En estos momentos oscuros, la muestra multidisciplinaria “Arte en juego” y la experiencia de realidad aumentada “Un panorama de este mundo” constituyen aproximaciones lúdicas al arte. Estas nuevas exhibiciones subrayan la importancia del juego como vía de comunicación y fuente de inspiración para muchos artistas. Levantan el espíritu e invitan a jugar, a pensar, a la nostalgia. Están destinadas tanto para la observación y participación de conocedores como del público en general.
LA REINVENCIÓN
Curada por Rodrigo Alonso, “Arte en juego” despliega obras de más de 80 creadores argentinos contemporáneos de diferentes generaciones y sensibilidades. Trabajan en gran variedad de soportes: pintura, escultura, instalación, fotografía, video, arte interactivo, juguetes y juegos apropiados y reinventados.
En la Sala 1, por ejemplo, Daniel Joglar realizó una instalación que suscita ganas de tomarse un recreo. Es un gran mural que cubre varias paredes con tableros de juegos de mente, juguetes adosados a la pared y una vitrina con autos y figuras antiguas, como un conejito de madera.
Las piezas de la Sala 2 repasan algunos juegos tradicionales, desde un sube y baja quebrado (“Platz”), de Jorge Macchi, hasta renovados tableros con tinte místico (“Tablero I Ching”, de Xul Solar) o tono crítico, como “Ajedrez proletario”, de Edgardo Antonio Vigo. Mientras que en las serigrafías de la serie “Juego de manos”, Matilde Marín remeda un antiguo entretenimiento que consiste en manipular hilos que se tocan, se enredan y se alejan, el grupo Oligatega Numeric pone en marcha un “Tren fantasma” que corre solo por las vías, con una locomotora que lleva una cámara que graba a su paso y proyecta las imágenes en un monitor a la vista de todos. Las figuras tejidas con cuentas acrílicas facetadas y encastrables de “Solo-10”, de Román Vitali, son un ejemplo de las muchas obras inspiradas en muñecos.
En la Sala 3, la pintura mural de Valeria Calvo guía al visitante a un espacio dedicado a obras inspiradas en deportes competitivos solitarios o en equipo, como el fútbol en la pintura de Elsa Soibelman, el boxeo en la foto de Marcos López (“Boxeador”) o el billar en la mesa tamaño real modificada por Nicolás Guagnini, a la manera de una pintura de marco irregular de Raúl Lozza. Los más chicos saltan en la rayuela (“Rayuelarte”) de Marta Minujín o participan decidiendo formas y combinaciones en “Juega el juego”, de Marcela Gásperi.
En último lugar, en la Sala 4 se despliegan sobretodo piezas tecnológicas y participativas como la instalación robótica interactiva “Bambi-Bot”, de Laura Palavecino, con un “bambi” moviéndose al son de un xilofón accionado por niños, o los videojuegos en las animaciones “Cartonero” I y II de Estanislao Florido. La instalación “Mirtha eres tú”, de Lolo y Lauti, evoca el mundo de la televisión y las celebridades: al sentarse a la cabecera de la mesa más famosa, los visitantes son captados por una cámara que los ubica en el lugar de Mirtha Legrand junto a sus invitados. En “Lo recuerdo” (sugiere el cuento “Funes el memorioso” de Borges), de Leo Nuñez, se puede teclear en una antigua máquina de escribir frases que, por medio de un software, se irradian en una pantalla LED y son “recordadas” al día siguiente.
SE VEN Y NO SE VEN
En la segunda muestra que presenta Proa, arte y tecnología se unen en obras especialmente diseñadas como contenido digital. Son piezas de siete artistas internacionales en realidad aumentada (tecnología que superpone elementos virtuales sobre la visión del entorno real), seleccionadas por Daniel Birnbaum y Solana Chehtman. Se experimentan a través del celular y una app, y durante el horario de exhibición hay guías facilitando la orientación y dispositivos digitales para verlas.
Unos códigos QR son la única pista para percibir, entre otras piezas y hasta el 12 de marzo, la propuesta de Julie Curtiss, “Lune”. Es una figura de mujer que no se deja ver de frente y que se mueve cuando se la intenta rodear. También camina amenazante la magnífica gran araña de Tomás Saraceno (“Maratus Speciosus”) sobre la vereda de Proa. A partir del 12 se suman tres artistas más: Lu Yang, que impresiona con “Giant DOKU”, su avatar digital, un gigantesco superhéroe danzante; “Density”, de Koo Jeong A, un enorme cubo de hielo junto al Riachuelo; e “Imaginary friend”, un buda sobre el edificio de la Fundación, de Nina Chanel Abney.
Finalmente, las obras de Olafur Eliasson y “Holiday Space”, de KAWS, estarán hasta el 30. La muestra fue organizada por Acute Art, Londres y Fundación Proa.
Comentarios