★★★★★ Mientras algunas historias envejecen inexorablemente, la de “Romeo y Julieta” conserva una vigencia asombrosa. Antagonismo, odio, una protagonista femenina con suficiente fortaleza como para rebelarse contra una cruel sociedad patriarcal, son algunos de los hilos que recorren la pieza. La única bocanada de aire fresco es el amor pleno, y apasionado de la pareja protagónica, que no será suficiente para vencer la última ironía que el destino les tiene reservada: morir segundos antes de que el ser amado vuelva a la vida. Todo podría ser así hoy día, y no pocas películas siguen reviviendo a Julieta y su Romeo en los más dispares escenarios, lo cual también sucede en el mundo del ballet, con cientos de versiones en clave neoclásica y contemporánea.
Hace pocos días se cumplieron treinta años de la muerte de Kenneth MacMillan, el coreógrafo inglés que marcó la escena del ballet de su país con obras como “Cenicienta”, “Anastasia”, “Manon”, “Mayerling”, entre otras. Desde 1994, el Teatro Colón tiene en su repertorio “Romeo y Julieta”, una obra magistral donde MacMillan maneja admirablemente los tiempos dramáticos, las dinámicas grupales, las miradas sutiles, los personajes comprimarios, las atmósferas. Grandes figuras del ballet mundial han dejado huella aquí con sus interpretaciones; los primeros bailarines del American Ballet Theatre Isabella Boylston y Herman Cornejo se sumaron ahora a ese listado estelar.
Hay roles que solo pueden encararse cuando el intérprete ha alcanzado un cierto grado de madurez artística; tal es el caso de Cornejo, quien se encuentra en un momento de esplendor en su carrera.
En los importantísimos roles secundarios, fue un placer volver a ver a los solistas del Ballet Estable que los bailaron la vez anterior en que se dio la obra, en 2018: Nahuel Prozzi como un potente Teobaldo; Emanuel Abruzzo, pícaro y seductor Mercucio; Natalia Saraceno, con fuerte máscara para Lady Capuleto; Norma Molina y su aplomada caracterización de la Nodriza; Igor Gopkalo como el implacable Lord Capuleto; y el desenfadado trío de prostitutas (Iara Fassi, Camila Bocca y Ayelén Sánchez).
Una impecable actuación tuvo el cuerpo de baile, de especial lucimiento en las escenas de esgrima. La Filarmónica realizó un trabajo digno comandada por el brasileño Carlos Prazeres; un segmento de especial relieve fue el breve solo de órgano que precede al dúo del balcón, a cargo de Fernando Di Palma.
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