia”. Solía tapizar de piso a techo las salas de exhibición con un repetido cartel en grandes caracteres que decía VIOLENCIA. Redescubría palabras y frases, las sacaba del contexto de los medios masivos y ensayaba otra comunicación. Romero ponía en acto la eventualidad de la manipulación de la información y daba vuelta la operación.
“Extrañamos su mirada y su pensamiento para interpelar el presente”, dice la curadora Pelusa Borthwick y directora de Arcimboldo, quien recuerda que con él crearon el Gabinete de Arte y Política en una de las salas de la galería. Es que desde su obra y con una clara conciencia política, el artista se enfrentó a todas las formas de poder: religioso, económico político el inclusive el que ejercen las instituciones del arte.
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