CUATRO ESTRELLAS
En esta columna hemos criticado muchas veces algunas características del trabajo de Rodrigo Moreno (El custodio, Un mundo misterioso) por el control que el realizador ejerce sobre personajes y tramas. Pero en Los delincuentes, más allá de que existe ese control, hay una voluntad de juego y de búsqueda del placer y la felicidad del cine que supera cualquier limitación al tiempo que potencia las virtudes del director.
En principio, es un film de robo: alguien harto que encuentra en el delito una última posibilidad. Pero lejos de ser ese melodrama criminal -de gran tradición en nuestro cine-.
Los delincuentes pasa por varios géneros y varios tonos, siempre de modo imprevisible y, al mismo tiempo, completamente enfocado en la credibilidad de la trama, que funciona límpida siempre aún cuando la película deriva en una multitud de escenarios, tonos y personajes. Es decir, Moreno ha rodado una películas de aventuras que refleja la propia aventura del cine, de ser medio de expresión y de felicidad.
Los intérpretes -algunos realizando más de un papel, una tendencia de bienvenida contaminación del teatro que el cine argentino independiente ha abrazado en las últimas décadas- están perfectos y su seguridad en el mundo de Moreno incrementa nuestra sorpresa ante los meandros del cuento. De lo mejor del cine nacional de 2023 y de varios años más.
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