Wednesday 3 de July, 2024

CULTURA | 28-06-2024 19:21

50 años: El país que nos dejó Perón

El crecimiento con inclusión social que proponía fue difícil de alcanzar en los últimos 40 años.

Se cumplen cincuenta años de la partida del líder y fundador de nuestro movimiento, el General Juan Domingo Perón. Cincuenta años tras los cuales su legado es cada vez más urgente y necesario.

El país en el que él murió era inmensamente mejor que el que hoy vivimos, mucho más justo, mucho más igualitario. Y lo era así en gran medida por todo lo que él había realizado, por las conquistas sociales establecidas desde su gobierno, por las organizaciones que fortaleció para defenderlas y por una doctrina, un conjunto de ideas y valores, que llevó a millones y millones de argentinos a hacerlas propias.

Abal Medina, con Perón y Rucci

A quienes no la vivimos nos costaría reconocer esa Argentina, pero en el año 1974 era por mucho la nación más desarrollada de la región. En los anteriores treinta años la economía había crecido cinco veces y el PBI pér capita se había duplicado. A su vez, la distribución del ingreso era comparable a la de los países más avanzados del mundo, y el consumo popular era el motor de la economía. La gran mayoría de los trabajadores eran empleados privados formales afiliados a poderosos sindicatos que peleaban por ellos. Una industria fuerte y pujante se complementaba con un sistema educativo que era modelo en la región y con uno científico tecnológico de altísimo nivel que, entre otras cosas, inauguraba Atucha I, la primera central nuclear de América Latina, e iniciaba la construcción de la segunda. Nuestra red ferroviaria conectaba casi todo el país y la flota naval comercial y la de Aerolíneas Argentinas se encontraban en marcado crecimiento. La pobreza no llegaba al 5%, la indigencia menor al 1% y la desocupación era inferior al 3%.

Los cambios económicos globales y la desastrosa política económica neoliberal de la dictadura genocida terminaron con ese país. Los cuarenta años posteriores no pudimos ni supimos cómo construir un nuevo modelo de desarrollo que volviera a garantizar lo que el anterior generaba: crecimiento con inclusión social. Si bien lo conseguimos en algunos periodos –y eso nos enorgullece–, estas cuatro décadas dejan un balance socioeconómico claramente negativo.

Mi padre me recuerda siempre que el peronismo, la doctrina peronista que surge de los textos fundadores del General, no es una construcción ideológica cerrada y terminada a la manera que suelen serlo las ideologías políticas. Por el contrario, el peronismo es el programa que expresa en cada coyuntura histórica los deseos e intereses de la mayoría social que conforma el conjunto de los trabajadores formales e informales de nuestra Patria.

Lo permanente del peronismo, expresado en sus tres banderas históricas, son las raíces de las que debe surgir en cada etapa la definición de un programa que transforme esa mayoría social en mayoría política, enraizada en las signos y desafíos de su tiempo.

Esto es lo característico del peronismo, que por eso no es un simple partido unido habitualmente en torno a una ideología determinada, sino un movimiento en permanente actualización. Y precisamente en esto reside, para mi padre, una parte esencial de su notable permanencia en la vida política argentina.

Por ello las políticas económicas que implementó el mismo General Perón en 1946 no fueron las mismas que en 1952 o 1973, los mismos valores, las mismas ideas, la misma doctrina se encarnaba en mecanismos e instrumentos diferentes para enfrentar coyunturas novedosas, pero siempre con la misma finalidad: generar desarrollo con inclusión, es decir Justicia Social.

Hoy, cuando se pone en duda hasta la misma Justicia Social que fue el pilar de los mejores años que vivió nuestro pueblo, es más urgente y necesario que nunca recuperar el legado que el General nos dejó y actualizarlo imitando su capacidad, para así mirar con amplitud y sin sectarismos ni dogmatismos de ningún tipo el mundo que nos toca vivir, con sus complejidades y desafíos, y diseñar e implementar las mejores políticas para que nuestra Argentina se parezca más a la que era en 1974 que a la que es en este triste 2024.

 

Juan Manuel Abal Medina es politólogo.

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por Juan Manuel Abal Medina

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