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CULTURA | 16-11-2020 18:48

Santiago Amigorena. El escritor francés que se considera argentino

Vive en Francia hace 40 años. Es también director de cine. Su primo, Martín Caparrós, tradujo su último libro; la historia del abuelo judío de ambos, destrozado por la muerte de su familia a manos de los nazis.

Aunque Santiago Amigorena es argentino, las pocas veces que su nombre “sonó” entre nosotros, fue a raíz de alguna de las personas de su entorno, que llevaron su presencia -sin quererlo él- al centro de la escena. Esto sucedió cuando su primera mujer, Julie Gayet, con quien tiene dos hijos; inició hace años, de un modo muy mediático, una relación con el ex presidente Francois Hollande, hoy su pareja oficial. En ese entonces, el nombre de Amigorena, por ser argentino, se mencionó repetidas veces ligado a Gayet, de quien ya estaba divorciado hacía unos años. Su pareja posterior fue también una mujer muy famosa: la bellísima Juliette Binoche.

En la Argentina, Amigorena tiene también dos primos célebres: el actor, Mike, y el escritor Martín Caparrós, quien es además el traductor de su último libro, “El gueto interior” (Literatura Random House), el segundo que se traduce de Amigorena entre nosotros.

La situación es curiosa, porque aunque el escritor es un importante productor y director de cine, que tiene además una larga carrera literaria en Francia (país en el que vive desde hace 40 años) es casi un desconocido entre nosotros. “Une enfance laconique”, “Premier Amour” o “Première Défaite” son sus obras más relevantes. Y, en el caso de “El gueto interior”, la novela logró la proeza de estar preseleccionada, al mismo tiempo, para los tres premios literiarios más importantes de Francia: el Goncourt, el Médicis y el Renaudot.

 

El gueto interior

 

La historia que cuenta “El gueto interior” transcurre en Buenos Aires y es la de su abuelo Vicente Rosenberg, un abuelo que comparte con Martín Caparrós, inmigrante desde Polonia, que dejó a su familia en Europa y que sufre la desesperación de saber que su madre y su hermano murieron a manos de los nazis.

Aquí, el diálogo que NOTICIAS mantuvo con el escritor.

NOTICIAS: Aunque toda su obra está escrita en francés, ¿se considera un escritor argentino?

Santiago Amigorena: No. Nunca me considero un escritor argentino. Me considero argentino casi todo el tiempo, menos cuando escribo. Vivo en París desde hace más de 40 años y me considero argentino cuando como, cuando estoy con mis padres, con mi hermano, con mis hijos, cuando le hablo a mi gata o cuando miro un partido de fútbol. Pero nunca cuando escribo.

NOTICIAS: ¿Cómo llegó hasta usted la historia familiar que cuenta en “El gueto interior”? ¿Era una historia repetida y contada dentro de su casa?

Amigorena: Siempre se habló en mi familia del silencio de mi abuelo Vicente. Y yo siempre escribí sobre mi propio silencio. En el primer libro que publiqué, en 1998, “Una infancia lacónica” (los dos siguiente se llaman “Una juventud afónica” y “Una adolecencia taciturna”) ya mencionaba el silencio de mi abuelo. Hace mucho tiempo que sabía que algún día tendría que escribir un libro para tratar de entender porqué su silencio es parte de mi silencio. Pero la historia me llegó, sobre todo, por tres fuentes escritas: un libro escrito por mi tía, Viqui Rosenberg, en inglés (“Time Secret”); un libro escrito por mi primo, Martín Caparrós, en español (“Los Abuelos”) y una serie de cartas en polaco que estuvieron durante años en manos de mi tía, Martha Rosenberg, y que mi madre, hace solo cinco o seis años, hizo traducir. Fue la lectura de esas cartas la que me permitió entender la forma que podría tomar el libro que, desde hace tanto, sabía que algún día tenía que escribir.

NOTICIAS: Martín Caparrós es traductor de su libro y nieto también de Vicente. ¿Cómo compartieron ese pasado en común?

Amigorena: La lectura del libro que escribió Martín fue fundamental para que decidiera escribir el mio. En su libro, él cuenta la vida de sus dos abuelos; el que compartimos, Vicente Rosenberg, y el otro, su abuelo paterno; desde que ellos nacen hasta que nace, él, Martín, y esos dos hombres se vuelven sus abuelos. Apenas lo leí, le dije que algún día iba a escribir un libro, solo sobre esas veinte o treinta paginas en las cuales él cuenta como nuestro abuelo Vicente esperaba las cartas que su madre le escribía desde el gueto de Varsovia. Luego, después de que el libro tuvo bastante éxito en Francía, le pedí que lo tradujera. Fue una muy linda experiencia que lo que él escribió y yo reescribí en otro idioma volviera a sus manos. Cuando releimos su traducción juntos, los dos nos pusimos a llorar.

NOTICIAS: Leí en una entrevista que le hicieron que el silencio era una cuestión muy presente en su vida. ¿Encuentra en Vicente una raíz para ese silencio?

En la historia de mi abuelo Vicente, el silencio tiene un solo origen, muy claro: el holocausto. La muerte de su hermano en el gueto de Varsovia y la de su madre en Treblinka. Y es un silencio melancólico pero al cual él nunca le buscó palabras. Su silencio es parte del mio pero mi silencio tiene muchas raizes diferentes. El exilio, haber cambiado de idioma, seguramente sea una raiz tan profunda como la del silencio de mi abuelo. La gran diferencia entre la relacion de mi abuelo Vicente y la mía en respecto al silencio, es que yo nunca puedo parar de buscarle palabras. Incluso si se las busco en ese silencio, diferente y parecido al silencio de la palabra, que es el silencio de la escritura.

NOTICIAS: En “El gueto interior” usted vuelve a contar el holocausto tal como lo conocieron los que vivieron en esa época fuera de Europa. ¿Estamos condenados a repetir una y otra vez esta historia para tratar de entenderla?

Amigorena: El holocausto nunca se repitio de la misma manera. El lado legal e industrial del holocausto nazi es único. Y quizás por eso todavía mucha gente piense que es tan inolvidable como impensable. Porqué el optimismo de mi voluntad siempre fue más fuerte que el pesimismo de mi razón, yo, al contrario, siempre creí que sí, que se puede pensar, que se puede escribir, incluso ficción, a partir de lo que pasó en Europa durante la Segunda Guerra mundial. Creo que la repetición de esa historia terrible, fuera de la realidad, en la escritura, puede llevarnos a una forma de olvido que nos permita de vuelta vivir en paz. Un olvido que es el contrario exacto de la negación. Ese olvido del que habla Pasolini cuando escribe “él que olvida siempre goza más que él que recuerda”, o el olvido de Borges, el olvido que es el único perdón y la única venganza –un olvido de vida.

NOTICIAS: También en el libro usted hace una larga reflexión acerca de lo que significa ser judío. ¿Qué significa para usted hoy ser judío?

Amigorena: Nunca supe lo que significaba ser judío. Y lo sé incluso menos hoy, después de haber escrito este libro. Lo único que entendí, escribiendo, tratando de ponerme en el lugar de mi abuelo, es decir de un judío que no se sentía judío, que vivía en Buenos Aires, a más de diez mil kilómetros de Polonia en el momento en que los nazis mataban a su familía, y al que no le quedo otra que sentirse judío por esa razón terrible, inhumana, es que nunca hay que parar de preguntarse lo que somos. Lo que somos, creo, solo tiene sentido mientras sigamos preguntándonos qué es.

NOTICIAS: Conocemos poco de su obra en la Argentina. ¿Es el cine o la literatura la actividad central en su creación?

Amigorena: El cine es mi oficio. El único oficio que hice en mi vida. Empezé a escribir guiones cuando tenía 20 años, pensado que iba a ser algo que no iba a durar, y terminé escribiendo casi 40 peliculas. Y produciendo unas 10. Y dirigiendo 3. Pero siempre supe que lo que tenía que hacer era escribir libros. Desde los 12 años mas o menos, sé que es lo único importante que puede pasar en mi vida: no puclicar o tener éxito como escritor –escribir.

NOTICIAS: ¿Cuáles son sus vínculos hoy con la Argentina?

Amigorena: Vengo a Buenos Aires una o dos veces por año. Tengo una tía, un tío y dos primos que quiero mucho. Y también amigos. Cuando puedo trabajar en Argentina, siempre lo hago. En Francia trabajé bastante con un amigo que murió hace pocos años, Hugo Santiago. Y siempre sueño con volver a vivir aquí. Sabiendo que quizás, en la realidad, ese sueño puede volverse una pesadilla.

 

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Adriana Lorusso

Adriana Lorusso

Editora de Cultura y columnista de Radio Perfil.

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