La ola de calor que afecta al hemisferio norte dejó hasta ahora, y solo en Europa miles de fallecidos. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y tomando solo a España y Portugal hasta principios de este mes, habían fallecido al menos 1.700 personas. En Inglaterra y Gales, los servicios de salud calcularon que el exceso de muertes (es decir, aquellas que superan la cantidad promedio registrada cada año) superaba las mil, cuando las temperaturas alcanzaron los 40 grados a fines de julio. Alrededor de la mitad de los fallecidos eran personas de más de 80 años.
Las altas temperaturas, que se van superando año a año, son visitantes regulares de los veranos en el planeta, crisis climática y calentamiento global mediante. La pregunta es ¿hasta cuándo soportará el organismo humano? De acuerdo con estudios científicos, el margen no es amplio. El cuerpo de una persona tiene un límite y aguanta solo hasta cierta cuota de calor y de humedad combinados.
Un estudio publicado en la revista científica Science Advances indica que esos límites dejaron de ser material de una distopía y que ya se han alcanzado, y por eso mismo los especialistas ponen un gran énfasis en que es imprescindible reducir cuanto antes las emisiones de gases de efecto invernadero que atrapan el calor dentro del planeta y que no lo dejan escapar al exterior. Además, hay que desarrollar políticas urgentes que ayuden a las poblaciones vulnerables a mantener temperaturas corporales soportables.
Lo que mata es la humedad
Las altas temperaturas hacen que el cuerpo humano produzca sudor, que ayuda a enfriar la piel a medida que esa humedad se evapora. Pero cuando el calor viene acompañado de una humedad muy elevada ese proceso de evaporación se enlentece e, inclusive, puede detenerse. Esto último sucede cuando lo que los científicos denominan “temperatura de bulbo húmedo”, medida que combina la temperatura del aire y la humedad, alcanza los 35 grados Celsius.
Desde el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, Colin Raymond y colaboradores analizaron los datos de temperatura de más de 7.000 estaciones meteorológicas situadas en diversos lugares del mundo, tomando como inicio el año 1979. Hallaron así que el calor húmedo extremo se presenta actualmente con el doble de frecuencia que hace cuatro décadas y que, además, la severidad del calor está en aumento.
Muchos lugares han alcanzado temperaturas de bulbo húmedo de 31 grados C y más. Y varios han registrado lecturas por encima de la marca crucial de 35 grados. La mayoría de las zonas en las que se detectaron extremos de calor húmedo son áreas costeras situadas cerca de cuerpos de agua cálidos, que pueden proporcionar abundante humedad, y están sujetas a temperaturas terrestres altísimas. Otros, particularmente en el subcontinente indio, son regiones donde los vientos monzónicos introducen aire cargado de humedad.
Los extremos más altos generalmente solo se mantuvieron durante una o dos horas, por lo que aún no alcanzan necesariamente el límite de la tolerancia humana. Pero tales eventos comenzarán a durar más y cubrir áreas más grandes en un futuro más cálido. Inclusive temperaturas de bulbo húmedo mucho más bajas pueden ser mortales, en especial en los casos de personas adultas mayores, bebés y niños y quienes tienen enfermedades preexistentes (como trastornos cardiovasculares, respiratorios o renales). Además, hay medicamentos comunes (como los betabloqueantes, por ejemplo) que pueden afectar la capacidad del cuerpo para transpirar.
“Aun cuando algunos impactos de calor y humedad pueden evitarse a través de la aclimatación y la adaptación del comportamiento, existe un límite superior para la supervivencia bajo una exposición sostenida, incluso con condiciones idealizadas de perfecta salud, inactividad total, sombra completa, ausencia de ropa y agua ilimitada”, explican los investigadores en su paper. Y agregan: “La temperatura interna normal del cuerpo humano de 36,8° ± 0,5°C requiere temperaturas de la piel de alrededor de 35°C para mantener un gradiente que dirija el calor hacia el exterior. Una vez que la temperatura del aire (bulbo seco) se eleva por encima de este umbral, el calor metabólico solo puede eliminarse a través del enfriamiento latente basado en el sudor, y con una temperatura de bulbo seco que supere los 35 °C, este mecanismo de enfriamiento pierde su eficacia por completo.
Olas de calor históricas ocurridas en gran parte de Europa en 2003 y en Rusia en 2010 nunca tuvieron una temperatura de bulbo húmedo superior a 28 grados Celsius. Sin embargo, durante la que sobrevino en el 2003, el exceso de muertes en Europa (es decir, aquellas que superaron los márgenes normalmente registrados en promedio cada año) fue nada menos que de 70.000 personas.
Ciudades calientes
Otro estudio, publicado en la prestigiosa Proceedings of National Academy (PNAS), puntualiza cómo las ciudades se están transformando virtualmente en hornos para sus habitantes. “El aumento de la exposición al calor extremo tanto por el cambio climático como por el efecto isla de calor urbano amenaza los asentamientos urbanos en rápido crecimiento en todo el mundo -advierten Cascade Tuholske, Kelly Caylor y Chris Funk, desde la Universidad de California-. Sin embargo, debido a que no sabemos dónde se cruzan el crecimiento de la población urbana y el calor extremo, tenemos una capacidad limitada para reducir los impactos de la exposición al calor extremo urbano”.
Los investigadores estudiaron los datos de población y temperaturas para medir la exposición urbana al calor extremo en 13.115 ciudades entre los años 1983 y 2016. Descubrieron que la exposición urbana aumentó casi un 200 % y afectó a 1.700 millones de personas en todo el planeta. El calentamiento urbano total elevó las tasas de exposición un 52 % por encima del crecimiento demográfico solo.
“Sin embargo, los patrones de exposición espacialmente heterogéneos resaltan la necesidad urgente de adaptaciones adaptadas localmente y sistemas de alerta temprana para reducir el daño de la exposición urbana al calor extremo en los diversos asentamientos urbanos del planeta”, advierten. Al igual que en el caso del trabajo que analizó los límites de calor y humedad, también en este caso los científicos piden acciones para mitigar de manera urgente el calentamiento global de la Tierra, y medidas de protección urgentes.
Los de California publican datos muy puntuales: “Utilizando un umbral máximo diario de temperatura de bulbo húmedo de 30 °C, la exposición en el planeta aumentó casi un 200 % entre 1983 y 2016. El calentamiento urbano total elevó el aumento anual de la exposición en un 52 % en comparación con el crecimiento de la población urbana por sí solo. Las trayectorias de exposición aumentaron para el 46 % de los asentamientos urbanos, que juntos en 2016 comprendían el 23 % de la población del planeta (1.700 millones de personas)”.
Por otro lado, Colin Raymond y equipo también encontró que algunas regiones del mundo tendrán que soportar temperaturas de bulbo húmedo superiores al límite de 35 grados centígrados de manera regular y frecuente, si las temperaturas promedio terrestres aumentan solo 2,5 grados centígrados por encima de las que había en la época preindustrial. El mundo ya se ha calentado alrededor de 1 grado por encima de ese nivel.
¿Qué medidas preventivas sugieren tomar los científicos? Además del imprescindible freno al aumento del calentamiento global: cambios en los horarios de trabajo para quienes tienen que hacerlo al aire libre, centros especiales para albergas a adultos mayores y bebés, campañas de salud pública para no solo advertir a la población cuando se acerca una ola de calor, sino también para comprender que el calor extremo puede matar a más personas que el frío o las inundaciones.
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