Pintor, fotógrafo y cineasta Pedro Roth (Budapest, 1938) exhibe, desde finales de septiembre, “Esencial” en el supermercado Sol Oriente. Con este sencillo pero contundente gesto sostiene que, como la comida, el arte es esencial y, en su caso, inevitable. En ese tono, RAME (Red Argentina de Museos y Espacios de Arte) –red federal impulsada por Proa, Malba, el Bellas Artes y el Moderno, que congrega a más de 150 instituciones– organizó el fin de semana pasado una acción en todo el país iluminando las fachadas de 50 muesos como modo de subrayar “el aporte fundamental del arte para la ampliación del espacio público y la reconstrucción de los lazos sociales en nuestras comunidades”. El Moderno, del Ministerio de Cultura de la Ciudad, ya abrió días atrás y otros le seguirán; algunos museos nacionales habilitaron jardines y patios.
Con 82 años y más de 60 de presencia en el medio artístico local, Roth es un querido y único testigo; alguna institución debería grabar sus múltiples historias. Se lo puede ver en You Tube, con sus ojos azules y envidiable mata de pelo blanco, hablando sobre la exhibición, con el acento que nunca perdió, aún cuando llegó al país en 1954; quizá así se siente más cerca de su familia asesinada en la Shoah.
“Esencial” presenta más de 30 obras, algunas de Roberto Plate –invitado por Roth a vivir en su casa durante la primera etapa de la cuarentena, cuando no pudo regresar a París donde vive– y fotos de su hijo Damián. Con texto de Andrés Duprat, director del MNBA, que sostiene que Roth es uno de los artistas más originales y polivalentes del país; ciertamente. Las obras de Roth son capaces de transmitir alegría y sorpresa. Son expresivas y pobladas con diversas temáticas, incluyendo el judaísmo. Los personajes de sus pinturas y dibujos en vivos colores o en blanco y negro prodigan vitalidad; ¿bailan, juegan, duelen?
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