El trabajo de Grete Stern (Alemania, 1904-Buenos Aires, 1995) contribuyó a la modernidad de la fotografía argentina. Es conocida por preferir la luz natural, las composiciones y formas claras que tornaron inolvidables sus imágenes en blanco y negro; memorable es su reportaje a los indígenas del norte argentino.
Galería Jorge Mara exhibe “Grete Stern. Sueños y obras tempranas”. Son maravillosos fotomontajes, de entre 1948 y 1951, que ilustraban los comentarios de la sección “El psicoanálisis le ayudará” de la revista femenina Idilio, y adelantadas piezas de publicidad gráfica. Esta “serie de fotomontajes (…) fue la primera obra fotográfica –y la más importante hasta hoy– radicalmente crítica de la opresión y manipulación que sufría la mujer en la sociedad argentina de la época. (…) La mirada zumbona y sarcástica de Grete no se detiene en la compasión por la víctima…”, señala el investigador Luis Príamo.
Stern fue representativa de lo que en los años 20 se llamó “la nueva mujer”. Era independiente, vivía sola en Berlín, estudiaba y trabajaba, llevaba el pelo corto, usaba pantalones. Stern se decidió por la fotografía tras conocer la obra del norteamericano Edward Weston. En Berlín estudió de forma privada con Walter Peterhans. Allí conoció a su socia Ellen Auerbach y al fotógrafo argentino Horacio Coppola, con quien se casó y con quien emigró a Londres en 1934 y en 1935 a la Argentina.
Por la avanzada del nazismo, Stern y Auerbach se exiliaron doblemente (de su tierra y su lengua); Alemania se las perdió, como a tantos otros artistas e intelectuales.
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