Cuánto más se pida la renuncia de un alto funcionario, menos probabilidades hay de que se vaya. Por lo menos eso ocurrió en los 12 años de kirchnerismo, incluidos los cinco primeros en los que Alberto Fernández era jefe de Gabinete. Y también pasa ahora que él es el presidente de la Nación. Por ejemplo, Fernández echó a Alejandro Vanoli de la Anses semanas después de que la oposición pidiera su renuncia por las aglomeraciones de jubilados y beneficiarios de la asignación por hijo en los bancos al inicio de la cuarentena.
“¿Quién dijo semejante estupidez?”, contestó un alto cargo de la Casa Rosada cuando NOTICIAS le preguntó hoy por la eventual salida del ministro de Economía, Martín Guzmán. Desde hace semanas el jefe del Palacio de Hacienda está bajo fuego de los acreedores privados con los que pelea por la reestructuración de la deuda. En BlackRock, principal fondo de inversión del mundo y tenedor de bonos argentinos, lo detestan y hablan mal de él por su excesivo academicismo supuestamente alejado de la política real, su reticencia a un diálogo más fluido o concesivo y las filtraciones de los detalles de la discusión a la prensa.
A las críticas de los acreedores se suman las de grandes empresarios y algunos ministros del gabinete de Fernández que reclaman un ministro de Economía fuerte, de alto perfil y con un plan económico más claro, características que Guzmán por ahora no reúne. Ellos preferirían un ministro a la antigua usanza, como fueron Domingo Cavallo o Roberto Lavagna, con más peso que sus pares de gabinete.
En el Gobierno reconocen que hay presiones reales contra Guzmán, que quizá un día se marche, pero no cuando pidan su cabeza. Descartan los nombres que suenan como sucesores: Lavagna, porque no quiere volver al cargo; Martín Redrado, porque Cristina Kirchner lo odia desde que lo echó del Banco Central en 2010; y Carlos Melconian, porque supondría un giro a la derecha difícil de digerir para el kirchnerismo. En otros ministerios sostienen que podría irse cuando termine de negociar la deuda externa porque consideran que el país necesitará un ministro más carismático para emprender la recuperación pospandemia. Pero también están los que recuerdan que Guzmán después se dedicará a negociar con los otros acreedores, los locales y el FMI, organismo en el que ha sembrado una buena imagen.
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