“¿Por qué no han habido grandes mujeres artistas?” preguntó la historiadora del arte norteamericana Linda Nochlin, en un ensayo provocador de 1971. La autora afirmó entonces que, históricamente, el arte estaba relacionado al poder patriarcal, capaz de establecer normas y manejar herramientas para realizar una obra, crear una trayectoria, bendecir una consagración. Esta síntesis simplificada a ese interrogante señala también otro aspecto que la historia del arte ya ratificó. No sólo fueron quienes decidieron quiénes entraban a los museos, al canon, sino que los hombres permitieron ingresar a las mujeres sólo a través de la representación que de ellas construyeron en sus obras.
Por estas orillas, ha habido y hay grandes artistas mujeres, tal como lo demuestra la necesaria exhibición “El canon accidental. Mujeres artistas en Argentina (1890-1950)”, en el Museo Nacional de Bellas Artes. Ésta recupera 80 obras de 44 artistas mujeres, “muchas de ellas ignoradas o desconocidas”. Según el relevamiento que está realizando el Museo, sólo 823 obras del acervo son de mujeres. Esta información se publicará en la Web, con todos los detalles técnicos, como una de las acciones que impulsa el MNBA para acompañar esta muestra. Es ínfimo el trabajo de las creadoras incluido en la Colección, si se tiene en cuenta que ésta suma más de 12.000 piezas.
La curadora Georgina Gluzman presenta “El canon accidental…” alrededor de tres núcleos, con obras provenientes de las colecciones del MNBA, Museo Histórico Sarmiento, Museo Provincial de Bellas Artes “Pedro Martínez” (Entre Ríos), Museo Provincial de Bellas Artes “Rosa Galisteo Rodríguez” (Santa Fe) y de colecciones particulares.
El primer eje de la muestra
“En el centro de los géneros”, con obras creadas desde fines del siglo XIX; reúne retratos, como el “Autorretrato” (1932) de estilo naturalista de Ana Weiss de Rossi (Buenos Aires, 1892-Los Ángeles, 1953), que ingresó a la Academia Nacional de Bellas Artes ya en 1910, y desnudos, tal el pastel sobre papel de Eugenia Belin Sarmiento: “Desnudo en el parque” (1908). Nieta de Sarmiento, a Belin Sarmiento se debe el rostro que el imaginario colectivo guarda del prócer; su tía educadora y pintora Procesa Sarmiento de Lenoir le enseñó y la orientó en los primeros años de su camino en las artes.
En este núcleo, entre otras, se despliega la pintura costumbrista -la naturaleza muerta “Frutas”- de la prolífica Josefa Díaz y Clucellas (Santa Fe, 1852-1917), autora de retratos, imágenes piadosas, paisajes y trabajos muchas veces sin firma que se fueron perdiendo. Hay una institución en su honor en Santa Fe, el “Museo Municipal Sor Josefa Díaz y Clucellas”, que acaba de reabrir sus puertas luego de ser restaurado. En ese sector también se encuentra “Toros” (1897) de la entonces muy reconocida Julia Wernicke (Buenos Aires, 1860-1932). Pintora animalista, género que perfeccionó en Alemania, fue también grabadora.
El segundo foco
“En el centro de la consagración”, refiere “a los cambios suscitados a partir de 1911, año de realización del primer Salón Nacional, y en las dos décadas posteriores”. Se exponen piezas de Lía Correa Morales, Emilia Bertolé (también dedicada a la literatura), Léonie Matthis, Paulina Blinder, y más. Tal como marcó el pionero trabajo de Lily Sosa de Newton, autora del “Diccionario biográfico de mujeres argentinas” (1970), hubo muchas mujeres activas en el mundo de las artes que estudiaron aquí y en Europa y exhibieron tempranamente su trabajo, también en El Ateneo.
El tercer eje, “En el centro de nuevas direcciones”, selecciona trabajos de artistas (algunas) modelo de “la nueva mujer” que vivían solas, estudiaban y trabajaban. Conocían las sutilezas del arte moderno y deseaban diferenciarse de la mirada masculina, especialmente haciéndose cargo de la representación de la figura femenina. Está integrado por artistas más conocidas, incluso con compromiso social como Raquel Forner. Se destacan algunas nacidas en otras geografías como Annemarie Heinrich, cuya obra constituye un aporte fundamental a la memoria cultural de la Argentina, Cecilia Marcovich, que sobresalió como escultora y docente de generaciones, Gertrudis Chale que buscó sin complejos dibujar y pintar el paisaje y el hombre americanos, Bibi Zogbe (1890-1975) -llamada “la pintora de las flores”- con “Cardos”, y otras. En este tramo pueden apreciarse distintas vistas modernas, como “Paisaje” (1942) de Rosalía Soneira (Córdoba, 1907-1994).
Tras recorrer la exposición es preciso coincidir con Gluzman, autora de “Trazos invisibles. Mujeres artistas en Buenos Aires (1890-1923)”, cuando afirma: “(…) El canon no es el resultado natural de la evaluación de la calidad. (…) El canon no es indiscutible: es político, cambiante y hasta caprichoso. En suma, es accidental”.
"Habitar la casa" en el Fondo Nacional de las Artes
En el marco del Día Internacional de la Mujer, el Fondo Nacional de las Artes inauguró “Habitar la casa” en la Casa de la Cultura del FNA, que fuera la residencia modernista de Palermo de la multifacética escritora y feminista Victoria Ocampo.
Las eclécticas y significativas obras de las destacadas Diana Dowek, Noemí Gernstein, Graciela Sacco, Adriana Bustos, Guadalupe Miles, Ananké Asseff, Cristina Schiavi, Liliana Parra y Marcela Sinclair, producidas desde 1970 hasta la actualidad, componen un panorama que se complementa con el exhibido en el MNBA.
La curadora Gachi Prieto y directiva del FNA señala que “estas experiencias de artistas mujeres en periodos tan significativos de la historia contemporánea argentina… se convierten en documento histórico, en referencia para analizar la mirada femenina, como actor y como testigo”. En Rufino de Elizalde 2831; lunes, miércoles y viernes de 14 a 18 hs., en turnos de 20 minutos para un máximo de seis personas, sin inscripción previa.
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