Es tan antiguo como el mundo, y sin embargo recién ahora empezamos a apreciarlo. El silencio, ese espacio sin sonido que permite descansar, desconectarse del entorno y finalmente escucharse a uno mismo, es la última panacea del bienestar. Ya sea en retiros de meditación como en distintas sesiones y actividades que reemplazan el ruido del afuera por sonidos agradables y relajantes, las terapias con el eje en la acústica están en auge y captan cada vez más adherentes.
Sonidos que calman
Belén Ortega conoció los baños de sonidos en unas vacaciones en Tulum. Después de haber probado casi todas las técnicas de relajación y meditación existentes, decidió darle una oportunidad a esta propuesta. “Y al salir no podía creer el estado de relajación física y mental en el que estaba. Una calma activa, porque me sentía más revitalizada que nunca”, cuenta. En sus siguientes viajes se fue haciendo habitué de la práctica, y pronto empezó a aprender a “tocar” esos baños de sonidos con maestros de distintas partes del mundo, empapándose de sus beneficios y efectos. Hoy ofrece sus propias sesiones en el país en distintos hoteles de lujo y espacios de tranquilidad de la ciudad (el último fue en los jardines del Museo Fernández Blanco).
“En mis baños de sonidos, los instrumentos mayas tienen mucho protagonismo. Para esto, aprendí a replicar los sonidos de la naturaleza con un maestro maya”, cuenta. La frecuencia de los sonidos es la misma que la del entorno natural, por eso relajan con facilidad incluso estando en plena ciudad. En estas sesiones, entre otros instrumentos, se utilizan diapasones para dar distintos efectos (para equilibrar, relajar, revitalizar, etc.), un gong para ayudar a calmar los pensamientos recurrentes y cuencos tibetanos y “hang drums” para relajarse físicamente. A través de las distintas frecuencias del sonido, las ondas cerebrales se ralentizan, pasando del estado de vigilia (beta) al estado relajado (alpha) y más profundamente al estado de ensueño (theta). “Siempre digo que las vibraciones del sonido son como canciones de cuna para la mente”, apunta Belén.
Durante la cuarentena Ortega diseñó audios grabados especialmente para que los adeptos pudieran seguir tomando sus “baños” de manera regular. “Esto es como el gimnasio o el yoga. Hacer una sesión ayuda a sacudir el estrés, pero hacerlo con regularidad es lo que hace que los beneficios se asienten”, puntualiza. Hoy muchas empresas usan este método en sus equipos de trabajo, para potenciar la creatividad y a la vez atenuar el efecto del “burnout” que generó el home office y la sobreadaptación laboral.
Otra práctica que involucra silencio y sonidos, que lleva varios años en auge, especialmente entre los millennials, es el ASMR. Responde a las siglas Autonomous Sensory Meridian Response (Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma) y se refiere a las sensaciones placenteras que se generan al escuchar determinados sonidos cotidianos de forma amplificada. Su éxito entre los más jóvenes tiene que ver con las plataformas por donde se difunde: videos de YouTube o TikTok. Suelen ser lentos y pueden durar desde minutos a horas y reflejan los sonidos de personas mientras realizan distintas acciones: maquillarse, cepillarse, susurrar, arrugar papeles o telas, acomodar objetos, etc. La amplificación de los sonidos genera una suerte de cosquilleo que a muchos les produce calma y relajación.
Desde Spotify también dan cuenta de este auge. Las playlists de ASMR rankearon alto en 2021. Los tracks más escuchados son los de tormenta, lluvia calma o en el bosque, grillos y hasta sonidos de nebulizadores, aspiradoras o ventiladores. Esta experiencia tanto psicológica como física, demuestra ser especialmente útil para inducir la relajación y conciliar el sueño.
Vibrar y meditar
Desde hace un tiempo, los cuencos tibetanos son otro tratamiento muy buscado por su poder armonizador a través del sonido. Se trata de cuencos de metal que vibran al ser golpeados o al recorrer su borde, aportando una vibración que se presenta como sanadora. “En el estado natural de salud del ser humano, todas nuestras frecuencias vibran en armonía, como en una inmensa sinfonía. Pero ese estado se pierde fácilmente por el estrés, el ritmo de vida y las tensiones físicas y emocionales, que conducen al cansancio, el dolor y las enfermedades”, ilustra Patricia Bausano, terapeuta corporal que aplica esta técnica (@patriciabausano). Por eso, cuando el sonido de los cuencos fluye a través de nuestro cuerpo, afecta a su vibración y permite un reordenamiento molecular, ya que actúa en una cierta frecuencia que el organismo reconoce.
“Cualquier tipo de bloqueo energético, sea físico, mental o emocional, puede ser tratado con sonido. Este crea una onda de frecuencia que logra resonar y realinear la energía en cualquiera de los niveles. Por eso actúa sobre el síntoma y también sobre su origen”, detalla la especialista. Las sesiones duran unos 60 minutos y sumen a la persona en un estado de profunda relajación.
Y si de silencio se habla, la meditación es una de las técnicas más recurrentes. Cada vez más practicada por todo tipo de personas, hoy existen hasta apps que enseñan a adentrarse en este universo, acallar el exterior y escuchar las voces internas. El autor y sacerdote Pablo d’Ors es un gran difusor de la riqueza interior a través de Amigos del Desierto, la red que creó para profundizar la contemplación. Además, es autor de “Biografía del silencio”, un libro que ya superó las 30 ediciones. “Amigos del Desierto surge para aliviar el problema del ruido y la dispersión. Ofrecemos retiros y seminarios, períodos intensivos para aprender la práctica de la meditación y el silencio interior”, detalló en una entrevista reciente. Con el desierto como una metáfora de la interioridad, lo que propone es retirarse de la actividad cotidiana para encontrarse con uno mismo, aunque sea 20 minutos al día (e idealmente, dos o tres días al año, en retiros). Los principales beneficios que d’Ors detalla son vivir de manera menos egocéntrica, con mayor alegría y menor irascibilidad.
Hacerse amigo de uno mismo
Los retiros de silencio son otra práctica muy en línea con esta búsqueda. Procuran ofrecer todas las condiciones para que la mente se aquiete y se libere de los múltiples estímulos durante dos a cinco días, en espacios alejados e íntimos. Para el médico psiquiatra y psicoanalista José Eduardo Abadi, estas actividades de contemplación pueden ser útiles cuando lo que se trata de conquistar es un nivel de serenidad y calma, un lugar “donde podamos estar disponibles para captar lo que hasta ahora no habíamos captado tanto adentro como afuera”. Sin embargo, agrega, no considera que deban ser las únicas instancias de paz interior, sino que habría que tener relación con ese silencio todos los días, generando un espacio de relación con uno mismo en el que podamos sentirnos más auténticos. “Esos retiros no deberían ser un modo excepcional, sino uno permanente”, sostiene. La idea, como decía Séneca, es ser amigo de uno mismo.
Finalmente, para lograr esta quietud también es preciso dejar de lado el contacto permanente con la tecnología. Los celulares siempre en la mano dispersan de esta conexión. “Hay que tratar de que nosotros tengamos celulares para nuestro uso, y no que los celulares nos tengan a nosotros. Que sea una herramienta para un contacto más eficaz, pero no supongamos que sustituye la relación con el otro", apunta Abadi. Cuanto más sana sea la distancia, más profunda será la conexión con la mejor versión del silencio.
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