En abril de 2019, Cristina Kirchner volvió con bombos y platillos a la arena política con un libro bajo el brazo. Se trataba de “Sinceramente”, un texto sugerido por Alberto Fernández que, en la actualidad, sigue marcando récords con más de 400.000 ejemplares vendidos. La gente se agolpó en la sala de la Feria del Libro adonde se hizo la presentación y políticos, periodistas y famosos hicieron fila para ver de cerca el polémico regreso de la ex Presidenta.
Con menos repercusión, Mauricio Macri volvió al ruedo en febrero de este año con “Primer tiempo”, una memoria política editada por Planeta; en la que repasó su gestión ayudado por su ex secretario de Cultura, Pablo Avelluto. Él fue también quien lo entrevistó en vivo para el lanzamiento en las redes sociales.
“Sinceramente” y “Primer tiempo” son un símbolo de la capacidad que los libros políticos tienen para influir sobre el poder en la Argentina, marcar agenda y subir o derrumbar a candidatos y funcionarios.
Una investigación recién publicada por la editorial Siglo XXI con el título “¿Cómo se fabrica un bestseller político?” muestra, justamente, el peso que tienen estos textos en la agenda pública y descubre la trastienda de su escritura y difusión. El trabajo fue llevado adelante por Ezequiel Saferstein, investigador del Conicet y doctor en Ciencias Sociales por la UBA, un especialista en las relaciones entre el mundo del libro y la política, la cultura y la economía.
“Yo trabajaba en una cadena de librerías durante el conflicto del gobierno de Cristina Fernández con las entidades agropecuarias y durante el tratamiento de la Ley de Servicios Audiovisuales -cuenta Saferstein a NOTICIAS, a propósito de su interés sobre el tema-. En ese momento veía cómo mes a mes llegaban libros y libros que abordaban estos procesos políticos, caracterizaban, valoraban y juzgaban al gobierno. Me interesó ese fenómeno porque eran libros que se vendían mucho y daban que hablar. Se ubicaban en lugares estratégicos y muy visibles dentro del local, los compradores entraban a pedir por ellos, porque veían a sus autores en la tele, los leían en el diario, los escuchaban en la radio. También en la librería se hacían presentaciones que por momentos parecían actos políticos. Decidí enfocarme en la trastienda de ese fenómeno”.
¿Cuándo empezó esta tendencia? ¿Cómo utilizan los candidatos este canal? ¿Cuáles son los diferentes tipos de bestsellers? Estas son algunas de las cuestiones que la investigación de Saferstein contesta a propósito de los libros políticos y su importancia para el juego del poder en la Argentina.
Edición nacional
Aunque esta clase de textos existen en todas partes y hay estrategias mundiales probadas para editarlos y publicarlos, en la Argentina hay gran cantidad de público acostumbrado a leer con asiduidad este material. “Si vemos las novedades mensuales de una editorial grande, siempre hay al menos dos o tres títulos de coyuntura y actualidad. En momentos electorales o políticos relevantes, se publican y se venden todavía más y representan una gran parte de los ingresos para las empresas”, explica Saferstein.
Libros programáticos de un cierto partido o movimiento existieron siempre. Pero el bestseller político, tal como lo conocemos hoy en nuestro país, tiene fecha de inicio en el retorno de la democracia en los '80, con textos sobre el peronismo y las Malvinas. En los '90, la colección de Planeta “Espejo de la Argentina”, dentro de la cual se publicó “Robo para la corona” de Horacio Verbitsky; representaría para Saferstein un punto de inflexión en el género. “Esa colección simboliza un nuevo modo de hacer libros en donde se encadenan el surgimiento de la idea, la contratación del autor, la producción de la investigación y del texto y la promoción y el lanzamiento planificado por distintas vías mediáticas”, explica.
Durante el menemismo y, mucho más, en el kirchnerismo; la maquinaria de producción se aceitó tanto como para generar éxitos imbatibles. El Dueño” de Luis Majul, “Pobre patria mía” de Marcos Aguinis, la primera trilogía de los setenta de Juan Bautista “Tata” Yofre y “Sinceramente” de Cristina Fernández son muestras cabales del suceso que pueden alcanzar estos títulos.
Quién y cómo: las preguntas clave del libro político
Dentro del bestseller político pueden distinguirse sub géneros. En primer lugar, aquellos libros que después de la crisis del 2001 analizaron la esencia del ser argentino (los autores típicos fueron Marcos Aguinis y Santiago Kovadloff). Por otro lado, están los textos sobre corrupción política escritos por periodistas (Luis Majul o Hugo Alconada Mon, por ejemplo) y, por último, los títulos sobre los setenta investigados con ánimo revisionista por autores como Yofre y Ceferino Reato. “En cuanto a cómo se producen estos libros, cómo se contrata a los autores y cómo se 'inventan', distingo dos grandes modalidades. Unos son los llamados 'instant books', libros de coyuntura que toman un tema presente en los medios o redes y llegan a los pocos días a la calle. La otra modalidad es la de los libros 'hallazgo', que son los proyectos para los que los editores identifican (gracias a su 'olfato') temas vacantes, elementos que resuenan y que todavía no están tan presentes o 'gastados'”, detalla Saferstein.
Justamente ese “olfato” es el que da a los editores de las grandes empresas la capacitad de intervenir en la agenda política del país. Además, esa habilidad para percibir una necesidad del mercado y encontrar al autor adecuado para llenar ese vacío, les asegura un lugar en la industria. “Existe una visión acerca de una desaparición del editor, supuestamente reemplazado por expertos en marketing y negocios que ven al libro como cualquier producto de consumo masivo. Pero aunque las grandes editoriales se valgan de una ingeniería poderosa, el aporte de los editores sigue siendo irremplazable”, opina el investigador.
La gran pregunta acerca del éxito de estos textos es por qué la gente los lee, qué busca en ellos. “Un editor me dijo que 'a la gente le gusta identificarse con los libros que desenmascaran el mito del poder', por eso los libros políticos 'opositores' se venden mejor que los 'oficialistas'. Eso se vio durante el menemismo, con los libros sobre corrupción desde una postura progresista; durante el kirchnerismo, con los libros sobre los setenta desde una postura derechista y durante el macrismo, con el libro de CFK”, explica el Saferstein.
¿Y a los políticos, para qué les sirve a ellos escribir un libro? “Para posicionarse de otra manera. A Cristina le sirvió para reforzar su rol de figura política y estar en boca de todos en un momento en que se esperaba su palabra, porque se acercaba la campaña de 2019. Macri intentó emular eso durante el contexto de pandemia y en un momento en el que la imagen de la gestión de gobierno de Alberto Fernández empezaba a ser cuestionada”.
En el derrotero de un best seller, la figura del periodista completa el círculo: es quien escribe gran parte de estos libros, también los difunde en los medios de comunicación y quien pone en relación los temas del texto con la coyuntura. Un circuito en el que el libro se vuelve pieza fundamental de los debates más activos de la actualidad.
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