“Abandonaré el desgastado ritual de la estacionalidad y los shows para adquirir una nueva cadencia, más cercana a mi demanda expresiva. Nos vamos a encontrar sólo dos veces al año, para compartir los capítulos de una nueva historia. Capítulos irregulares, felices y libres”. Esta cita forma parte del extenso alegato que Alessandro Michele, director creativo de Gucci y el hombre más influyente del mundo de la moda en la última década, escribió días atrás en su cuenta de Instagram, bajo el título “Notas desde el silencio”. En estos apuntes, se interna en una larga reflexión sobre su tarea y los cambios que la moda debe realizar para ponerse a tono con el planeta en su nueva situación.
La pandemia ha puesto a la industria de la indumentaria, como a muchas otras, en una encrucijada sin precedentes. Jaqueada por la crisis económica global, suma a ella imposibilidades propias y particulares: locales y centros comerciales cerrados, desfiles que no pueden realizarse porque son espectáculos masivos, personas encerradas en sus casas que no necesitan consumir más atuendo que un equipo deportivo o un pijama y gente muy preocupada por su supervivencia, que abandonará por mucho tiempo los gastos superfluos.
Este nuevo frente de tormenta se suma, además, a un terreno ya abonado por problemáticas anteriores a la pandemia, que habían puesto a reflexionar a los protagonistas de la moda sobre tópicos como el hiperconsumo y el cuidado del medio ambiente, la “fast fashion” y la explotación laboral, el mercado del lujo como reflejo de la desigualdad y los estereotipos de género impulsados históricamente por la industria, frente a un mundo más fluido y feminista.
“Este presente nos exige grandes responsabilidades. Cada uno puede asumir sus responsabilidades de acuerdo con su rol y sus acciones, para tomar parte en la constelación molecular de cambios muy diversos. Para mí, en mi pequeño mundo, esto significa la necesidad urgente de cambiar muchas cosas en la manera como trabajo”, dijo Michele, que anunció también que bajará el ritmo de trabajo, restringirá al mínimo las colecciones y diseñará con un sentido más genuino de lo que desea.
Algo parecido les sucede a todos los creadores que NOTICIAS consultó para esta nota, tratando de entender cómo la pandemia, la cuarentena y la crisis económica van a cambiar el modo de diseñar y comercializar la moda en la Argentina.
Entrevistamos a una diversidad de autores, desde los más consagrados a los más jóvenes, todos con estilos y clientes diferentes; para que nos contaran lo que pensaron e idearon cuando el mundo se detuvo, tuvieron que bajar las persianas y encerrarse en sus talleres. Esto fue lo que cada uno de ellos nos relató.
Reflexión. “Reformulé todo, lo conceptual y lo comercial. Cambié mi logo, incorporé a mis dos hijos a la empresa haciendo ropa para chicos (Marina) y para hombres (Lucas). Quiero crear piezas de deseo. Cosas que se conecten con lo que nos pasó, con la comodidad. Hasta los vestidos de fiesta van a estar forrados en algodón. Después de 3 meses en pijama no vas a querer ponerte un vestido súper apretado o un taco muy alto”, explica Benito Fernández, uno de los diseñadores más influyentes de la Argentina, que apuesta a que la masificación mundial que impuso el coronavirus se transformará en un deseo de expresión individual, de diferenciación. “Creo que vamos a volver a las raíces, al contacto con las cosas que nos representan. Estábamos locos, fuera de eje”, concluye Fernández.
La experiencia de parar y revisar lo que se hizo forma parte del testimonio de la mayoría de los diseñadores entrevistados.
“La cuarentena fue un viaje al interior, a mi historia. Buceé en mi interior para encontrar una salida. Estoy contenta con el trabajo que hice y todo lo que pude transmitir a mi equipo. Me siento reconfortada de haber atravesado esto con amor y no con horror”, explica Evangelina Bomparola, que también escribió en su Instagram. “Hoy la moda debe detenerse a pensar y reencontrarse con sus orígenes. Volver a ser ilusión y misterio”.
Marcelo Giabobbe, uno de los más talentosos diseñadores jóvenes del país, que adquirió mayor reconocimiento después de vestir a Juliana Awada con algunos de sus looks más sexies; declaró: “La cuarentena me encuentra revisionando mi trabajo, dándome tiempo para ilustrar y recordar cuál es mi misión creativa”.
De este proceso interior, provocado por el aislamiento y la suspensión de actividades comerciales; surgieron también algunos principios similares para todos los diseñadores. La necesidad de cuidar el medio ambiente y de trabajar con materiales sustentables es uno de ellos, una preocupación que ronda a la moda desde hace varios años y que la cuarentena puso más que nunca sobre la mesa de trabajo.
Justamente, Paula Neira y Patricio Bayá, diseñadores de la marca JT; rescatan el valor de la naturaleza en este trance que atraviesa el mundo. “Creemos que si hay un aspecto positivo de esta situación, es que la naturaleza está sanando, que al quedarnos quietos le dimos un respiro a nuestro planeta.
Las estampas de nuestra colección representan distintos espacios del mundo: el desierto, la selva, los mares y océanos”.
En este sentido, la marca Nous Etudions, comandada por Romina Cardillo, es pionera en constituirse como etiqueta vegana que a los valores de sustentabilidad, suma su condición de “cruelty free”. “Creo que se va a abrir un nuevo paradigma –explica Cardillo–. La moda debe y tiene que asumir la responsabilidad de lo que ha hecho. Ese es el camino que vamos a tomar todos los diseñadores que creemos en la sustentabilidad, como la única vía a seguir en la moda”.
Lujo. Dice la leyenda más habitual en el mundo fashion, que se han detenido batallas para transportar un vestido valioso y que en épocas de crisis, la venta de cosméticos jamás se derrumba. Un aspecto esencial del ritual de embellecerse que lo conecta con el deseo y la vida y convierte a la moda en el vehículo más potente para obturar la destrucción y la muerte.
En este sentido, la experiencia de Javier Saiach durante la cuarentena fue muy diferente de la de otros diseñadores. El creador correntino es uno de los favoritos de socialités y celebrities en la Argentina, y sus prendas se caracterizan por la impecable confección artesanal y el lujo de sus telas y bordados.
Durante varias semanas, le tocó vestir a Juana Viale que reemplaza a su abuela, Mirtha Legrand, en la mesa de los tradicionales almuerzos. Exclusivamente para ella, que siempre fue una de sus musas, Saiach creó una serie de vestidos que constituyen en sí mismos, una colección. Sin pruebas previas, el diseñador vistió durante dos meses a Viale, con 28 modelos únicos, de muy diversa inspiración, que despertaron el asombro y los comentarios en las redes sociales.
“Fue muy bueno poder mostrar algo inspirador para las mujeres y que ellas se sintieran comprometidas a ver una realidad positiva, a pensar en seguir adelante”, explicó a NOTICIAS Saiach, a propósito de la experiencia.
Cuidado. “Imagino a la mujer post Covid, más protegida, más cuidada. Seguramente habrá grandes cambios estéticos. Volverán con todo accesorios como guantes, pashminas, mitones y bufandas. También los abrigos de cuero. Yo imagino a la mujer más protegida, más cubierta”, propone Santiago Artemis, que está diseñando; a partir de estos conceptos, una nueva colección en la actualidad.
Esta idea de la protección es la que explota también Martín Churba, que propone un “Kit cuarentena” que consta de “un guardapolvo, una máscara cubre boca y un collar múltiple portable. Los 3 se pueden comprar en el site online de Tramando y te cuentan una manera de abordar la calle”. La idea del guardapolvo es retirarlo antes de entrar a la casa. El collar tiene relación con las cosas que debemos llevar a la calle: las llaves, el alcohol en gel, el dinero. “El kit cuarentena viene en dos texturas, una textura textil y otra engomada que sirve para repeler más al virus”.
Pero la prenda de protección que mejor representa a esta época es el tapabocas, todo un símbolo de cara al futuro. “La moda expresa lo que sucede en la sociedad más rápido que cualquier otra práctica. El barbijo será como la remera en los '80, un modo de transmitir un mensaje. Habrá barbijos políticos, irónicos, fashion y hasta con chivos”, predice Benito Fernández.
El barbijo es también la prenda central de la cápsula “Así estamos” creada por Evangelina Bomparola. “Es una propuesta de piezas que surge a partir del tapaboca reversible con filtro interno de friselina doble y bordado con cristales. A este primer miembro se sumó una segunda versión de tapaboca, también de seda natural y reversible. Un último accesorio es el kit para salir a la calle que consta de una bolsa de seda natural reversible que contiene una botellita de alcohol en gel recargable y un par de guantes de látex para colgar de la cartera, del cuello o llevarla como cinturón”, explica la gacetilla de la marca.
El otro valor central de la época es la comodidad. Porque más allá de lo que dure estrictamente la cuarentena, es probable que por mucho tiempo el centro de nuestras vidas esté en el hogar. Por eso hoy, la mayoría de los diseñadores y marcas piensan en productos adaptados a esta situación. Por ejemplo, Javier Saiach planea una línea “Home”; Bomparola, un conjunto de pantalones, vestidos y camisas de fácil uso y lavado, y Nous Etudions, una cápsula llamada Elemental, de buzos, remeras, trench y pantalón.
La convicción de que ya nada será igual se instaló definitivamente en el mundo de la moda, uno de los más castigados por la crisis del Covid-19. Pero también, la idea de que podemos surgir mejores se impone con fuerza en todos los actores del sector. Más inclusivos, más respetuosos del ambiente y los trabajadores, más conectados con la responsabilidad. Una moda “slow” más cercana a la identidad individual que a los grandes negocios.
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