Friday 26 de July, 2024

ECONOMíA | 30-05-2024 20:07

Esperando la “V”

La abrupta caída de los indicadores de consumo y actividad económica sólo puede amortiguarse si el piso ocurrió entre marzo y abril.

Como pocas veces, la economía argentina transita por dos caminos que parecen paralelos pero que coexisten. Durante el primer cuatrimestre de este año, la actividad económica se desplomó como pocas veces antes (quizás comparable con igual período de 2002 o durante la pandemia).

La caída. El consumo también mostró una debacle singular, empujado a ese abismo por el menguante poder adquisitivo de salarios y jubilaciones que no pudieron seguir el ritmo inflacionario (65% en ese período). Lo que sobresale no es una línea de productos que creció sino las que no cayeron o amortiguaron se trayectoria, porque también existió un “efecto sustitución” en el que los consumidores fueron reemplazando primeras por segundas marcas.

También hay sectores muy castigados por la crisis. La construcción fue uno de ellos, con impacto directo en la demanda de bienes intermedios (corralones) pero sobre todo en el efecto multiplicador negativo en la ocupación directa y en los servicios vinculados. A pesar de que este sector tiene en su vertiente formal un sistema de seguro de desempleo, eso no ocurre en las obras medianas y chicas, que enfrentan el clásico “wait and see” (esperar y mirar) donde prima la prudencia en el pequeño inversor.

En su último informe económico, el IERAL señala que los ingresos tributarios cayeron en los primeros cuatro meses del año 5% real interanual sólo mitigada por la persistencia del impuesto PAIS (que vence a fin de este año) pero con una contracción del 32% en el gasto primario.

Brotes, a lo lejos. Sin embargo, esta realidad coexiste con otra, no menos relevante. Semejante ajuste produjo que, con relación al PBI, el acumulado de los primeros cuatro meses del año muestran un superávit financiero equivalente al 0,2% del PBI, con un superávit primario de 0,7% del PBI, según las estimaciones del equipo de Research de Romano Group.  Asimismo, en términos de balanza comercial, Argentina registró en el primer cuatrimestre del año, el mejor saldo desde 2009: US$ 6.200 millones, un sonado regreso a los “superávits gemelos” (fiscal-externo) de hace casi dos décadas.

Las buenas noticias también vienen por el costado de los precios. La ola inflacionaria no derivó en el temido tsunami de la hiperinflación. Del salvaje 25,5% de diciembre, pasó a 20,6% en enero, bajó a 13% en febrero, 11% en marzo y finalmente 8,8% en abril, con un pico de 289% en la inflación interanual. Según las previsiones de los analistas privados, mayo se terminará colocando cerca del 5% mensual (la consultora C&T la sitúa entre 4,5 y 5,5%) y por primera vez desde julio de 2023 marcará un descenso (260% en la interanual). El economista de Harvard Business School Alberto Cavallo, a través de su método PriceStats sostiene que hasta el 19 de mayo fue bajando hasta 3,5% mensual, pero ahora se ubica 4 décimas más arriba (3,9%).

¿Habrá llegado un nuevo piso difícil de perforar sin medidas estructurales? Es una explicación, pero lo cierto es que la fuerte desaceleración de precios fue un bálsamo para la espiral destructora de ingresos. Recordemos que la gran apuesta del tándem económico Caputo-Bausili era la de hacer converger en el 2% mensual a la devaluación, el IPC y la tasa de interés, aunque con diferentes velocidades: mientras los precios picar en punta para desacelerarse con fuerza, las tasas de interés fueron bajadas cada mes, aún a costa de volcar demandas hacia los dólares financiero (el CCL) y agrandar la brecha con el tipo de cambio oficial, que llegó a ser del 200% en plena incertidumbre electoral el año pasado para bajar a 37%. La minicrisis cambiaria reciente delimitó con lo que debe convivir el programa económico: cualquier retraso en la liquidación de exportaciones o un pago adicional fuera de guion (como comprar más barcos con gas por la ola de frío polar), también afecta la compra de dólares que realiza el Banco Central. Así y todo, desde diciembre pudo hacerse de US$17.200 millones, pudiendo pasar las reservas netas de US$-11.300 millones a positivas y cumplir con los vencimientos de deudas programados. Todavía no pudo establecer un libre acceso a los dólares oficiales para pagar importaciones, que se siguen postergando. Es lo que la economista Marina Dal Poggetto llama una economía “cepo dependiente” que provoca la ira oficial. Pero lo cierto es que ese pequeño gran paso hacia la normalidad cambiaria se demora ante el temor de un súbito descontrol.

Discusión de letras. El consenso entre economistas es total, sin distinción de qué lado de la grieta conceptual estén: la crisis fue inédita y todos los datos lo refieren. En lo que sí hay diferencias es en la recuperación. Mientras algunos indicadores ven marzo como el piso de la actividad y el consumo, otros lo extienden a abril, pero se espera un rebote, ya sea por la inercia o por el proceso de ir acercando en las paritarias y ajustes previsionales una inflación en baja. Pero quedará para otra oportunidad poder saldar el colapso de los ingresos durante al menos medio año de altísima inflación. Por eso, mientras unos ven una recuperación con forma de “V” (es decir que luego de la caída abrupta viene una suba igual de vertiginosa), otros la perciben como una “U” e incluso más aplanada, haciendo de la recuperación un fenómeno lento y sinuoso. Las piedras en el camino serían, en este caso la inestabilidad fiscal por no tener todos los elementos legislados (la minoría oficialista en el Congreso no puede terminar de imponer sus criterios maximalistas), la fuga de gastos para atender “emergencias”, como la cascada de gastos adicionales para para la policía o compensar los efectos de la motosierra mileista en cuestiones sensibles como la importación de gas o la atención a las demandas educativas.

Por si acaso, el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) que elabora la Universidad Di Tella, tuvo en mayo un crecimiento de 2,7% respecto al mes anterior y en términos interanuales una variación positiva de 122,03%. Un lento avance para un público descreído y esperanzado a la vez, que sufre y apuesta casi en forma contradictoria.

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Tristán Rodríguez Loredo

Tristán Rodríguez Loredo

Editor de Economía.

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