Sunday 16 de March, 2025

CULTURA | 14-03-2025 20:21

Samanta Schweblin: "Escribo para entender un poco más cuanto pueden doler las cosas"

Es una de las autoras argentinas más leídas dentro y fuera del país. Acaba de publicar “El buen mal”, su último libro de relatos. Niños y padres en sus cuentos.

Es difícil contar de qué tratan los cuentos de “El buen mal”, el último libro de Samanta Schweblin. Hay un hombre que recibe llamados mudos en medio de la noche, una mujer que quiere matarse pero descubre que la violencia es un camino para alejar la angustia, dos niñas que visten y peinan a una poeta contra su voluntad y un gato que revela su verdadero rostro desde el otro extremo del planeta. Como en sus libros anteriores - “Distancia de rescate”, “Siete casas vacías”, “Pájaros en la boca” y Kentuckis”-las cosas suceden, por un lado, en una realidad tangible y, por el otro, en una interioridad donde conviven miedos, fantasmas y demonios. El peligro está siempre presente pero, a veces, los personajes encuentran un delgado camino que conduce a alguna forma de salvación.

Sus historias han convertido a Samanta Schweblin en una de nuestras escritoras más leídas, dentro y fuera de la Argentina. La lista de sus premios es muy larga y sus libros han sido traducidos a cuarenta idiomas. Sus novelas fueron nominadas al Booker Internacional (uno de los premios literarios más prestigiosos del mundo) y “The New Yorker” y “The Paris Review” han publicado sus cuentos. Algunos de sus relatos fueron trasladados al cine y el teatro.

Samanta Schweblin

Vive desde hace años en la ciudad de Berlín pero pasa largas temporadas en la Argentina, en Lago Puelo (Chubut), adonde reside su familia. “Es una relación y un modo de pensar Argentina muy distinto al que tenía cuando vivía en Buenos Aires”, explica más adelante, en esta nota.

Cómo escribe, por qué padres y niños ocupan siempre el centro de sus relatos y cómo la afecta el dolor de sus personajes, son algunas de las preguntas que respondió a NOTICIAS. Aquí sus respuestas.

NOTICIAS: Hace 10 años que no publicaba un libro de cuentos y pasaron 7 desde su última novela. Para la velocidad con que se maneja la industria editorial hoy, sus tiempos parecen muy lentos.

Samanta Schweblin: La escritura de “El buen mal” fue un proceso de unos tres años. Escribí la primera historia a finales del 2021, con la que abro el libro. En mi experiencia hasta ahora, cada cuento me lleva unos cuatro o cinco meses de trabajo. Pero es solo un promedio, en la realidad puede ocurrir que trabajo varios cuentos en paralelo, deteniéndome por períodos de tiempo en uno u otro. O de pronto escribo uno de un tirón, como ocurrió con “William en la ventana”, o me trabo en algunos que necesitan un período de inmersión más profundo, como “La mujer de Atlántida”, que terminó ocupando más de un año de trabajo. Puede que en el libro se vean uniformes en su extensión, pero con cada uno libré batallas bien distintas. El libro se terminó hace ya más de un año, pero incluso entregado el manuscrito ya a la editorial, me gusta seguir editando y reescribiendo con las impresiones y feedbacks de mis editores y las lecturas de amigos. No veo ninguna necesidad de apurarme para publicar y me gusta soltar el material cuando me siento segura para hacerlo.

NOTICIAS: Sus libros han recibido premios muy importantes en todas partes del mundo. Es una de las escritoras argentinas más conocidas fuera del país. ¿Pesa o no importa ese reconocimiento a la hora de escribir?
Schweblin: Trato de dejar el peso de esas cosas sobre los libros. Puede que a veces las expectativas, sobre todo las de la gente más cercana, me pongan nerviosa a la hora de empezar nuevos proyectos, pero es algo que en todo caso sucede muy al principio, porque una vez que uno está metido ya de lleno en una historia nueva, la cabeza está en otra cosa. Estoy pensando en argumentos, ritmo, atmósfera, significado, atención, cada nuevo proyecto es una carrera larga y entretenida que hago con gusto y que juego solo si siento que está funcionando. Y si de verdad está funcionando, todos estos fantasmas por los que preguntás quedan muy, pero muy lejos del escritorio.

Samanta Schweblin

NOTICIAS: ¿Cómo es su relación con la Argentina hoy?

Schweblin: Muy cercana. Argentina sigue siendo la familia, los amigos, el hogar, gran parte de la literatura que leo y admiro. Es verdad que paso poco por Buenos Aires, pero suelo quedarme varios meses al año en Lago Puelo, Chubut, donde vive mi familia. Me gusta mucho esa vida en la comarca andina. Hay una fuerza, y hasta diría una sensatez, en esa vida más comunitaria, más conectada con la naturaleza, que me pone inmediatamente a escribir. Es una relación y un modo de pensar Argentina muy distinto al que tenía cuando vivía en Buenos Aires.

NOTICIAS: ¿Por qué el título “El buen mal”?

Schweblin: Escribí este libro pensando en qué tipo de fuerzas nos comandan. Me refiero a las fuerzas invisibles, cuánto nos condicionan la vida determinados miedos, o negaciones, o mandatos, tantas historias que podrían no ser ciertas pero nos definen. ¿Cuánto somos lo que somos sin haberlo elegido? Y qué fuerzas serían entonces las que ponen estas tendencias en jaque. Y si una fuerza mala, o quizá no mala, pero oscura, o desconocida, opusiera resistencia a estas tendencias o nos permitiera despabilarnos, ¿sería entonces buena o mala? De algo de todo esto empezó a nacer la idea del título.

NOTICIAS: En este libro, como en otros anteriores, los chicos son protagonistas. Su fragilidad puede desatar un desastre. ¿Por qué son el centro de la historia?

Schweblin: Más me alejo de esos años de infancia, más curiosidad tengo por esos mundos. Recuerdo haber sido muy frágil y vulnerable, y sin embargo haber tenido algunas cosas, desde el instinto y el sentido común, tanto más claras que ahora. Como si hubiera tenido un tipo de sabiduría que venía conmigo desde otro lugar, y de la que ahora me siento más desconectada. Eso tienen para mí los personajes de esa edad. Sobre todo los chicos lastimados o los que están muy solos, como si en ellos se encendiera un radar y una intuición que a veces sabe más que la de un adulto.

Chico

NOTICIAS: La angustia de la pérdida, de la muerte, de lo que ya no tenemos está instalada en los relatos. Todos los personajes viven situaciones cercanas a la muerte. ¿Cómo enfrentó ese dolor mientras lo escribía?

Schweblin: Este tipo de escritura puede ser movilizante, pero no es dolorosa. El dolor pasa, uno es un poco como un medium. Suena a místico pero creo que es algo mucho más práctico y concreto. Yo cargo con mis propios miedos y malestares, y es justamente encontrar una idea, un argumento, un personaje, que sea capaz de poner esas energías en marcha y moverlas hacia algún otro lugar, lo que hace que yo logre sacármelas de encima. Es casi una liberación. Escribo para entender un poco más cuanto pueden doler las cosas, y por qué, y dejar estos pesos atrás.

NOTICIAS: La relación entre padres e hijos también es central en el libro. Desde el hombre que ve a su padre a través del vidrio en “El Superior hace una visita”, hasta el hijo que sin palabras se comunica con el suyo en “El ojo en la garganta”. ¿Por qué cree que estas relaciones están tan presentes en tus textos?

Schweblin: Bueno, es verdad que no todos somos padres o madres, pero todos somos hijos o hijas de alguien. Incluso si no están presentes, esta es la relación que más pesa y marca, y tiene una carga que puede ser tan sanadora como destructora. De todas las relaciones, es la primera, y es la que nos media a lo largo de toda una vida. No tengo una pregunta particular ni un interés consciente acerca de esta relación, pero me doy cuenta hasta que punto toca de una manera u otra todos mis cuentos. Quizá es simplemente que es parte de lo que somos, y qué es eso que somos, y para qué estamos acá, son dos preguntas que sí tengo encendidas siempre cuando escribo.

Anciana

NOTICIAS: ¿Qué fue lo más sorprendente que apareció, sin buscarlo, en la escritura del libro?

Schweblin: Desde lo formal, el narrador tan particular de “El ojo en la garganta”. Me costó entenderlo, ver la lógica de sus límites y por qué necesitaba contar esta historia desde ese lugar, pero cuando finalmente lo entendí fue un gran descubrimiento, disfruté mucho la escritura de ese texto. Luego, a nivel temático, aunque mi ficción no es autobiográfica, me impresiona ver tantos detalles propios por todos lados en este libro.

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Adriana Lorusso

Adriana Lorusso

Editora de Cultura y columnista de Radio Perfil.

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