Muy pocos saben que las piezas que exhiben la mayoría de los museos del mundo representan solo un 10 por ciento de su patrimonio. Esa cifra, que varía en relación al tamaño del acervo de la institución, deja fuera de la vista del público un universo de maravillas y tesoros que permanecen encerrados en depósitos.
“Museo secreto” llamó a esta reserva de obras escondidas el primer director del Museo de Bellas Artes, Eduardo Schiaffino, en 1926, cuando reclamaba más espacio para exhibir las valiosas piezas que ya poseía la institución. Y fue esa expresión la que inspiró al actual director, Andrés Duprat, y al equipo del Bellas Artes a planear una exposición que reuniera pinturas y esculturas de todas las épocas, estilos y artistas pertenecientes al acervo, que merecían ser conocidas por el público.
“Museo secreto. De la reserva a la sala” fue, justamente, el nombre elegido para la muestra que acaba de inaugurarse y que reúne trabajos de cerca de 300 pintores, grabadores y escultores, argentinos y extranjeros, que pertenecen al acervo de la institución.
Al entrar en los salones destinados a la exhibición, impacta la cantidad y la calidad de las obras, colgadas una junto a otra, remedando el modo en que se ordenan dentro de una reserva real, y reunidas con criterio laxo en temáticas como el desnudo, la naturaleza muerta, el retrato o el paisaje urbano. Los nombres de los autores también son impactantes, de Prilidiano Pueyrredón a Joaquín Sorolla y Bastida, de Picasso a Berni y Mondongo o de Spilimbergo a De Chirico, recorren un importantísimo elenco de maestros antiguos y actuales, que cruzan escuelas, técnicas y contextos. La calidad y cantidad de las obras es sorprendente. Ameritan dedicarles una larga tarde, dispuestos a descubrir trabajos desconocidos para la mayoría de los argentinos.
Los tesoros
Visitar esta muestra impulsa a conocer más sobre el patrimonio del museo y el criterio con el que se decide qué se exhibe y qué se guarda. Para responder esas preguntas, NOTICIAS dialogó con el Andrés Duprat, quien desde hace años está al frente del Museo de Bellas Artes.
“En el guión permanente se exhiben alrededor de 1500 obras, un 12 por ciento del total de la colección que es 13.500 -explicó Duprat-. Es una proporción habitual. En museos muy grandes, como el Prado o el Louvre, esa proporción es mucho menor, alrededor de un 5 por ciento. Algunas de las obras que se exhiben en 'Museo Secreto' estuvieron en el guión permanente, otras en muestras temporarias y otras es la primera vez que salen a la luz. También suelen verse en exhibiciones fuera de nuestra sede”.
La desigualdad de las cifras entre lo que se muestra y lo que no señala también un dato evidente: el museo no tiene espacio suficiente para desplegar su colección en forma constante. “Siempre tenemos anhelo y necesidad de expandir nuestra superficie. Hay un anteproyecto de ampliación que esperamos poder concretar en algún momento y, mientras tanto, paliamos esta situación organizando exposiciones fuera de nuestra sede, en la Capital o en las provincias -dice Duprat-. El último proyecto que se planteó era en un predio en la plaza de los Dos Congresos, cerca del cine Gaumont. Pero había que hacer el edificio, algo bastante lejano en la coyuntura actual. Y el edificio debe permitir que la colección siga creciendo y que el público pueda acceder a las obras. Esta modalidad está haciéndose cada vez más fuerte en todo el mundo. Se ha corrido el velo que hacía de la reserva un espacio solo para expertos, conservadores e investigadores”.
Pero, aunque la reserva encierre grandes obras y tesoros, es la exhibición permanente la que muestra los cuadros y esculturas más descollantes. “Los 'highlights' están en la exposición permanente. Hay piezas que están siempre, como 'La Gioconda' en el Louvre. No la van a bajar nunca. Nosotros tenemos “La vuelta del malón” (de Della Valle), “Sin pan y sin trabajo” (de De la Cárcova), la serie de Cándido López y cantidad de otras piezas europeas y norteamericanas muy importantes. Van a estar siempre porque le dan identidad a la colección del Museo”, explica Duprat.
Los cambios en los guiones de la exhibición permanente o las muestras temporarias organizadas por la institución hacen que ciertas piezas entren y salgan de la reserva y se vuelvan conocidas por el público, mientras otras hace años que permanecen ocultas. La muestra “Museo secreto” pone al alcance de todos esas obras menos conocidas que podrían transformarse, a la luz de una nueva lectura, en una nueva época, en las favoritas del público de aquí en adelante.
Montaje y curaduría
“Museo Secreto” fue fruto de una curaduría colectiva, en la que participaron diferentes áreas de la institución: el área de investigación, de montaje, de conservación. “Me gustó el desparpajo del montaje, sin respetar tanto escuelas y cronologías, sino tratando de poner en diálogo pieza disímiles, generando vínculos interesantes y tensiones. Es un tipo de exposición que intenta visibilizar la memoria visual de la Argentina, exhibiendo piezas que no han sido tan vistas y que nos pertenecen a todos, porque es una colección pública”, explica Duprat.
Para seguir paso a paso esta reunión sorprendente de artistas y piezas, en cada sala un listado en papel plastificado espera el visitante con el detalle de cada obra. Para descubrir a un creador desconocido o una pintura ignorada de un nombre famoso o una nueva forma de interpretar la relación entre dos estilos, “Museo Secreto” se rearma ante cada espectador y le depara escenas y sentimientos completamente inesperados.
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