★★★★ El regreso del Festival Argerich, con la genial pianista como figura principal, deparó acontecimientos musicales de altísimo nivel con artistas estupendos. Pero esta gran fiesta de la música, como todo lo bueno, tenía que terminar un día. Y el final permitió apreciar, una vez más, facetas fascinantes de esta leyenda del piano.
El inicio de la última presentación fue con el Concierto para piano y orquesta N°3 de Prokofiev, una de las obras más estrechamente asociadas con Argerich. La interpretó en incontables ocasiones, la grabó, y para muchos es la intérprete por excelencia de esta pieza. El concierto es tremendamente exigente, intenso, por momentos tempestuoso, a veces juguetón, a veces brillante. Sólo alguien como Argerich puede lograr que en esta obra todo fluya con naturalidad y frescura, y que los contrastes y los cambios de carácter se perciban tan espontáneos como potentes. Junto a la contundencia de la célebre pianista, Luis Gorelik dirigió con precisión la Orquesta Estable, aunque se percibieron algunos ocasionales desajustes que no empañaron el resultado final. Las ovaciones, clamorosas y persistentes, lograron que Argerich regresara para ofrecer, a modo de bis, una poética versión del primer número de las “Escenas infantiles”, de Schumann.
En la segunda par - te, después de la enérgica Obertura Carnaval de Dvo ák, Argerich volvió a escena, esta vez junto al estupendo pianista Dong Hyek Lim para interpretar, junto miembros de la orquesta, la suite El carnaval de los animales de Camille Saint- Saëns. La actriz Annie Dutoit Argerich, hija de Martha y de Charles Dutoit, ofició de narradora, recitando con gracia y soltura los textos en francés que escribió Francis Blanche para introducir cada número de la obra. El dúo de pianistas fue extraordinario y los músicos de la Orquesta Estable, con Gorelik en el podio, aportaron vivacidad y sutilezas en sus intervenciones. Todos ellos se plegaron con ganas a las humoradas del texto y de la música, en especial Argerich, muy sonriente y distendida.
Aclamados por el público que colmó de punta a punta la sala del Colón, los músicos volvieron para repetir el número final de la obra de Saint-Saëns, en un cierre brillante para el que ya es, sin dudas, uno de los grandes acontecimientos culturales de este año.
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