Cuando todos quedamos encerrados en nuestras casas, los emprendimientos de diseño y decoración comenzaron a florecer: para muchos, fue momento de poner a tono el espacio donde vivían, porque más que nunca debía funcionar como refugio contenedor frente a los peligros del mundo. Hoy, a más de dos años de iniciada la pandemia, las tendencias que decantan para los hogares siguen el ritmo dinámico que está retornando a la vida. Pero algo ha quedado claro, casi como lección existencial: la casa debe ser un lugar de calma y descanso, y así lo deben transmitir sus ambientes y elecciones.
Comodidad y minimalismo
Charly García aprobaría: hoy vamos de la cama al living, porque en ambos espacios logramos encontrar la misma comodidad. O al menos así lo exigimos. “Los clientes me piden espacios de confort. Quieren un sillón que los abrace, que los contenga, que sea tan cómodo como estar en su cama. Por eso el diseño que creamos y se viene, trabaja mucho con esta funcionalidad: grandes curvas, esquinas redondeadas, muebles con apoyo de espalda y cabeza”, describe Marcelo Mazza, interiorista y diseñador, miembro de la comisión directiva de Distrito Arenales y con dos tiendas propias. De hecho, una de ellas es Calma, donde trabaja en pos de ofrecer “paz y bienestar en cada espacio y complemento”.
Y es que el día después del coronavirus también implicó un enorme costo en salud mental y espiritual. Depresión, ansiedad y otros trastornos son moneda corriente en una sociedad que debe volver a aprender a socializarse y funcionar en contexto. En el medio de ese cambio relevante de cómo vernos y reconocernos se inscribe también el diseño, cuyo fin último siempre es atender las necesidades humanas. “Por eso decidimos buscar productos que contribuyan a mejorar la calidad de vida”, detalla Mazza.
Además de los sillones envolventes y extra confortables, la propuesta de esta línea se destaca por el uso de texturas y materiales nobles, buscando propiciar una sensación de calidez y bienestar en el marco de una experiencia minimalista y contemporánea. ¿Por qué minimalista? Porque para complejo ya está el mundo, mejor que lo que haya en casa otorgue simpleza visual (“aunque siempre en conjunto con el arte de lo nuevo”, apunta el especialista). Así, los colores de los muebles son neutros y claros, de la gama de los blancos a los tostados, pasando por el gris claro, en tanto se aplican destellos de brillo con los objetos y la iluminación: las lámparas en dorado son un gran acierto. Los tonos más estridentes y oscuros, en cambio, van quedando relegados para elementos como obras de arte. La premisa es conjurar tranquilidad y paz.
Redescubrir los valores
Aunque lo que se termina viendo son elementos palpables, todo aquello que representa el diseño fue concebido a partir de valores. Porque esta disciplina traduce las necesidades, las existentes, y, en el caso de la tendencia, también las que vendrán. Por eso, otro punto interesante en esta temporada fue la intención de transmitir esperanza en un contexto mundial desfavorable. Según Mazza, a eso remiten asimismo su morfología y materiales. “También flexibilidad, lejos de las puntas duras, estrictas, con cortes y límites. Las formas debían trasladarnos al infinito, y así lo hicimos”, ilustra.
Luego de dos años de protocolos y reglas, otra necesidad es sentir que nuestra casa es territorio libre. Esto puede visualizarse en piezas como alfombras circulares, lámparas que simulan capullos redondeados o sillones individuales curvados. “Y la confección debe contemplar tanto materiales de alta prestación como calidad percibida”, apunta el profesional. Porque sí, también empezamos a cuidar la categoría de todo aquello que entra en nuestra casa.
A criterio del diseñador, lo que decantó tras estos años es una búsqueda natural y evidente, pero que justamente por esto a veces puede ser difícil de interpretar y encontrar. “Quisimos hacer productos que nuestro público viera y dijera ‘esto es lo que buscaba y no lo sabía’”, expresa.
Impronta autóctona
Por estos tiempos, el diseño local también ha logrado gran reconocimiento internacional. Su mayor foco para diferenciarse está puesto en los rasgos más autóctonos, esas texturas y materiales que transmiten la variedad y riqueza de Argentina. “Tenemos muchos colegas que están ganando premios en Europa y Estados Unidos. Lo hacen llevando nuestras raíces por el mundo: trabajan con los algodones, las rafias, la madera, y sobre todo con muy buenos artesanos”, ilustra Mazza. Ese es también el último punto de referencia de su nueva colección: abraza lo natural y autóctono, trabajando en colaboración con manos artesanas para crear textiles, mesas, sillas y objetos que reúnan funcionalidad y confort con tradición e oficio.
Fueron dos años intensos y movilizantes. ¿Por qué no empezar a aplicar estas recetas de especialistas para el retorno a la calma? La casa siempre es el mejor lienzo de trabajo.
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