**** La mejor manera de transmitir una idea es transformándola en algo universal. En hallar, en cada situación, aquello que trasciende el tiempo y el espacio del relato. “Farewell...”, opera prima de la realizadora tanzano-estadounidense Ekwa Msangi, trata sobre la inmigración y el reencuentro de una familia, tiene como escenarios un pequeño departamento compartido por tres personajes, y la ciudad de Nueva York, lo más parecido en el cine a esa “no ciudad” llena de etnias y culturas que se convierte en marco preciso para entender relaciones humanas. Aquí no hay alardes, no hay exhibicionismo cinematográfico sino una gran sutileza. Aquí hay, sí, un acercamiento al arte como forma de comunicación que quiebra las ataduras de lo cotidiano. Así, el drama sobre la experiencia migratoria y sus sinsabores se vuelve algo mucho más abarcativo, mucho más amplio. Una metáfora de todo tipo de situaciones donde lo único que queda es comenzar de nuevo y confiar en otro ser humano. Las actuaciones están trabajadas en este mismo tono, de una emoción contenida que se construye poco a poco y atrapa al espectador hasta que se siente él mismo parte de la historia. Un debut notable de una realizadora que se ve muy segura en el uso de todas las herramientas del cine sin necesidad de subrayar que está detrás de las cámaras. El uso de la luz y la sombra para simbolizar los contrastes que viven los protagonistas hubiera requerido la pantalla grande. Esto es cine, moderno en su temática y clásico en su comunicación con el espectador. Un film feliz.
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